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Número 21 - Diciembre 2007

II Congreso Iberoamericano de Psicogerontología
I Congreso Uruguayo de Psicogerontología
"Envejecimiento, memoria colectiva y construcción de futuro"
7, 8 y 9 de noviembre de 2007
Montevideo, Uruguay 

Participación y envejecimiento activo:
Análisis de las percepciones de personas mayores implicadas en tareas de gestión en asociaciones de mayores.

Silvia Martínez, Juan Francisco López, Imanol Amayra, Ignacio Gómez, José Javier Miguel
smartin@fice.deusto.es

Resumen

Introducción: La promoción de un envejecer activo parece ser el mejor recurso para mejorar la calidad de vida y prevenir la dependencia. Por esa razón se hace necesario el desarrollo de estrategias que impulsen una forma de envejecer activa e implicada, a través del fortalecimiento de personas y comunidades. A pesar de que hay importantes diferencias entre las asociaciones que agrupan a personas mayores, casi todas ellas tienen en común el ofrecer a los participantes la posibilidad de enrolarse en una gama de actividades de ocio variadas y, por lo general, en los procesos de gestión de la entidad, constituyendo un grupo de referencia y pertenencia para el mayor. Objetivos: Nos proponemos comprender mejor los procesos de participación en las asociaciones u organizaciones de personas mayores y analizar sus percepciones sobre el envejecimiento activo. Metodología: La muestra esta formada por personas mayores que participan en juntas directivas de asociaciones de mayores de Vizcaya (España). Se ha utilizado una metodología cualitativa consistente en entrevistas en profundidad y grupos de discusión. Resultados: Los resultados obtenidos se pueden sintetizar en dos: la participación en puestos de responsabilidad en la asociación proporciona una importante percepción de satisfacción y es valorada como recurso de calidad de vida personal; se entiende que las asociaciones de mayores son un potencial recurso para promover el envejecimiento activo, sin embargo, se observan algunas limitaciones que dificultan la implicación activa en las mismas que deben ser subsanadas (p.e. el peso de las inercias en la gestión o la promoción de un modelo receptivo pasivo en los asociados).

Palabras clave: envejecimiento activo, ocio, participación, organizaciones de mayores.

Envejecimiento activo: puntos de partida

A pesar de la gran difusión que ha alcanzado en los últimos años, el de envejecimiento activo es un concepto relativamente novedoso. Es en los Estados Unidos donde encontramos sus orígenes al inicio de los años 60, época en la que Havighurst y Albretch (1953, 1954, 1963) proponen su reputada "teoría de la actividad" según la cual mantener en la vejez los patrones de actividad de la edad adulta constituye el medio por excelencia para envejecer óptimamente. En los años 90 y auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1999), emerge una nueva concepción de envejecimiento activo que vincula la actividad a la salud y resalta el valor de la participación e implicación de las personas mayores en la comunidad. Con esta nueva concepción el envejecimiento activo es productividad mucho más allá de lo laboral, extendiéndose a lo social y comunitario (Walker, 2002), se entiende como recurso de calidad de vida y bienestar físico y psicológico (Avramov y Maskova,, 2003; Boulton-Lewis, Buys y Lovie-Kitchin, 2006; Burnett-Wolle, Godbey y Parr, 2005) y supone, sobre todo, un estilo de vida implicado que según cada persona, cobra una significación especial que hace que se viva (se sea "activo") de diferentes maneras.

La participación en asociaciones de mayores

A pesar de que hay importantes diferencias entre las asociaciones que agrupan a personas mayores, casi todas ellas tienen en común el ofrecer a los participantes la posibilidad de enrolarse en una gama de actividad variada y, por lo general, en los procesos de gestión de la entidad, constituyendo un grupo de referencia y pertenencia para el mayor que contribuye a preservar la propia identidad, proporcionar satisfacción, evitar la invisibilidad social y reforzar la percepción de seguridad (Pillemer, Moen, Wethington & Glasgow, 2000). Participar en actividades con valor y significación permite la consecución de objetivos concretos y proporciona un sentimiento de competencia que refuerza la autoconfianza y motiva para seguir participando en dichas actividades y así permanecer "activo" (Hendricks y Cutler, 2004). Como ya determinara Csikszentmihalyi (1998), las personas experimentan satisfacción cuando están completamente involucradas en la realización de una actividad desafiante y esto les hace desear mantenerse adheridas a su práctica. Esta participación activa sostenida en procesos significativos, además de satisfactoria, ha sido ampliamente confirmada en la literatura gerontológica como un valioso recurso de salud física y psíquica en la vejez , con capacidad para prevenir la dependencia y para la rehabilitación (Dupuis y Smale, 1995; Shaw, Krause, Liang y Bennett, 2007; Lidon y Zanna, 1990; Le Carret, Lafont, Lettenneur, Dartigues, Mayo y Fabrigoule, 2003; Verghese et al. 2006; Wang at al., 2006; Phinney, Chaudhury y O’Connor, 2007, Nimrod, 2007, Greenfield y Marks, 2004).

Con todo, a pesar de las bondades de la participación, no son muchos los trabajos que abordan el tema de la implicación de las personas mayores en el tejido asociativo comunitario. Pueden destacarse los estudios de Perren, Arber y Davidson (2003) y el de Matthew, Blackwood, Louis, Fielding, Mavor, Morton O’Brien, Paasonen Smith y White (2006) que estudian cómo variables sociodemográficas (en concreto la salud, ingresos y estado civil) o de personalidad (específicamente la percepción de eficacia) impulsan la participación en este tipo de agrupaciones. Tomar la decisión de participar en una actividad y de mantener cierto grado de implicación en ella depende de variables personales y también de las características del entorno, como el ambiente físico, las características del grupo con el que se desarrolla o desarrollaría la actividad, el clima de seguridad psicológica que se percibe, etc (Wandersman et al., 2000; Omoto y Snyder, 1995; Csikszentmihalyi, 1998). Otro factor influyente son las líneas políticas, valores y concepciones imperantes entre los responsables políticos y técnicos de las administraciones públicas que, con sus actuaciones y directrices, pueden contribuir a fomentar la creación de asociaciones y grupos comunitarios dirigidos por personas mayores (OMS, 1999).

El tipo e intensidad de la participación de la persona mayor en las actividades de la asociación puede variar a lo largo del tiempo pero el hecho de participar puede ser, además de una oportunidad de disfrute, un medio para la sensibilización, la experimentación personal y el fortalecimiento personal y, por extensión, comunitario. Según Montero (2004) este empowerment o fortalecimiento se consigue, entre otras cosas, a través de: la participación y la toma de conciencia; la autogestión e implicación de los ciudadanos y la comunidad en sus propios procesos de transformación; el compromiso personal y comunitario unida a la propia evolución y maduración; y el fortalecimiento de la identidad personal y de sentido de comunidad. Asumiendo la diversidad del colectivo de personas mayores no debemos ignorar que la vivencia singular de la actividad da lugar a diferentes "itinerarios" o estilos de participación a lo largo del tiempo. Teniendo en cuenta que muchas personas permanecen vinculadas a su asociación durante años, es posible que se experimente un proceso y evolución en la forma de participación. Como resalta Mena (1990) la participación en las asociaciones no se produce como un todo o nada, sino que es un proceso en el que pueden encontrarse grados de implicación que van, desde la utilización de servicios e instalaciones por parte de los miembros de la asociación, hasta la participación en las actividades de planificación, gestión y evaluación de la actividad, pasando por un nivel intermedio de implicación que supone la cooperación con las iniciativas planificadas por la asociación.

Según Rodríguez y Ortí (1996) la crisis que vivieron durante la década de los años ochenta los movimientos asociativos ya está superada y el progreso observado en los últimos años nos hace tener esperanza de lograr un movimiento asociativo maduro y articulado. Sin embargo la superación de esta crisis supone un cambio en el modelo asociativo que permita enfrentar los nuevos problemas con soluciones novedosas y creativas. En ese proceso de cambio parecen hallarse inmersas numerosas asociaciones de personas mayores en toda España tal y como puede extraerse de trabajos como el Libro Verde de las Pequeñas y Medianas Asociaciones de personas mayores (2007). Estas agrupaciones, especialmente sus juntas directivas y asociados más críticos, parecen ser perfectamente conscientes de las potencialidades del movimiento asociativo que Jarre (1991) ya concretaba hace años y, aunque no siempre se explicite, desean medir su impacto social y encontrar cauces de mejora. Jarre (1991) atribuía a las asociaciones funciones relacionadas con:

 

Objetivos del estudio

Partiendo precisamente de que las asociaciones de personas mayores tienen la potencialidad de promover la participación y contribuir al desarrollo en la sociedad de una forma de envejecer más activa e implicada y del momento de sensibilidad crítica que plantean sus asociados y, especialmente, sus juntas directivas, nos proponemos conocer con más detenimiento su realidad. Para ello resulta fundamental el acercamiento a asociaciones de mayores como es el caso de Nagusiak, Federación de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas de Vizcaya con tradición de décadas, que agrupa a 134 asociaciones y más de 50.000 socios. Su preocupación, según reza en sus estatutos es convertir los centros de mayores en espacios activos, participativos y atractivos con el fin de fomentar la sociabilidad, prevenir el aislamiento y mantener preservadas las capacidades físicas e intelectuales de las personas mayores.

Esta sensibilidad manifestada nos permite proponernos los siguientes objetivos de trabajo:

Metodología

Se ha considera adecuada la realización de un estudio de carácter cualitativo que Denzin y Lincoln (2000, P.231) definen como "el conjunto de prácticas interpretativas que hacen al mundo visible y que intentan....llegar al sentido o interpretar esos fenómenos en términos del significado que las personas le dan". En concreto, se ha optado por un enfoque de Investigación Acción Participativa (Balcazar, 2003) que favorecerá que las personas de la muestra desarrollen cierto grado de autoconciencia sobre su propia realidad. Nos hemos servido de entrevistas en profundidad y grupos de discusión. La muestra ha estado constituida por miembros con diferente grado de responsabilidad de las asociaciones más importantes de Bizkaia y con la federación de asociaciones, Nagusiak, que aglutina a una gran parte de ellas. En total se han mantenido dos grupos de discusión y 18 entrevistas en profundidad que se desarrollaron a lo largo de tres meses con personas voluntarias o cuya colaboración se solicitó expresamente por parte de Nagusiak. Una vez realizadas las entrevistas se analizaron los temas y estructuraron en categorías (actitud hacia el envejecimiento activo, función de la asociación en relación con el envejecimiento activo y barreras o situaciones que se consideran como problemáticos en la asociación). Una vez recopilados los datos y tras la realización de análisis preliminares se mantuvo un nuevo encuentro con Nagusiak con objeto de contrastar y completar los análisis realizados y suscitar un proceso de reflexión interna.

Principales resultados obtenidos

Por lo que se refiere a la Actitud hacia el envejecimiento activo, una de las categorías analizadas, es observable que las personas mayores que pertenecen a juntas directivas de asociaciones de personas mayores tienen una sensibilidad especial hacia el hecho de envejecer activamente. Esto es visible en sus apreciaciones sobre el tema pero, sobre todo, en su personal comportamiento implicado (tal vez no siempre en forma de esfuerzos bien orientados para conseguir sus objetivos, pero si comprometido).

La totalidad de las personas entrevistadas valoran la "actividad" (que en este caso se organiza en torno a su asociación) como un elemento de calidad de vida y de significación. A pesar del esfuerzo que pueda conllevar su actividad como responsables de sus asociaciones, ésta les reporta satisfacción, percepción de competencia y pertenencia y les ayuda a fijarse metas que les hacen seguir en "activo". Por lo que se refiere a la Función de las asociaciones en relación con el envejecimiento activo, decir que se asume como propia y principal responsabilidad la tarea de diseñar "actividades" para el resto de los asociados. Aunque inicialmente había una tendencia a asociar la actividad con algo puramente manipulativo o físico, en la etapa conjunta de análisis de los datos recogidos se evolucionó hacia una concepción más completa de actividad. En relación con esta responsabilidad de las asociaciones de ser generadoras de actividad, todos los entrevistados viven con preocupación dos cosas: que los socios no participen más activamente en actividades (más allá de las tradicionales: excursiones y juegos de cartas) y el desinterés de jubilados más jóvenes que "renueven" las asociaciones en dichas actividades.

Los mayores niveles de sensibilización con la necesidad de cuestionar y modificar formas de hacer y pensar sobre el tema del envejecimiento se han hallado en los sujetos entrevistados vinculados más activamente a la federación Nagusiak que aglutina y coordina a una buena parte de asociaciones vizcaínas, tal ver impulsados por una percepción de responsabilidad y un sentimiento de compromiso hacia todas ellas. Evidentemente esta actitud en una federación de asociaciones es muy valiosa para facilitar una progresiva implantación (en las asociaciones y sus asociados) de las dinámicas que conduzcan a la implantación progresiva de un envejecimiento productivo, activo y saludable.

En cuanto a la Percepción sobre la situación actual de las asociaciones los datos recopilados permiten observar que las asociaciones se hallan en un proceso de tránsito y, según la asociación de que se trate, en diferentes etapas de dicho proceso. Algunas asociaciones están reorientando su actividad e interpelándose sobre su función social, otras asumiendo o deseando hacerlo, su responsabilidad como recurso comunitario para el envejecimiento activo de otros mayores, otra simplemente reorganizando las actividades para su propio disfrute sin mayor proyección externa. En cualquier caso en la mayor parte de las asociaciones se percibe como problemático la imagen social negativa de las asociaciones de mayores (que hace que, a su entender, no sean consideradas por los mayores más jóvenes como algo deseable) y la falta de compromiso en las juntas directivas y órganos de gobierno. En todo caso parece existir una positiva actitud hacia la formación de los socios lo cual es considerado un recurso valioso para motivar y cualificar a nuevos socios en la asunción de estos roles. Estos y otros aspectos quedan recogidos sintéticamente en la tabla que se presenta a continuación; se presentan como las debilidades y fortalezas actuales de las asociaciones vizcaínas de mayores en cuanto recurso para el envejecimiento activo:

PUNTOS DÉBILES PUNTOS FUERTES
  • Las asociaciones viven con preocupación el hecho de que no son consideradas como "deseables" por parte de los mayores más jóvenes lo cual está dando lugar a un envejecimiento progresivo de las mismas, dificultando la normalización y dificultando la renovación de las juntas directivas.

  • Los socios más veteranos a medida que pierden autonomía abandonan la entidad porque no encuentran actividades adaptadas en las que seguir participando, sin que esto sea tema de interés en la agenda de las juntas directivas.

  • Las responsabilidades en la asociación corren al cargo de sólo unos pocos.

  • Se observa cierto agotamiento en socios más activos y comprometidos con la gestión de la asociación por la falta de relevo en las tareas (que se atribuye al desinterés de nuevas generaciones de mayores por incorporarse a las asociaciones)

  • Ausencia de recursos (formación, asesoramiento) que orienten los procesos que viven las juntas directivas (cierta orfandad no siempre explicitada)

  • En general, se considera que las asociaciones de mayores son el recurso por excelencia para el envejecimiento activo desconsiderándose, tal vez, la participación normalizada del mayor en otro tipo de asociaciones (riesgo de asociación como ghetto)

  • Las motivaciones de algunas de las personas con cargos en las juntas directivas dificultan la normal evolución de las juntas y las asociaciones. Se asume el cargo más por el estatus que confiere que desde una vocación de servicio a la asociación (mecanismo compensador de autoestima mermada por causa de la jubilación)

  • Peso de las inercias en la gestión (las renovaciones no son tales -se cumplen los plazos pero no se cambian las personas (fundamentalmente por el "deseo de poder" de algunos socios y, en ocasiones, por cierta politización de la asociación y presiones municipales).

  • Valoración extremadamente favorable del concepto de "envejecimiento activo" (aunque no se comprenda en toda su complejidad)

  • Se asume la responsabilidad de las asociaciones de mayores en propiciar el envejecimiento activo.

  • Se observa gran implicación y compromiso personal en una parte de los asociados que asumen responsabilidades en juntas directivas.

  • Algunas personas pertenecientes a juntas directivas de asociaciones han llegado a tener cierto nivel de formación (a menudo autodidacta) reforzado por su compromiso asumido y vinculación con los objetivos de la asociación (lo cual puede favorecer sus procesos de mejora).

  • En general se observa una buena disposición para la autocrítica (como asociación) entre los miembros más comprometidos en tareas de gestión, que es requisito imprescindible para que se involucren en procesos de mejora.

  • Existe consciencia sobre algunos de los factores que condicionan la participación activa en las asociaciones y la llegada de nuevos socios: estereotipos negativos y falta de interés de las actividades que se ofrecen (a pesar de que sea un análisis incompleto permite empezar a "trabajar" por algún sitio).

  • Bastante confianza en el apoyo que pueden ofrecer instituciones públicas para favorecer el envejecimiento activo (no sólo –aunque también- en el plano económico).

  • Disposición favorable en general a asumir compromisos con instituciones y otros agentes implicados en favorecer procesos de envejecimiento activo.

  • Percepción de necesidad de herramientas (y disposición favorable a recibir ayudas) que mejoren su reflexión y les ayuden a formular medidas concretas de mejora de su situación.

 

Conclusiones

En el apartado anterior quedan explicitadas algunas de las carencias (básicamente relacionadas con la inercia que puede llegar a implantarse en toda asociación y la falta de socios que se implican en los procesos de gestión) pero sobre todo algunas fortalezas que pueden ser sólidas bases sobre las que anclar una acción pro-envejecimiento activo y entre las que cabe resaltar: 1) su valoración positiva del envejecimiento activo y 2) el compromiso de implicarse en los procesos de cambio necesarios para dinamizar la participación activa en la asociación aunque eso suponga recibir apoyos externos de orientación y formación, y participar activamente en estudios como el presente.

El estudio cuyos resultados se han presentado nos ha hecho darnos cuenta de la necesidad de conocer con mayor detalle al colectivo de personas que actualmente participa en asociaciones de mayores de Vizcaya, sus motivaciones para participar, sus percepciones sobre los beneficios que le reporta la participación en la asociación y las variables que inciden en que esto sea así, nos proporcionará información útil para comprender mejor los detonantes de la participación y la adherencia a ella (la participación continuada, no esporádica) en el tiempo.

También nos parece crucial analizar en futuros estudios si el hecho de participar de manera asidua, no esporádica, en las diversas actividades y tareas de las asociación de mayores, tiene la potencialidad de crear un hábito o estilo de envejecer más activo que se extrapola a todas las esferas de la vida. Si partimos de la base de considerar que la actividad (independientemente de que pueda materializarse en acciones y realizaciones con gran nivel de concreción) es, sobre todo, un posicionamiento vital implicado y el mecanismo a través del cual la persona asume las riendas de su vida en un hacer pro-activo y no meramente receptivo-pasivo, este "ser activo" se reflejará en una mayor responsabilidad de la persona hacia el cuidado de su propia salud, en una inserción participativa más implicada en la realidad social e incluso en el desarrollo de un proyecto o plan vital personal que contribuya a articular y conferir sentido (Lawton, Moss, Winter, Hoffman, 2007).

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Dra. Silvia Martínez
Profesora en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Deusto. Directora del Curso de Especialización en Gerontología y miembro del Equipo de Investigación en Gerontología de la Universidad de Deusto. De 1995 a 2005 directora del Programa de Formación Permanente de Adultos "Ocio Cultural Universitario".

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