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Número 21 - Diciembre 2007

II Congreso Iberoamericano de Psicogerontología
I Congreso Uruguayo de Psicogerontología
"Envejecimiento, memoria colectiva y construcción de futuro"
7, 8 y 9 de noviembre de 2007
Montevideo, Uruguay 

Conferencia:
La Psicogerontología Hoy

Graciela Zarebski
zarebski.graciela@maimonides.edu

Introducción

Para referirme al tema que se me solicitó para esta conferencia inaugural, acerca de la Psicogerontología hoy, deberé hacer referencia, teniendo en cuenta la memoria y la construcción de futuro, a lo que era la Psicogerontología ayer y a lo que avizoro para el mañana.

Cuando inauguraba el Primer Congreso decía: ¨ Nos proponemos que este encuentro permita progresar en la constitución del campo de la Psicogerontología en Iberoamérica, generando un intercambio enriquecedor. Comenzar por Iberoamérica nos lleva también a recuperar nuestras raíces, algo de nuestra identidad, de nuestros orígenes, de una historia compartida. Implica también el replanteo de sojuzgamientos a pensamientos hegemónicos y la inclusión de nuestro contexto socio-económico-cultural como productor de subjetividad, en aras de rearmar y reafirmar la continuidad identitaria - tema central en el envejecer - de nuestros pueblos. Uds. son los hacedores cotidianos de la psicogerontología. Los consideramos representantes de lo que se hace, se avanza, pero también se duda, se discute, se cuestiona, cotidianamente en el trabajo, la asistencia, la investigación, con sujetos envejecientes. ¨

Pasaron dos años exactos. ¿Qué mejor definición de lo que es la Psicogerontología hoy, que la presencia de tantos profesionales mostrando interés por presentar y discutir los temas que aquí se proponen? La cantidad y calidad de trabajos nos llena de satisfacción porque es la confirmación de que la Psicogerontología, con esta concepción que le damos desde el Grupo Iberoamericano que impulsa este movimiento, era necesaria.

Uds. sabrán que ayer, hace pocos años - en la década de los ´90 podríamos decir - no se había desarrollado aún como denominación de este campo científico y casi no existían ámbitos de formación especializados. De lo que se hablaba era de la Psicogeriatría, ubicada en el campo de la Geriatría, es decir, asentada totalmente en los fundamentos biológicos - más que de la salud mental - de las patologías mentales del envejecer.

Como muestra de que ésta sigue siendo hoy la tendencia prevalente en este campo, hace unos días se celebró en Osaka, Japón, el XIII º Congreso de la Asociación Internacional de Psicogeriatría con un predominio absoluto de temas médicos. No dudo de su nivel científico ni de lo auspicioso de que se celebren este tipo de eventos, pero no podríamos afirmar que representen al campo de la salud mental en el envejecimiento, porque están concebidos desde la mirada de una sola disciplina hegemónica y los temas son, mayoritariamente, específicos de psicogeriatras.

Si pensamos que la salud mental es interdisciplinaria y que en el envejecimiento no podría ser de otra forma, la realidad es que, en la práctica, se pretende cubrir desde la psicogeriatría todos los requerimientos referidos a la salud mental en el envejecer. Fíjense, por ejemplo, un artículo que nos llega de España1 acerca de la Reunión de la Sociedad Española de Psicogeriatría donde se presentó una ponencia a favor ¨ del abordaje multidisciplinar… El objetivo es que la colaboración entre los profesionales de la medicina y de los servicios sociales sea, por fin, una realidad. Se viene hablando mucho de esto en foros de debate y medios de comunicación pero no acaba de producirse esa colaboración, sobre todo porque los profesionales pertenecemos a estructuras distintas, que toleran que nos coordinemos pero que no nos obligan a ello. ¨

No debemos esperar que las instituciones nos manden a hacer interdisciplina, debemos capacitarnos para ir imponiéndola, superando los esquemas simplistas que nos hacen suponer que basta con sumar a los médicos con los profesionales del área social, para cambiar la modalidad de atención a nivel de la salud mental.

Debemos formarnos en el enfoque de la complejidad, el cual hoy ya no se puede soslayar. A esto me voy a referir en el panel de capacitación psicogerontológica, al abordar los fundamentos epistemol ógicos de este campo.

Para ver lo que es la Psicogerontología hoy, al menos en Iberoamérica, basta revisar nuestro programa. ¿ Qué nos están indicando estos temas? Que todos son los que componen el campo de la Psicogerontología en el mismo nivel de importancia. Lo único que podría determinar la mayor importancia de un tema sobre otro es el caso por caso, el caso particular que hará predominar una temática por sobre otra en su manifestación aparente, pero que una vez que se comienza a abordarlo, muestra su interrelación con todos los demás. Lo que nos lleva a un punto fundamental de lo que está mostrando la Psicogerontología hoy: su carácter interdisciplinario.

Factores que posibilitaron el surgimiento de la Psicogerontología

El cambio de paradigma en la salud mental en el envejecer recién se está produciendo hoy. Ayer, hasta los ´80 ó los ´90, predominaba un enfoque deficitario del envejecimiento.

A nivel de la salud mental, se atendía a los mayores cuando ya las depresiones o las dementizaciones estaban tan instaladas y avanzadas que sólo cabía medicar o derivar al geriátrico. Había menos opciones y los límites entre las edades estaban más marcados. Hoy en día estamos viviendo cambios culturales y científicos que, al poner sobre el tapete la complejidad del ser humano, develan su riqueza y la apertura de nuevas posibilidades, aún en el envejecimiento, generando nuevos y más variados motivos de consulta que permiten una intervención más temprana

Ya sea desde corrientes psicoanalíticas como cognitivas, se suponía que habría una curva de declive inevitable a nivel psíquico y que los maltratos sociales llevaban necesariamente al achatamiento subjetivo.

Los únicos abordajes posibles, salvo excepciones, eran los tratamientos farmacológicos y otras terapias a cargo de psicogeriatras. Se justificaba la denominación de ¨ Psicogeriatría ¨ a este campo disciplinario, porque fue iniciado por gerontopsiquiatras y/o psicogeriatras. La atención era exclusivamente asistencialista. .

Ayer no había representantes de otras disciplinas formados y especializados en atender las cuestiones atinentes a la salud mental en el envejecimiento y los pocos que había no realizaban en su mayor parte un trabajo interdisciplinario. (Zarebski, G. 1999)

Considero que el cambio hacia la concepción actual, que propone integrar a la Psicogeriatría dentro del campo amplio de la Psicogerontología, viene de la mano de diversas condiciones y nuevos fenómenos que aparecieron en años relativamente recientes:

  1. La especialización por parte de profesionales de disciplinas relativamente más nuevas (terapia ocupacional, psicología, psicopedagogía, musicoterapia, psicomotricidad) que vienen aportando otros enfoques, nuevas miradas y herramientas diagnósticas y de intervención. Vayan como ejemplo del aporte de cada una, las técnicas de multiestimulación y el trabajo con la memoria por parte de la terapia ocupacional, que muestra el efecto preventivo y de enlentecimiento en procesos de deterioro cognitivo, las intervenciones gerontagógicas de las ciencias de la educación, demostrando las posibilidades del aprendizaje en el envejecimiento, las intervenciones preventivas y psicoterapéuticas de los psicólogos con el viejo y su familia, las herramientas de la musicoterapia y las técnicas psicomotrices con mayores (Zarebski, G. 2002).

  2. El avance del paradigma de la complejidad en ciencias – que plantea el estudio del objeto científico desde el entramado de interrelaciones - y su consecuencia: el requerimiento de trabajo en equipos interdisciplinarios que puedan dar cuenta de esta complejidad. (Morin, E. 1998)

  3. Paralelamente, el lento pasaje que vamos comprobando, en el campo de la salud pública, desde el enfoque de riesgo y abordaje centrado en las patologías, a un mayor énfasis en el enfoque de factores protectores y abordaje centrado en la prevención y la resiliencia.

  4. El avance teórico en la distinción conceptual entre el envejecimiento normal y el patológico, lo cual permite evitar intervenciones en los casos que no lo requieren, respetando su curso normal y la detección, orientación e intervención en los casos en los que se justificaría hacerlo. Desde esta distinción conceptual y diagnóstica, se amplía el campo de la salud mental en el envejecimiento abarcando, de manera integrada, la tarea preventiva, asistencial y de rehabilitación.

  5. Simultáneamente, el desarrollo de nuevas teorías psicogerontológicas (Yuste Rossell et all, 2004) como la del Curso de la Vida o del Ciclo Vital Dinámico, la Teoría de la Continuidad o la de Selección, Optimización y Compensación (SOC), que destacan la importancia de estudiar el envejecimiento en todo su proceso a fin de entender las distintas vejeces alcanzadas. En este sentido, la consideración del trabajo psíquico anticipado que va realizando el sujeto durante el curso de su envejecimiento debería ocupar un lugar que aún no tiene. (Zarebski, G. 2005).

  6. Como consecuencia de lo anterior, el cambio ya no sólo en la salud mental, sino en el campo global de la gerontología, que deja de considerar exclusivamente a los adultos mayores para pasar a investigar e intervenir en todo el proceso, especialmente desde la considerada mediana edad de la vida, también ésta una tarea pendiente en la psicogerontología de hoy.

  7. Finalmente, como la consecuencia más importante de estos cambios de enfoque: la apertura de un amplio campo de intervención: la perspectiva preventiva en la salud mental en el envejecimiento. Innumerables experiencias comunitarias e institucionales, talleres de todo tipo (de aprendizaje, de memoria, expresivos, reflexivos, de multiestimulación, de recreación, etc.) que, además de demostrar su eficacia en la mejora de la calidad del envejecimiento, constituyen ámbitos propicios para la detección temprana y la derivación oportuna, así como para el armado de redes de apoyo y el trabajo con las familias, operando de este modo como verdaderos recursos socio-sanitarios promotores de salud y preventivos de patologías (mentales, entre otras).

Trabajo Psíquico en el Envejecer

En la Psicogerontología no está desarrollado aún el trabajo anticipado del envejecer, no se tomó la posta precurso ra de Bernice Neugarten (1999), quien planteaba: ¿¨ Por qué algunos viven la vejez como crisis y otros no? ¨ Dado que éste ha sido mi tema de investigación a lo largo de mi carrera, junto con el desarrollo de los factores de riesgo psíquico de envejecimiento patológico - ya que hasta ayer sólo se hablaba de factores de riesgo social y sanitario - es inevitable que, al referirme a la Psicogerontología de hoy, le dedique un espacio a cómo veo hoy este tema específico desde una visión crítica de cómo aparece en los trabajos de investigación a los que pude tener alcance.

A lo largo de mis escritos y de mi enseñanza, vengo teorizando acerca de los mecanismos psíquicos que se ponen en juego en el envejecer conduciendo a un envejecimiento normal o patológico (Zarebski, 2005). En síntesis, se trata del camino de construcción de la propia identidad a partir de la imagen de cuerpo fragmentado anterior al estadío del espejo y la amenaza, siempre solapada, de regresar a ese estadío ante todo acontecimiento que haga zozobrar los referentes identificatorios. La anticipación del envejecer y la metamorfosis que implica para el yo, representan ese riesgo de vuelta a la fragmentación y al desamparo. De acuerdo a H. Bianchi (1987): ¨la vejez, así como su anticipación, interroga al yo en sus referencias identificatorias¨.

Es por eso que lograr sostener la propia integridad será el eje que desde Erikson caracterizará al buen envejecimiento (Erikson, E. 2000). Para entender los mecanismos en que se basa este proceso deberemos recurrir a la modalidad del narcisismo, normal o patológico y, desde la llamada Tercera Tópica (Zukerfeld, Zonis de Zukerfeld, 1999), ubicaremos al envejecimiento patológico en el campo del narcisismo nirvánico, es decir, del predominio y cristalización de lo escindido, de lo siniestro que, en tanto oculto producto de lo desmentido, en la vejez se presentificará como profecía autocumplida.

Por el contrario, el envejecer saludable tendrá que ver con la flexibilidad ante los cambios que permitirá no aferrarse a una personalidad unívoca, aceptar las transformaciones propias y ajenas, construir proyectos y recrearlos, romper con rutinas rígidas, probar, innovar, realizar actividades nunca antes exploradas, cuestionar y autocuestionarse, condiciones todas que se sostienen en el predominio de un mundo representacional propio del inconciente reprimido. Sobre la base de estas características de funcionamiento psíquico, se logrará realizar la elaboración anticipada y gradual del envejecimiento.

De lo que nos van a hablar las distintas posiciones anticipadas que se adopten, es de los grados de riqueza o pobreza del campo representacional, el modo en que esté resolviendo el sujeto su trabajo identificatorio y de historización, su posición con relación al transcurso del paso del tiempo y qué anticipa o qué resignifica en su historia el hacerse viejo. En síntesis, nos hablará de, en qué medida, el llegar a serlo forma parte o no de un proyecto autónomo, con mayor o menor posibilidad de diferenciarse y de cuestionar las creencias, los mitos y los prejuicios acerca del envejecer que desde su medio cultural lo constituyen.

El predominio y cristalización de lo escindido estará asentado en aquello que le dé al sujeto una supuesta consistencia, por no encontrarse en condiciones de soportar la incertidumbre del vivir, las fallas y faltas, la inconsistencia.

A lo largo de este proceso, sobre todo desde la mediana edad, se anticipan imágenes de la posible vejez propia, que producirán efectos formativos en el presente joven, promoviendo, cuando se dan las condiciones adecuadas, un trabajo psíquico de elaboración anticipada que generará un proyecto de vejez, el cual irá guiando el propio trayecto vital hacia el desenlace deseado.

Esta imago anticipada del llegar a viejo condicionará así el modo de armado de la propia vejez, punto desde el cual se resignificará el trayecto previo, idas y vueltas que subyacen al tiempo lineal de la cronología. Estas idas y vueltas, que refieren a la temporalidad inconciente de anticipaciones y resignificaciones muestran, por otro lado, un aporte que hace la psicogerontología al psicoanálisis, al incorporar la eficacia del futuro sobre el presente (trabajo anticipado) además de la eficacia del pasado sobre el presente (trabajo de resignificación).

El enfrentamiento con los ´temas´ del envejecer develará, en estos casos, el desamparo originario, que no fue tramitado simbólicamente ni en forma suficiente desde el campo representacional, sin posibilidades de pasaje – a través de la operatoria simbólica de la castración – del Yo Ideal a los ideales del Yo.

Factores de riesgo psíquico de envejecimiento patológico

Las condiciones psíquicas mencionadas que operan durante el curso de la vida, determinan la vulnerabilidad emocional que se pondrá en juego ante los temas del envejecimiento y los significarán como situaciones de adversidad. Podríamos sintetizarlas del siguiente modo:

Estas condiciones de vulnerabilidad emocional – y por el contrario, las condiciones de resiliencia - se ponen de manifiesto en el discurso y las conductas del sujeto desde edades jóvenes – lo que nos permitirá su trabajo preventivo - tanto en ámbitos de abordaje individual como grupal, a través de factores detectables de riesgo psíquico de envejecimiento patológico.

Estos factores de riesgo son, entonces, la manifestación del narcisismo patológico o nirvánico (predominio y cristalización de lo escindido) generador de distorsiones cognitivas y problemáticas vinculares, y que detectaremos a través de las dificultades para acceder a:

Respecto a los rasgos generales del narcisismo:

Respecto a la propia vejez, desde joven:

Respecto a las características del envejecer:

Respecto a los vínculos intergeneracionales:

Respecto a la finitud:

Respecto a los vínculos y redes de apoyo

Estas características de vulnerabilidad emocional y los factores de riesgo psíquico de envejecimiento patológico, son las condiciones psicológicas que darán lugar - ante los ´temas´ del envejecer, o sea, los eventos expectables, como son: la jubilación, la viudez, las transformaciones corporales, etc. - al colapso narcisista, con sus manifestaciones clínicas, somáticas y comportamentales desajustadas (como ser las caídas frecuentes) cuando la identidad férreamente – aunque en realidad, frágilmente – sostenida, se derru mba.

De ahí a las psicopatologías prevalentes en el envejecer, como son las depresiones y las demencias. Respecto a las depresiones, los vínculos narcisistas y ambivalentes que sabemos desde Freud, son la condición de los duelos patológicos, se encuadran dentro de las condiciones psíquicas apuntadas. Del mismo modo, la descompensación de caracteropatías es la regla en el envejecer, teniendo en cuenta la patología narcisista que implican estas estructuras.

 

Dos temas de la Psicogerontología hoy

Hay dos temas candentes en la actualidad concernientes al envejecimiento psíquico, uno determinado por factores culturales, el otro, por factores biológicos y los dos atravesados por las condiciones de vulnerabilidad emocional señaladas.

En primer lugar, los ideales culturales de eterna juventud y de exaltación del consumo, que condicionan malestares diversos ante los cambios en la imagen y producen gran cantidad de efectos a nivel de la subjetividad, en su mayor parte depresiones de todo tipo.

En segundo lugar, la principal amenaza que se anticipa con horror respecto al paso de los años y que constituye hoy en día uno de los temas más acuciantes de investigación: el deterioro cognitivo y el Alzheimer.

Dos temas que, tratados desde una perspectiva exclusivamente biologista determinarán consecuencias en el abordaje totalmente opuestas a las que se obtendrían desde una concepción interdisciplinaria centrada en la complejidad del fenómeno.

Respecto al primero y apoyada en el rechazo al envejecimiento, se ha montado una - así llamada - medicina anti-age, anti-edad, que se propone ayudar a ocultar al máximo el paso del tiempo.

La perspectiva psicogerontológica, por el contrario, propone valerse de los adelantos científicos y tecnológicos y también de los recursos comunitarios para mejorar la calidad de vida, pero con la lucidez que permita aprovechar las ventajas que, paradójicamente, también se pueden extraer del contexto cultural actual, sin tener que negar el paso del tiempo.

El envejecer pone en jaque la identidad al cuestionar la propia imagen en todos sus órdenes. Frente a esto hay dos caminos posibles: reforzar la máscara, fijarla cada vez con más ahínco, adherirse a una imagen única, o aprender a diversificar las máscaras, a jugar con ellas desde joven, a diversificar los apoyos y a buscar la eternidad por otros caminos un tanto más sólidos.

Respecto al otro tema, el Alzheimer, tenemos mucho que decir respecto a este fantasma de las sociedades desarrolladas, que viene a reafirmar el carácter inquietante y horroroso con que se anticipa el envejecimiento.

Su instalación como tema dominante, sirvió más para dejar de entender que para entender. La falta de capacitación de los profesionales está produciendo en Gerontología un nuevo modo de anular a los viejos: la etiqueta que los condena a lo descartable, sin mediar un proceso diagnóstico adecuado. La mala noticia es que de este congreso no saldrá seguramente el descubrimiento de su causa ni de su cura. La buena, es que estamos bien encaminados: sólo comprendiendo la complejidad del fenómeno, de su gestación, lograremos entenderlo y aún, en gran parte, prevenirlo, como ya seguramente lo estamos haciendo a través de diversas intervenciones que aquí se muestran.

Nuestro desafío, hoy, es que hay que demostrarlo. El mayor desafío en la Psicogerontología hoy, es la aplicación de estas condiciones de vulnerabilidad emocional al desencadenamiento de las demencias. En este sentido, las investigaciones que se están realizando en distintas latitudes en los últimos años, sobre todo en DTAlzheimer, coinciden con varias de las características mencionadas de vulnerabilidad emocional.

Cada vez es más evidente que una vida de pobreza psíquica, afectiva y de vínculos presagia en mayor medida que la pobreza material, un envejecimiento patológico. Someterse, por diversas circunstancias, a una vida de autómata, sin autocuestionamientos, con estímulos ambientales pobres, creencias rígidas y cristalizadas, excesiva seguridad y monotonía, es lo que va generando las condiciones para la depresión y la demencia cuando las circunstancias vitales del envejecer sorprenden al sujeto sin la preparación mental, afectiva y vincular adecuada para sostener un cambio ante situaciones de adversidad.

De la vulnerabilidad a la resiliencia

La Psicogerontología hoy, a través de la creación de redes sustitutivas en ámbitos comunitarios, está demostrando la posibilidad de pasaje de la vulnerabilidad a la resiliencia.

Estos espacios, a través de vínculos significativos con otros que otorgan reconocimiento, permiten re-considerar momentos que se viven como de vacío mental. Poder soportarlos como oportunidades de crecimiento, al adueñarse de esas vacilaciones del sentido como espacios de creación junto con otros, es lo que dará fuerzas para no obturarlos con los objetos – fetiche que nos propone la cultura actual y que prometen una completud ilusoria que finalmente se mostrará efímera.

Participando en ámbitos sociales se adquieren formas de comprender y comprenderse, habilidades cognitivas y destrezas. Se logra el des-centramiento, salir de la esfera propia y familiar abriéndose a otras realidades e incorporando la óptica de la diferencia a través de visiones alternativas que dan los otros. Se aprende a soportar fluctuaciones e incertidumbres, momentos de desorden y pensamientos no-lineales, en un proceso de auto-construcción al mismo tiempo que se construye con otros. Implica re-crearse al mismo tiempo que se cuestiona e interroga una realidad que ya no es evidente.

Investigaciones actuales acerca de los factores de riesgo psíquico

Frente a este desarrollo y conceptualización que propongo desde la Psicogerontología actual, ¿qué encontramos habitualmente en las investigaciones acerca de este tema? (Bayarre Vea, H., 2003), González Morales R . M., Velazquez Zuñiga, G. A. (2002).

Señalaré características comunes a la mayoría de ellos:

¨ Los sujetos a los que se los denomina A corresponden a perfiles psicológicos donde predomina una respuesta excesiva. Exhiben hiperactividad, irritabilidad, son ambiciosos, agresivos, hostiles, impulsivos, impacientes crónicos, tensos y competitivos, ya sea con su medio ambiente como con ellos mismos, y sus relaciones interpersonales son problemáticas y con tendencia a la dominancia ¨ en una clara descripción de las mencionadas caracteropatí as.

En ¨ el patrón de conducta tipo C se presenta en sujetos introvertidos, obsesivos, que interiorizan su respuesta al estrés, pasivos, resignados y apacibles, extremadamente cooperadores, sumisos y conformistas, siempre controlando las expresiones de hostilidad y deseosos de aprobación social ¨ podemos encontrar la correspondencia con lo que llamaríamos ¨narcisismo patológico por defecto ¨, es decir: autoestima baja, melancolías, personalidades sobreadaptadas.

¨ Los sujetos con patrón de conducta tipo B son en general tranquilos, confiados, relajados, abiertos a las emociones, incluidas las hostiles.¨ Podemos ver cómo se acerca esta descripción a las características señaladas propias del envejecimiento normal, capaces de autocuestionamiento, reflexi vas y flexibles.

Finalmente, respecto a las investigaciones actuales acerca de los factores de riesgo de deterioro cognitivo y Alzheimer, más allá de los estudios netamente biologistas, se está notando un cambio interesante para nuestra perspectiva psicogerontológica. Vemos aparecer resultados que provienen de centros de investigación de California y Chicago, por ejemplo, que encuentran que las personas propensas a sufrir angustia tienen más riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que aquellas que no lo son tanto. Según un estudio, publicado en la revista científica ‘Neurology’, aquellos que, con más frecuencia experimentaban emociones negativas, como depresión y ansiedad, tienen el doble de riesgo de desarrollar esta patología.

Por otro lado, investigaciones acerca del riesgo de Alzheimer en personas solas concluyen que "El impacto biológico de la soledad puede influir en nuestros procesos internos más básicos", aseguró el biólogo de la Universidad de California, Steve Cole. ¨ Esto puede provocar enfermedades cardíacas, arteriales y Alzheimer, entre otras enfermedades ¨.

Si bien predominan las tradicionales recomendaciones acerca de ¨ dieta saludable para el cerebro, mantenerse mentalmente activo a través de ejercicios, hacer gimnasia de manera regular, mantener la vida social, dormir bien, controlar el estrés, la ´ neuróbica ´, la ´gimnasia cerebral ´, ´ pilates para el cerebro ´, etc., lo que no se alcanza a explicar es por qué brillantes científicos, ajedrecistas e intelectuales que cumplen con estos requisitos, llegan al Alzheimer. Por qué algunas personas aceptan participar y otros no en programas de aprendizaje y estimulación, con lo cual faltaría correlacionar la plasticidad neuronal con otras plasticidades. Parecería que no se trata simplemente de lo cognitivo, cobra importancia también la flexibilidad personal y otros aspectos emocionales que se entretejen en el curso de la vida.

La fragilidad de la vida: toda ella pende, no de un hilo, sino de varios

El mundo humano es complejo: complejidad de los vínculos, del entramado de significados y de significantes, de múltiples fuerzas que nos gobiernan de distinto sentido, diversos universos de discurso y de tramas temporales. Debemos funcionar en consonancia: se requiere de la flexibilidad, la plasticidad neuronal, emocional, corporal, para armar el propio mundo, renovar permanentemente el tejido, enlazado, sin tironeos, sin cortes, por el contrario, seguir entretejiéndose con nuevos hilos y nuevos colores.

En síntesis, una vida de riqueza representacional y abierta a la complejidad, a la incertidumbre, a las fluctuaciones, al desorden y a pensamientos no-lineales, capaz de soportar frustraciones, desilusiones, cuestionamientos y autocuestionamientos, de realizar un trabajo psíquico de anticipaciones y resignificaciones. Éstas serán las condiciones psíquicas que se podrán ir construyendo en el curso de la vida como antídotos que harán soportables las adversidades a fin de no quebrarse. La brújula, el sentido que guíe en esta tarea, que permita mantener los hilos enlazados, es eros, amor en sus múltiples manifestaciones.

Se trata de devenir un ser humano, construirse en un espacio entre: entre lo interno y lo externo, entre pasado, presente y futuro. Ahí me tejo.

La Psicogerontología del mañana

¿Hacia dónde vamos? ¿Quién hubiera pensado respecto al Alzheimer, que aparecerían investigaciones de institutos universitarios del llamado Primer Mundo que no buscan sólo el me canismo biológico, o que el desarrollo de las neurociencias vendría a demostrar la validez del psicoanálisis. Cabe predecir que nuestro enfoque se va a ir imponiendo por sí solo, como lo demuestra esta gran convocatoria internacional. Si no fuera así - el tema es de suficiente complejidad como para no presumir de visionarios - estaríamos ante un grave problema. Si siguiera predominando el enfoque biologista y simplificador, sería un mal síntoma respecto de en que se iría transformando el ser humano. Asumamos cada uno, en su lugar de trabajo, la responsabilidad que le cabe para dignificar nuesta vida.

Para finalizar en alusión a nuestra construcción de futuro: ¨ Urge pues sustituir uno u otro de tales ¨ centrismos ¨, de inspiración hegemónica, con el diálogo fecundo entre saberes y culturas. Pero ¨ diálogo ¨ implica la actitud abierta a-aprender-del-otro, el reconocimiento de que el otro tiene algo que enseñarnos, y viceversa. ¨ ¨ Pero, ¿qué hacer? ¿Cómo hacer? Aquí Derrida tiene su entrada, y su argumento es radical. Afirma: ¨¿Qué hacer? Pensar lo que viene (Derrida, 1997:29). Aquí, el horizonte de duda se abre, la interrogación es invitación. Mientra s que su respuesta es reto, acogida: lo que debemos hacer es pensar. ¨

¨ En términos de los procesos de investigación, esto es lo mínimo y único que se le puede pedir a – y que se debe esperar de – quien se asume como investigador y, en tal sentido, aspira a producir conocimiento. ¨ ¨ Claro, el reto no está tanto en pensar lo que ya nos ha sido dado, revelado, sino lo que viene, sea esto el futuro, nuestro problema de investigación, la perspectiva teórica que estamos construyendo, nuestra andadura investigativa; es ello lo que viene siendo, por lo que no se presenta de forma transparente y requiere nuestro trabajo de pensamiento para deconstruirlo y mostrar lo que no es, pero que da lugar a algo que es. ¨ (Díaz Gómez A., 2006: 7-9).

Notas

1 ¨Las enfermedades mentales en personas mayores se encuentran infradiagnosticadas. ¨ Fuente: Diario Médico. Jun 2007. Madrid. http://www.diariomedico.com

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