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Número Aniversario (10 años!!) - Noviembre 2008

Tejiendo historias al hilo de la conversación

María Teresa Fuentes Caballero

"Nuestras emociones podemos recuperarlas a veces, pero muchas otras se nos diluyen; a veces podemos traer ideas al momento actual, pero otras nos resulta muy difícil hacerlo. No tenemos la seguridad y fortaleza del hábito. Y la memoria se hace todavía más débil, y se diluye más aún, cuando entramos dentro del terreno espiritual, dentro del individuo. Allí los recuerdos son cada vez más borrosos; tenemos experiencias pero no las podemos precisar. A este tipo de memoria, le llamamos "reminiscencia". No es un recuerdo, no tiene ni la fuerza ni el peso del hábito, no tiene la claridad de un sentimiento, una emoción o una idea que podemos actualizar; tiene existencia pero es como una nube que al querer atraparla se nos escapa" (Delia Steinberg)

TALLER DE MEMORIA Y NARRATIVA COSER Y C@NTAR 2:

INTRODUCCIÓN

Este artículo resume el proceso de trabajo grupal con un grupo de mujeres de una zona rural, situada en el sur de España. En el número 17 de la Revista Tiempo, se publicó un trabajo que bajo el título "Coser y C@ntar. Rememorar, narrar y compartir lo vivido", se avanzaba el proyecto, aunque en ese momento no tenía claro dónde podría llevarlo a cabo.

El proceso de preparación

En el otoño de 2004 tuve el primer contacto con la persona responsable del Área de la Mujer del Ayuntamiento de La Barca de la Florida3. Casualmente en esta población ya existía un colectivo femenino con unas características muy adecuadas para lo que yo me proponía: realizar un taller de Reminiscencia, aprovechando un espacio en el que las mujeres ocuparan su tiempo haciendo labores. Esa coincidencia hizo fácil el inicio del proceso. Sin embargo, era necesario implicar al grupo de mujeres. Eso significaba que ellas tenían que sentirse interesadas por la experiencia que se les proponía: un espacio semanal para hablar de sus vidas. Pero, ¿para qué recordar el pasado y compartir unas vivencias tan íntimas y a veces tan dolorosas?, ¿qué beneficios iban a obtener ellas?, ¿qué uso se haría de todo lo que allí se hablase?

Imaginábamos que el grupo iba a hacerse estas preguntas. Nuestras respuestas tenían que convencerlas y motivarlas para emprender la actividad y considerarla atractiva. Enseguida vimos que la actividad podía cumplir dos funciones complementarias: una personal y otra colectiva.

Por mi parte, desde que empecé a idear este proyecto, tenía claro qué era lo que perseguía con él. Conocía algunos estudios realizados con personas mayores, que ofrecían datos interesantes sobre los beneficios que reporta un proceso sistematizado de recuerdo y narración del pasado, sobre todo, cuando éste se realiza en grupo; entre otros: la mejora la salud mental, la autoestima, la sociabilidad, o el sentido de pertenencia 4. Pero además, mis intereses antropológicos me inclinaban a la investigación sobre las culturas en trance de desaparición, los rituales y las costumbres del mundo rural.

Expusimos al grupo cuales eran los objetivos del proyecto, y a partir de ahí, pudimos negociar el día y la hora más adecuada para el encuentro semanal, contando con los intereses y el tiempo disponible de la mayoría de ellas. En enero de 2006 empezó la experiencia.

Las mujeres que se interesaron por la actividad tenían el siguiente perfil:

LA EDAD: Mujeres de edades comprendidas entre los 60 y los 84 años, aunque la mayoría está entre los 65 y 77.

La foto ilustra el abanico de edades

EL NIVEL EDUCATIVO: Más de la mitad nunca fueron a la escuela, y eso significa que aunque conocen las letras, se pueden considerar analfabetas funcionales 5.

ACTIVIDAD COTIDIANA: Habitualmente dedican las tardes a hacer labores; así que para ellas no representaba ningún problema reunirse y aprovechar ese espacio de actividad para contar sus historias.

Las normas del grupo

Al principio de la experiencia hubo un gran interés y se formaron dos grupos de doce mujeres cada uno; este hecho determinó que cada semana hubiese dos reuniones de noventa minutos cada una. Había que dar cabida a todas, y el tiempo suficiente para que cada cual pudiese expresarse con libertad y sin otros límites que el calendario. No se pusieron condiciones a la asistencia. Todas las mujeres interesadas podían formar parte de la experiencia, siempre que no tuviesen deterioradas las capacidades mentales para poder narrar coherentemente una vida. Aunque la labor es una condición de partida para ser integrante del grupo, finalmente éste es un criterio abierto, ya que, una vez identificadas las personas interesadas, algunas prefieren tomarse la tarde del taller como un tiempo libre, en el que disfrutar de compañía y llamar a los recuerdos.

Posteriormente, una vez inmersas en la experiencia y vencidos los primeros temores y desconfianzas, cada una de ellas fue encontrando su sitio en el grupo y expresarse, según su necesidad, su capacidad narrativa y emocional. En el mes de marzo el grupo quedó prácticamente cerrado, con unas catorce a dieciséis mujeres, que asistían a las sesiones de un modo más o menos continuado.

Ya en la primera reunión, se dejó clara la importancia que tenía para la marcha del grupo respetar el turno de la palabra y la intimidad de las personas. Cada cual podía decir o no decir aquello que considerase oportuno, pero en cualquier caso se esperaba respeto y confidencialidad. En otras palabras: la historia de cada mujer, aunque podía ser más o menos conocida por sus vecinas, la debíamos considerar algo totalmente íntimo que nadie tenía derecho a comentar fuera de la reunión. Sólo con este compromiso era posible crear un espacio de confianza, condición necesaria para nuestro propósito.

Con el permiso de las asistentes, las sesiones fueron grabadas, ya que las historias individuales y grupales debían recogerse con el máximo de detalle, respetando el habla propia del lugar 6 y el estilo narrativo de cada una de las mujeres. También en este caso, y haciendo referencia a la intimidad, cada vez que alguna de las protagonistas quería hablar de algún acontecimiento demasiado delicado, doloroso o que simplemente no le parecía adecuado su uso y publicación fuera del espacio de reunión, se apagaba la grabadora. De ese modo se fueron creando lazos de confianza e intimidad entre las participantes, que han favorecido la comunicación en el más amplio sentido de la palabra. Ha sido especialmente significativo lo que algunas mujeres han confesado: era la primera vez que hablaban públicamente de ciertas cosas de su vida.

El espacio y el ambiente del taller

La sala del centro de mayores, donde nos reunimos resulta algo fría: una mesa rectangular, algunas sillas, una máquina de coser y dos estufas. En invierno, la tenue luz de la tarde apenas entra por los ventanales y hay que correr las cortinas y encender la lámpara enseguida. Después, al llegar la primavera, la tarde se alarga y podemos disfrutar de la luz y de los colores que se cuelan desde el patio.

A pesar de las condiciones del lugar, el ambiente que crea el grupo, va transformando poco a poco el espacio: confidencias, canciones, nostalgias, lágrimas y risas… y hasta el café o la infusión ayudan a que la tertulia adquiera un tono proclive a la intimidad.

Algunas cosen, otras hacen croché o prendas de lana; la mayoría sólo acude a la llamada de las historias que surgen; a veces nítidas y llenas de detalles; otras, como las viejas fotografías, algo borrosas; como si el tiempo hubiese acabado con los perfiles y los colores. De todo hay: memoria y olvido, y desde esa realidad nos disponemos a dar sentido a las narrativas, personales y colectivas.

Poco a poco van apareciendo las diferencias, los modos propios de narrar, la necesidad de resolver algunas deudas con el pasado, y en fin, las distintas personalidades: algunas necesitan hablar de ciertas vivencias muy íntimas, ocultas durante años y dejan en el ambiente un regusto de tristeza del que cuesta desprenderse. Otras, las más extrovertidas, necesitan dar toda clase de detalles y se alargan en sus relatos; las hay discretas, poco proclives a entrar en cuestiones íntimas, las que no han podido desprenderse del victimismo, provocado por los dramas que les ha tocado vivir, y en fin, las que contemplan su pasado con un cierto idealismo, destacando sólo aquellos acontecimientos y detalles agradables que hacen sonreír y evocar imágenes, olores y sabores perdidos para siempre 7.

A las pocas semanas de iniciar la experiencia, ya estábamos seguras de tener en nuestras manos un material riquísimo de historias personales que ilustraban perfectamente el origen y evolución de La Barca de la Florida 8. Los relatos con los que contamos hablan de infancias sin apenas juegos ni tiempo para la fantasía, porque esas niñas, que hoy son mujeres maduras, contribuyeron con su trabajo, en el campo y en la casa, al mantenimiento de sus familias. Ellas no conocieron otra escuela más que la de la necesidad cotidiana de sobrevivir; pero esa realidad, por suerte, les dio la posibilidad de desarrollar capacidades y recursos que luego les han valido para sacar adelante a sus propias familias y llegar a la situación actual con una sabiduría, una fuerza y una alegría dignas de admiración.

Las conductoras

Respecto a las conductoras del grupo, quiero aclarar que de una forma muy natural se fue estableciendo una fuerte relación con las mujeres participantes. No se puede hablar de una total espontaneidad en el método de trabajo. Ciertamente ha existido una idea, un guión a partir de la cual se iniciaban las sesiones, pero hemos sido suficientemente flexibles como para que crear un espacio cómodo y proclive a las confidencias.

Creíamos necesario contar con una persona que orientase cada sesión, diera las pautas necesarias e hiciese propuestas de temas que había que tratar; pero también pensamos en una observadora, capaz de ser crítica con los procesos que se dan en todo grupo. Esa figura es importante para ayudar a consolidar el grupo y llevarlo a la consecución de sus fines. Beli López cumplió ese papel.

No obstante, la observadora pronto abandonó ese rol, en teoría más pasivo, para entrar en la dinámica grupal. A partir de ese momento, participó en las narrativas con sus preguntas y reflexiones, en apoyo de la conductora. El resultado de esta colaboración ha sido la creación de un espacio grupal original, en el que protagonistas y conductoras compartían y comparaban retazos de vida. Como ellas mismas han manifestado, refiriéndose a los roles: "No os hemos visto como las maestras, como las monitoras, sino como una más; como unas compañeras, y eso es lo que nos ha dado confianza para hablar de todo".

A pesar de esa relación tan cercana, nunca se confundieron los papeles. Cada cual ha sabido estar en su lugar, pero dejando un gran margen a la espontaneidad de cada momento y aprovechando lo que cada sesión nos aportaba; a veces la risa, otras la emoción sin disimulo, en muchas ocasiones el cruce de palabras y conversaciones atropelladas. ¡Había tanta necesidad de hablar! Las mujeres deseaban explicarse, dejar salir por fin esas cosas, calladas para no hacer daño a nadie, escondidas para la mayor parte de la gente, pero a veces, simplemente olvidadas porque duelen demasiado.

Las entrevistas personales

Durante los meses de trabajo grupal (entre enero y junio de 2006), fuimos madurando la idea de escribir un libro con el material obtenido del proceso de reminiscencia. Pero para disponer de todos los datos; para saber cómo es la vida actual de estas mujeres fue necesario completar las historias. Tenía mucho interés en que este libro reflejara, no sólo las vicisitudes de un tiempo de atraso y miseria, sino también el cambio; el gran paso que se ha producido, no sólo en La Barca de la Florida, sino en todo el mundo rural, en las dos últimas décadas del siglo XX. Así, el recorrido vital de este grupo de mujeres, puede observarse no sólo como algo local y centrado en unas pocas historias. A través de sus vidas vemos cómo han cambiado las costumbres, los valores y las condiciones sociales en la Baja Andalucía.

La confortable sala de estar de cada una de ellas fue testigo de tranquilas conversaciones, que transcurrieron entre el calor de la candela 9, en los meses de invierno. Luego, con el inicio de la primavera, los aromas de azahar en las calles del pueblo, y de los jazmines en los patios, acompañaron el final del trayecto. En ese ambiente doméstico, las mujeres fueron evocando algunos aspectos de sus vidas, que por diversas razones, no habían podido compartir con el grupo. Además, pudimos abordar un tema importante: la llegada de la vejez, la forma cómo afronta cada cual esa etapa de la vida, y también cómo se ven a sí mismas en este momento.

Entrado ya el verano de 2007, di por finalizadas las entrevistas individuales y comenzó el largo y arduo trabajo de transcribir y ordenar tantas y tan emocionantes historias; en definitiva, dar forma a una publicación que próximamente verá la luz.

Notas

1 Licenciada en Historia y Experta en conducción de grupos. E-mail: teresa@alandalus.com.es

2 Utilizo el símbolo de la arroba de forma consciente, ya que en el taller las mujeres cantan y cuentan.

3 Población de unos cinco mil habitantes, situada a veinte kilómetros de la ciudad de Jerez, en el extremo sur oeste de España: Andalucía.

4 En Catalunya se han realizado algunas experiencias en este sentido. Véase, por ejemplo el caso del Centro Geriátrico El Mil-lenari, situado en el barrio del Raval de la ciudad de Barcelona. Escoda V, Laín C, Moré M. (2003) "Treballant històries de vida: els records a través de la memòria de les persones grans". Barcelona: Quaderns de formació Social, Càrites Diocesana de Barcelona. Sobre la misma experiencia, "Trabajar la identidad personal, una nueva forma de hacer política". IV Congreso Estatal de Educación Social. Comunicaciones. También la Fundació La Caixa ha elaborado unos materiales orientados al trabajo de Reminiscencia en Centros de Día y enfermos con cierto deterioro o afectados por Alzheimer. LA CAIXA. Guía práctica de reminiscencia. Barcelona: Fundación La Caixa, 1999 . Para un acercamiento al tema, tanto desde el punto de vista teórico, como desde las distintas experiencias que se están desarrollando en España y Latinoamérica, se puede consultar el II Curso Virtual de Educación para el Envejecimiento, en http://psicomundo.com/tiempo/educacion/reminiscencia.htm

.5 Ahora asisten a la escuela de adultos y están intentando superar ese déficit.

6 En Andalucía existe un modo propio de hablar el castellano, que afecta tanto a la fonética como al léxico. Ambos aspectos varían de una zona a otra dentro de de la propia región.

7 Considero necesario destacar aquí la importancia de poseer un lenguaje rico desde el punto de vista emocional, a la hora de sacar provecho del recuerdo. En este caso, por las deficiencias educativas, no todas las mujeres tienen la misma capacidad para poner en palabras sus vivencias, pero sobre todo sus emociones.

8 La Barca de la Florida es una población joven. Se trata de una zona colonizada por campesinos sin tierra, procedentes de la sierra de Cádiz y de la campiña de Granada, en los años cuarenta del siglo XX y urbanizada a mitad de ese siglo.

9 Candela es el nombre que se da en la zona al fuego del hogar, o chimenea.

BIBLIOGRAFÍA

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