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Número 24 - Junio 2009

Hablemos de Sexo
Fantasías eróticas

Dra. Sonia Blasco
dsb@doctorasoniablasco.com

(publicado en el Nuevo Herald.)

Soy la única entre varios hombres. Uno es el mejor amante, otro me colma de caricias, otro me posee como un salvaje… Las fantasías no conocen límites. Ellas son un teatro mental que desencadena sensaciones físicas de placer haciendo que el cuerpo responda como si se tratara de una escena de la realidad. Musas de la vida erótica, son capaces de transformar la rutina en novedad incesante. De modo tal que en rápida sucesión cambiamos de amante, multiplicamos su número o sus dotes, mudamos su sexo y el nuestro, lanzando nuestra excitación hasta terrenos inimaginables. Suerte de borrador con el que diseñamos nuestro cuerpo y sus particulares apetencias; mundo mágico en el que podemos equivocarnos y volver a intentar sin prisas ni reclamos ajenos.

Todo puede ocurrir en ese escenario privado; nada daña, nadie es infiel. Confundir fantasía y realidad: solo ocurre en los sueños. Tu mente es poderosa, aliéntala sin sentirte culpable; déjala crecer sin miedo: lo que imaginas solo ocurre en tu intimidad. Cada uno es dueño de su fantasía. Compartirla es un riesgo no recomendable.

Origen y consecuencia del impulso sexual, las fantasías alientan el deseo y están más presentes cuanto más intenso es éste. En mayor o menor grado, espontáneamente o para aumentar el placer sexual, hombres y mujeres fantasean durante el acto amoroso o fuera de él. Según Kinsey, autor del célebre informe que lleva su nombre, más del 70% de las personas fantasean mientras hacen el amor.

Las fantasías masculinas más frecuentes son voluptuosidades con una o varias desconocidas, mirar o ser mirados, dominar a ser dominados; las centradas directamente en las caricias genitales y en la penetración son sus predilectas. También son habituales aquellas en las que hombres poderosos y acostumbrados a mandar se vuelven sumisos y, en sus fantasías, disfrutan con una mujer que le impone sus deseos con juguetona violencia.

Las fantasías más frecuentes entre las mujeres incluyen un escenario exótico, cambiar la identidad del amante, agregarle habilidades y preludios eróticos, multiplicarlo, volverlo rudo, desaliñado, o convertirlo en una o varias mujeres. Una fantasía corriente en la mujer es la de verse obligada a someterse a un desconocido que la obliga a obedecer o será castigada. Siglo veintiuno, todo cambia y cada día son más frecuentes las fantasías femeninas en las que la mujer busca el goce total. No más la mujer objeto, sino sujeto de su propio deseo erótico; dueña de sus múltiples potencialidades.

Por fin, las fantasías son una suerte de pantalla panorámica en la que somos diferentes cada noche y en cada ocasión: ¡erótica-mente!

Por eso, estimada lectora, estimado lector, quiero proponerte un viaje: reserva media hora de tu tiempo, desconecta el teléfono y abre las puertas de tu fantasía.

Dra. Sonia Blasco

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