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Número 19 - Diciembre 2006

Proyecto Alzheimer Colón
Reportando tres meses de intervenciones profesionales
en la recuperación de casos de dementizaciones crónicas progresivas (alzheimer),
agosto-noviembre 2006

Ferrari ED, Martínez GA, Santa Cruz NE, Sastre SR,
Portillo LA, Leites MªA, Jaliffe AMª, Delmonte LB, Gómez Salgado J,
Molina Ruiz D, López I y Sánchez LM

El Proyecto Azheimer Colón1 se instaló en la ciudad homónima de la provincia de Entre Ríos, Argentina, en julio de 2006 a través de acciones de divulgación y de capacitación orientadas a la prevención en general, prevención dirigidas hacia individuos identificados como de riesgo, de investigación de factores de riesgo asociados y de intervenciones profesionales sobre casos en las distintas fases. A la capacitación sobre la teoría psicosocial de las dementizaciones crónicas progresivas (DCP), conocidas vulgarmente como alzheimer, le siguió otra complementaria sobre metodología de la investigación. Actualmente el grupo de trabajo está constituido por acompañantes terapéuticos, profesoras de psicología, enfermeras, trabajadoras sociales, fonoaudiólogos, médicos, neurólogos y también no profesionales.

Como todas las acciones que se llevaron y se llevan adelante derivan de la teoría psicosocial de las DCP, para la comprensión cabal de los informes vertidos en el presente documento es necesario previamente conocer los lineamientos conceptuales sobre diversos aspectos teóricos, que se presentan a continuación. El reporte mismo se hallará al final de estos documentos.

Colón, noviembre de 2006.

I. Fundamentación teórica

Dementización o demenciación se denomina al proceso por el cual a partir de una persona que satisface todas las actividades que le son exigidas por la vida diaria y puede cuidarse de sí misma y a otros, comienza a tener comportamientos o efectuar actos novedosos que directa o indirectamente afectan su bienestar y su calidad de vida, y que además no son esporádicos o pasajeros sino que vuelven a repetirse, ampliarse y agudizarse. El progreso del deterioro es detectable en meses al inicio, y en años cuando está ya avanzado, y aunque depende de las enfermedades crónicas que padecen simultáneamente, se concluye entre uno o dos años los más acelerados, a 25 o 30 años los más lentos. En todos los casos está imbricada la personalidad de base de la persona afectada.

Algunos de estos novedosos comportamientos, como los olvidos sobre hechos recientes, son comunes también con el envejecimiento normal, pero en las dementizaciones esos olvidos se extienden a muchos actos y situaciones, y luego se irán continuando y agravando. Por eso es que una evaluación de cada caso pero distanciada de la anterior en al menos seis meses permite comenzar a suponer en una dementización, además de otros indicadores.

En los adultos y adultos mayores este tipo de dementización es más frecuente en personas que han tenido una personalidad introvertida con caídas en depresión2, con escasas vinculaciones sociales y una red afectiva limitada, y que a propósito de la pérdida de su pareja o de un ser con el que estaban entrañablemente unidas u otra situación igualmente equivalente, no saben o no pueden afrontar la misma y entran entonces en un proceso de encapsulamiento, de aislamiento progresivamente más activo. Aparece luego la apatía cada vez más generalizada y seguidamente la pérdida de la motivación vital. Expresan, incluso abiertamente en ciertas oportunidades, su deseo de no seguir viviendo, o de la inutilidad de hacerlo, o de ellos mismos.

En ciertos casos una pérdida aparentemente menor los remite a otra sí muy significativa ocurrida mucho tiempo atrás. Algunas incapacitaciones importantes, sean físicas o psicológicas, o hasta las propias del envejecimiento normal subjetivamente exagerad as o amplificadas por su pareja, sus familiares o sus relaciones sociales, hacen creer a la persona que ya no sirve para más nada, que no son capaces de resolver sus vidas y ayudar a su familia, que se han convertido en una carga, por lo que son también disparadores del proceso. Son dementizaciones en este caso asociadas a procesos patológicos previos y desencadenantes, tal como microinfartos cerebrales3, trastorno bipolar4, diabetes mal controlada, Huntington, Parkinson, ACV, ELA, neurosis obsesiva, VIH-SIDA, comportamiento psicopático, etc.

Cuando el proceso de encapsulamiento ocurre en una persona psicológica y físicamente sana o perfectamente controlada, hablamos de casos puros de dementización –que en nuestra casuística de 293 casos analizados en los últimos 18 años significan aproximadamente un quinto de ellos, y cuando está presente ya anteriormente una patología física o psicológica, es una dementización asociada a ese problema anterior. La distinción es importante porque a los comportamientos anormales propios del proceso de encapsulamiento se le suman otros que son de otro origen como dolor, ansiedad, inquietud, movimientos involuntarios, en ocasiones agresividad, etc. También ocurre que en una persona sana al entrar en este proceso es medicada muy fuertemente, y entonces los efectos secundarios de las drogas psicotrópicas presentan signos propios que es necesario discernir.

A partir de entonces, aunque con oscilaciones y vaivenes durante el día o en distintos días, la persona así afectada concentra su atención sobre esa idea penosa y vuelve a ella permanentemente. De esta manera, y tal como nos ocurre a cualquiera de nosotros aunque muy ocasionalmente, la fijación de la atención sobre una idea abstracta lo desconcentra e impide que lleguen al cerebro las informaciones que normalmente lo hacen por los distintos canales sensoriales.

Comienza entonces a no recordar lo que hizo, lo que escuchó, lo que dijo (por eso pide que le repitan las preguntas o repite ella misma las preguntas que hace) o lo que ha visto porque en realidad su atención estaba en aquel otro "lado", porque al estar fijada la atención sobre aquella idea abstracta y paralizante, bloquea los estímulos que llegan habitualmente al cerebro para la esencial tarea del reconocer, que es previo a actuar y a pensar. Y eso le impide reconocer los rostros y las cosas que ya tenía cargada en el cerebro desde mucho tiempo atrás, o las palabras, y a no reconocer el significado de los gestos, los lugares, los objetos. Y al bloquear de esta manera y en forma cada vez más masivamente esos estímulos, al impedir que lleguen esos estímulos a las neuronas de los mecanismos de reconocimiento, se desarman las redes neuronales implicadas en ese sistema sensorial. Si el bloqueo perdura mucho tiempo, no sólo se desarman sino que también se desintegran, y pueden morir las neuronas por falta de energía por un mecanismo ya conocido de interrupción de las sinapsis. Comienza recién entonces a producirse el daño cerebral importante.

Si no todos, la mayoría de los comportamientos no habituales que van sucediendo son la consecuencia de la fijación de la atención obsesivamente en aquella idea penosa, terrible para él, y por eso se muestra desconcentrado, perdido, obnubilado. Por invocaciones firmes y cargadas de múltiples estímulos positivos simultáneos (gestos, sonrisas, palabras, caricias, etc.), puede momentáneamente salir de su ensimismamiento y volver a la normalidad o acercarse a ella, y aunque el efecto sea esporádico ello muestra claramente el origen del problema y también que para entonces el cerebro todavía no está dañado.

No se trata entonces de una enfermedad5, sino de un proceso individual en el que aflora siempre la personalidad de base de la persona. Cuando se inicia e incluso hasta bastante avanzado el proceso no hay daño cerebral alguno o demasiado significativo, por lo que es totalmente inútil pretender verlo reflejado en imágenes6, por más sofisticada que sea la técnica de su obtención.

En adultos muy mayores el proceso puede iniciarse simplemente por pérdida de la motivación vital, del interés en seguir viviendo. El saber popular, acuñado en todos los tiempos, todas las lenguas, etnias y culturas, lo denomina entregarse7. Pero el camino hacia la desintegración del cerebro es el mismo posteriormente.

En ese trayecto de bloqueo del sistema neuronal de reconocimiento asociado a los diferentes canales sensoriales, el desarme cerebral que ocasiona se topa con redes profusamente estimuladas y emotivas del pasado (la casa de su familia en la niñez, los tamaños físicos de los parientes y los vínculos de su familia de entonces que retoman actualidad al reemplazarlos con lo que cree ver, su lengua madre que perdió después de décadas de haber inmigrado, etc.). Pasan a vivir el pasado como si fuera su presente, porque son las redes neuronales que permanecen intactas o casi intactas y se resisten a su desintegración por haber sido extraordinariamente reforzadas, fuertemente emocionales, es decir, cargadas de gran cantidad y calidad de estímulos sensoriales.

Pero con lo que ahora sabemos que es la génesis del proceso de dementización, no sólo es posible descartar su origen genético, sino también que sea considerada una enfermedad, y más aún, que tenga que ver con el envejecimiento normal, aunque resulte paradójico. Si bien es cierto que es más frecuente a mayor edad, ello se debe sencillamente a que a mayor edad es más frecuente que tengamos pérdidas muy penosas, y en las generaciones muy anteriores socio-antropológicamente a nosotros ciertos modos de andar la vida se transforman al final en el marco fuertemente predisponente para incluirse en el proceso (rígida estructuración del ser, individualismo, sedentarismo, aislacionismo).

De la lógica expuesta, conocida como la teoría alternativa psicosocial del alzheimer, se deducen las acciones a llevar a cabo para intentar revertir el proceso, cuya posibilidad de éxito depende de lo relativamente reciente o avanzado en que se halle el proceso de dementización.

De lo que tradicionalmente se incluye dentro de lo cognitivo, la percepción sensorial merece un ulterior análisis exhaustivo desde la fisiología.

II. Los sentidos; sus componentes.

Los sentidos son capacidades especiales naturales que permiten una comunicación con el medio exterior y con nuestro cuerpo en forma interactiva. Contamos con la posibilidad de recibir estímulos de tres tipos, químicos, eléctricos y mecánicos, provenientes del exterior y de nuestro propio cuerpo, pero ya dentro de nuestro cerebro la comunicación es por vía eléctrica y química.

Todos los sentidos tienen dos componentes: la periférica, involuntaria, por la cual se reciben y transmiten estímulos al cerebro por los diferentes canales (que se nombran por la denominación con que se conoce a los sentidos), y otra central y voluntaria, asociada a la anterior pero cuya función es reconocer al objeto genérico del cual provienen los estímulos que entran por ese canal. También se denomina componente de identificación, y actúa en total interacción con la información ya cargada en el cerebro por experiencias anteriores, en forma de redes neuronales, que siempre tienen una componente sensorial del sistema de reconocimiento ya utilizado previamente.

La componente primaria básica y periférica de los sentidos utiliza los distintos canales para llevar información del exterior al cerebro, y que en forma automática genera la respuesta de acuerdo a la intensidad de la misma. En cambio, las respuestas frente al contenido detallado de los estímulos recibidos son variados y dependientes del mismo, como son las respuestas frente a lo que se reconoce (un rostro conocido o desconocido, un lugar, una palabra, un sonido, una textura, etc.).

Los sistemas sensoriales periféricos automáticos fueron evolucionando y volviéndose cada vez más efectivos y complejos, pero siempre manteniendo la no intervención del procesamiento cerebral, precisamente porque lo fundamental es la inmediatez de la respuesta. Son sistemas inherentes a los seres vivos y presentes en todas las especies animales y en algunas plantas, exquisitamente elaborados en los mamíferos, e íntimamente relacionados con la defensa y el ataque (sistema simpático-parasimpático).

Por el contrario, el sistema neuronal de reconocimiento que se encuentra asociado a cada uno de los sentidos, toma la información transportada por los canales, la coteja con la que ya se encuentra en el cerebro en forma de redes neuronales y brinda el saldo del análisis a otros sistemas de redes neuronales que realizan la integración y determinan a su vez el tipo de acción a llevar a cabo (sonreír al ver a nuestro niño, por ejemplo).

Su acción y su efecto esta mediatizada o intermediada por la atención y obviamente por la vigilia. Y precisamente en la atención reside propiamente la influencia de la voluntad en el sistema de reconocimiento.

La atención podría bloquear en forma directa el reconocimiento, o bien inhibir la acción que ello determina, como en el mecanismo habitual que utilizamos para bloquear el sonido del ruidoso camión que pasa cuando el interlocutor se descuelga con algo interesante (discriminación de la atención hacia lo que resolvemos como prioritario).

Pero el sistema de discriminación de la atención8, que obviamente ha tenido y tiene una importancia clave en la elaboración de respuestas de defensa y ataque luego del procesamiento de la información que nos llega, más lentas pero más precisas que las meramente reactivas del sistema automático de los sentidos, puede fijar como prioritaria la atención sobre una idea con connotaciones muy intensas. Una muerte penosa, la posible propia muerte, el vacío, la de ser un inútil, una situación terrorífica, espantosa o siniestra y muchas otras ideas muy especiales y personales, paralizan o pueden paralizar al fijar la atención sobre aquello que no es capaz de generar acción alguna. Todos hemos vivido en algún momento la situación de estar pensando concentradamente en algo y al mismo tiempo bloquear la transmisión de información por el sistema de reconocimiento.

Por ejemplo, si el paciente está próximo a una intervención quirúrgica importante en que objetiva o subjetivamente podría irle la vida, el espanto de su muerte puede transformarse en lo prioritario para atender y bloquear así los estímulos provenientes de los sentidos, con lo cual no reconoce lo que ve, lo que escucha o lo que toca. Pero como lo que ha priorizado es una "mera" idea, queda paralizado, y entonces pasa a estar en estupor, alucina porque no reconoce lo que ve ni lo que escucha, delusiona porque los movimientos de personas o cosas pasan a entenderse como persecuciones o ataques porque los desconoce, delira, e incluso puede arremeter contra las enfermeras y los médicos porque no las reconoce como tales, como quienes están para contenerlo, y aflora su personalidad de base.

El sistema de reconocimiento asociado a los sentidos es de una importancia esencial en todas las actividades de la vida diaria y del pensamiento. Cualquier acción que pretendamos realizar requiere que previamente se reconozcan imágenes, voces, olores, texturas, etc. Sin ello es imposible realizar ninguna acción ni elaborar un pensamiento coherente, aunque tanto desde el punto de vista motor como de lo cognitivo los restantes sistemas estén intactos.

El pensar también requiere del sistema de reconocimiento, dado que todo pensamiento toma coherencia y consistencia a partir de un contexto desde el cual ese pensamiento emerge y que se encuentra previamente cargado en el cerebro en forma de redes neuronales 9. Y se dirige también hacia otro contexto que debe ser reconocido, que puede ser el mismo que el anterior para diferentes objetivos (el análisis de textos o de situaciones, por ejemplo).

Puede decirse entonces que tanto el hacer como el pensar requieren previamente el reconocer, sistema este último en que están implicados los estímulos sensoriales de identificación, o en otras palabras, emocionales. Que adquiere por ello la categoría de un postulado universal de importancia aun no asignada para el análisis de todas las situaciones en que está involucrado el ser humano.

Las consecuencias de los conceptos generales previos son muchas, pero resaltaremos aquí cuatro:

1. las afectaciones sobre este tan sensible sistema normal y natural de reconocimiento tendrán consecuencias inmediatas sobre el comportamiento del individuo. Cuando se desconocen estos fundamentos, suelen atribuirse muy diferentes motivos y asignarles categorías totalmente distanciadas de la realidad (enfermedad, patología, daño cerebral, genes mutantes que se expresan súbitamente, etc.)

2. en un sistema en el que está implicada la voluntad, algunas afectaciones serán decisiones del individuo aunque no afloren al consciente, y requerirá entonces diagnosticar en cuáles casos ello es así, con la dificultad que ello entraña para sonsacarlo al estar implicada la voluntad.

3. Los mensajes que como trenes de estímulos se hacen llegar al paciente en esas circunstancia, o las terapias de estimulación sensorial, deben orientarse al envío de mensajes emotivos satisfactorios reconstruidas y vueltas operativas a partir de una previa anamnesis psicosocial de la historia de vida del individuo, y no a la estimulación física, química o mecánica, que al no ser procesadas integralmente por el cerebro no influirán en el comportamiento

4. son objetables las pruebas psicológicas o cognitivas, como el Mini Mental State Examination (MMSE), el NINCDS-ADRD u otros, en un individuo que se evalúa como encuentrándose bajo el bloqueo parcial o total del sistema de reconocimiento, ya que sus respuestas estarán por lo tanto necesariamente teñidas o totalmente alteradas por esa situación (no sabrá hacer, no sabrá decir; no sabrá reconocer, no sabrá entonces decidir).

Es paradójico que el sistema de reconocimiento no haya alcanzado el estatus que debiera dado su importancia crucial. Ello entendemos que ha jugado en contra de la comprensión cabal de los comportamientos anómalos que aparecen en el proceso de dementización crónica progresiva o alzheimer, y ha demorado en forma increíble la interpretación científica del mismo.

III. Pruebas expeditivas para la evaluación de la componente periférica y de la componente central o voluntaria.

Los siguientes son pruebas expeditivas que con recursos muy accesibles pueden utilizar los profesionales para evaluar la integridad de la componente automática periférica de los sentidos y de la respuesta de reconocimiento asociada a cada uno de ellos. En cualquier caso los profesionales están capacitados para adecuar estas pruebas a las condiciones propias particulares en que se habrán de ejecutar.

Visión: se enciende un foco relativamente fuerte en dirección al rostro de la persona y se observa su reacción. Si hay parpadeo, cierre de los ojos o desviación reactiva del rostro, ello significa que el canal sensorial está intacto. Luego se le acerca la foto de un ser querido, el dibujo que le hizo la nieta o de un rostro muy conocido por él, y la falta de reacción indica alteración del sistema de reconocimiento asociado a dicho canal.

Audición: en la dirección de un plano a 90 grados del que pasa por el cuerpo de la persona se deja caer un recipiente metálico al piso de granito, baldosa o cerámica y se observa la reacción 10. Si la hay en dirección al origen del ruido, ello denota integridad del sistema auditivo. Luego se le hace escuchar la voz de su pareja, de su hija o de alguno de sus nietos (si correspondiese) o de quien acompaña a la persona, y se atiende su reacción. Si no hay tal reacción y la persona permanece impertérrita, debe presumirse bloqueo del sistema de reconocimiento correspondiente al canal auditivo.

Gusto: Se da de probar a la persona un trozo de un vegetal extremadamente amargo o agrio 11 y si su reacción es de rechazo franco, es indicativo de integridad del canal periférico. Luego se le da una gustosa gelatina saborizada y luego de algunas cucharadas se le cambia por otra sin sabor alguno. La falta de reacción frente al cambio denota bloqueo de la red neuronal de reconocimiento asociada a ese canal sensorial. Es algo muy frecuente en el inicio del proceso de dementización crónica progresiva.

Tacto: Se le acerca la mano la superficie helada de una cubitera y si la reacción es de retirarla, ello hace presumir que el canal periférico táctil está íntegro. Luego se le acaricia una parte del cuerpo que no pueda acceder con la vista, y la falta de reacción es de presumir que se debe a una falla de reconocimiento de los estímulos que llegan por ese canal.

Olfato: Las enfermeras y otros profesionales pueden obtener en el propio servicio o en mantenimiento de la institución ya sea alcohol, amoníaco, acetona u otro líquido de olor muy penetrante. Colocado frente a las fosas nasales de la persona se observa su reacción, que si es de rechazo denotará el buen funcionamiento del canal periférico olfativo. Si luego se le pone en la mano su perfume favorito, o del que pueda disponer la enfermera o el profesional actuante y se le acerca a olerlo. La falta de reacción hace presumir el bloqueo del sistema de reconocimiento respectivo.

Equilibrio: Se hace caminar a la persona en la dirección de un escalón descendente y se observa la reacción cuando el pie no encuentra la superficie donde apoyarse (vacío). Si se detiene y retrocede o lo intenta, ello refleja que el sistema automático está viable. Luego se le hace caminar por una superficie levemente en ascenso, como las dispuestas para personas con capacidades diferentes, y si se observa que no reacciona frente al plano inclinado y tiende a tropezar, es posible una falla en el reconocimiento en ese canal.

Percepción corporal: Con un bastón se golpea uno de sus pies en un costado externo y delantero en forma repetida. Si hay reacción de retirar el pie para evitar el golpe, puede presumirse integridad de esa vía. Luego se hace sentar a la persona y se le coloca un pie cruzado con el otro y hacia atrás, y luego se lo incita a levantarse. Si al intentar hacerlo no desplaza primero el pie que ha sido cruzado, puede suponerse que no reconoce la posición en que se encuentra el mismo12, por lo que el reconocimiento corporal está bloqueado.

Sentido de lo extraño (o de la familiaridad): El mantenimiento de la capacidad automática para dirigirse a una abertura con o sin puerta, que es un patrón muy primario (respuesta automática de este sentido), contrasta con la incapacidad para reconocer una foto de un ser querido o de su mascota, o de un objeto harto conocido por la persona.

Ubicación y desplazamiento espacial: No se ha desarrollado una prueba que detecte la integridad del sentido de la ubicación espacial o de la falla en el sistema de reconocimiento asociado. No obstante, hablando con los familiares de la persona puede colegirse al menos si el reconocimiento falla por referencias de extravío en la calle o de movimientos o desplazamientos fallidos en el hogar. En ocasiones la persona sabe dirigirse "automáticamente" al servicio sanitario (debido a que la motivación fisiológica remite a un patrón de reacción de los albores de la socialización), pero es incapaz de reconocer otros lugares de su domicilio o bien se extravía al salir de él. Lo más engorroso es probar la funcionalidad de la componente automática de éste sentido, aunque no es imposible.

Estos conocimientos deben transformarse en operativos en los distintos lugares de desempeño de los profesionales especializados, y ello les habrá de permitir identificar comportamientos lógicamente derivados de ellos de aquellos que escapan a su lógica, y que por lo tanto puede presumirse otro origen distinto.

IV. Ordenación temporal de comportamientos diana en el proceso de Dementización Crónica Progresiva (versión 1.02, 2002)

FASE I

 

FASE II

 

FASE III

FASE IV

 

FASE V

V. Síntesis del protocolo de aplicación de intervenciones profesionales para la recuperación de personas que iniciaron el proceso de aislamiento activo o encapsulamiento o dementización crónica progresiva (vulgarmente conocido como alzheimer)

1a. parte: Presensibilización

Si es mujer lo táctil es el eje central de la presensibilización, que se efectúa entonces sobre el teñido y arreglo del pelo, de uñas de las manos o de los pies, maquillaje y pintura u otra acción que los familiares acuerden. Trabajan tres jóvenes profesionales del campo de la psicología realizando las siguientes tareas: una dirige el teñido y las otras dos la ayudan, en tanto que se le habla, se le acaricia, se la toca, se hacen bromas, se comentan banalidades, etc., sobre la base de la información de la estructura de la personalidad y los gustos de la persona, que es informada previamente al centro operativo del proyecto, de acuerdo a una cartilla que se le remite con anterioridad. Se realizan invocaciones emocionales fuertes hacia la atención, con mensajes claros, nítidos y afectuosos. Se centra sobre los canales sensoriales cuyos sistemas de reconocimiento no se muestran afectados, de acuerdo a las Pruebas de Funcionalidad de los Reconocimientos que ellas mismas irán haciendo en el transcurso de la presensibilización.

Si es hombre por lo general el tacto no es su fuerte, sino lo visual, auditivo o gustativo, por lo que la presensibilización se hace sobre esos ejes, con los contenidos que marcan las informaciones que provee el familiar más allegado.
Simultáneamente el Director del proyecto o quien este designe en su reemplazo, y junto a una profesional asistente, realiza la anamnesis psicosocial y recuperación de la historia vital de la persona con los familiares, debate con ellos los argumentos para ubicar la fase en que se encuentra en el proceso de dementización, y selecciona las fuentes gráficas y audibles identificadas como claramente positivas y satisfactorias, a lo que se le agrega la información sobre gustos, olores y texturas. Se identifican también las imágenes que están asociadas a pérdidas muy penosas y significativas.

2a. Parte:  Estimulación sensorio emocional positiva
En compañía de sus familiares con los cuales ha tenido (o tiene) un vínculo afectivo claro y fuerte, se le expone el vídeo con las combinaciones estéticamente presentadas de todo aquello que tiene cargado en su cerebro como positivo y satisfactorio, exclusivamente, en tanto se le ofertan los alimentos pasatiempo preferidos, perfumes y texturas.

3a. Parte: Estimulación sensorio emocional mixta
Idéntico a lo anterior pero se agregan las imágenes que remiten a las pérdidas penosas.

4a. Parte: Estimulación sensorio emocional actual (a continuación de la 3a.)
Idéntica a la 3a. parte pero se eliminan las pérdidas penosas y se reemplazan por los familiares queridos actuales, o las situaciones que lo ubican superando las pérdidas o inacapacitaciones, realmente o en sentido figurado. Se agregan imágenes vinculadas con lo que será su próxima tarea, que marcará su cotidianeidad y donde quedará asociada y entramada la estimulación sensorio emocional.

5a. Parte: Desde el comienzo se acordará con los familiares la que será la modalidad de reconstrucción de su yo, preferentemente como una labor solidaria donde se le demande, y se organizará  y acompañará el proceso de reinserción laboral enaltecedora, que tendrá la condición de que corresponderá con su capacidad y su historia de vida y que marcará de ahora en más su nueva cotidianeidad. Se usarán formas actualizadas o renovadas del vídeo base positivo de la 4ta. parte, asociado estrechamente con la nueva inserción laboral, con libre disponibilidad por parte de la persona.

6a. Parte: (Facultativa) Se negociará con algún medio de comunicación para la presentación de su labor en el espacio público13 , no como un caso de alzheimer recuperado sino por su intrínseco valor de persona mayor que hace algo valioso, u otra consigna si corresponde a una persona relativamente joven.

Que la aplicación de este Protocolo se realice en el hogar habitual de la persona afectada o bien en un hogar institucional dependerá básicamente de dos condiciones: la naturaleza del disparador del proceso y su futura inserción "laboral".

Todo el proceso de recuperación demanda de 2 a 3 meses.

La única modalidad de comunicación que habilitamos es a través de la casilla de correo electrónico stopalz@gmail.com

VI. Primer paso: INFORMACION PREVIA REQUERIDA A FAMILIARES

1. Nombre o apodo con el que se dirigen a la persona habitualmente

2. Origen del apellido propio (español, italiano, francés, alemán, polaco, catalán, ruso, vasco, portugués, alemán del Volga, belga, suizo, turco, sirio libanés, judío, armenio, griego, etc.)

3. Edad, género, casada/o, viuda/o, soltera/o, en pareja. Color de los ojos, de la piel, del cabello cuando joven. Si se teñía, cuál era el color preferido. Si usa anteojos, cuáles defectos corrige y las circunstancias de uso.

4. Si viuda/o, fecha aproximada de fallecimiento del cónyuge

5. Si jubilada/o, fecha aproximada en que dejó de trabajar en relación de dependencia

6. Fecha aproximada en que los familiares cercanos notaron comportamientos inesperados (olvidos de actos recientes, que había que repetirle las cosas, que formulaba una y otra vez la misma pregunta, que se perdía en la calle, que se quedaba estática/o, que miraba como en lontananza, o lo que les pareciera)

7. Fecha aproximada en que se le diagnosticara por un médico general o especialista en alguna de las siguientes categoría : arterioesclerosis, demencia senil, alzheimer, alzheimer temprano, alzheimer tardío, probable alzheimer, probable alzheimer genético, o lo que haya asentado por escrito, incluyendo, si hubiere, un código como por ejemplo F 0.00 o 0.0, o 0.01, 0.10 o lo que asentara.

8. Personas con la que convivía antes del diagnóstico o de que empezaran los problemas, y personas con las que convive ahora.

9. Pérdidas penosas muy significativas que tuvo en su vida, aunque hayan sido muy remotas.

10. Si tiempo atrás de que comenzaran los problemas de comportamiento sufriera una pérdida penosa significativa, aunque estimaran que fuera menor (por ejemplo, la muerte de la hermana con la que no se trataba desde hacía años). Si pueden valorar la capacidad que tuvo de afrontar dichas pérdidas.

11. Su historia de salud. Enfermedades que ha padecido y enfermedades crónicas que padece actualmente, incluyendo las que están perfectamente controladas (diabetes, hipertensión, etc.). Operaciones últimas a que fuera sometida/o, y tipo de anestesia utilizada. Remitir copia de sus últimos exámenes clínicos.

12. Incapacitaciones físicas actuales si hubiera, y cuándo y porqué se establecieron

13. Sus amores más claros e intensos han sido (o son):

14. Sus actividades que requerían movimientos corporales eran:

15. Lo que más apreciaba de sí misma (o de sí mismo) (pueden ser varias):

16. A cuál episodio, o serie de episodios, los familiares relacionan con lo que le pasa?

[NOTA: El segundo paso será ubicar al familiar en la fase que a juicio de los familiares corresponde ubicar a la personas que ha comenzado por seguir el proceso de dementización, de acuerdo a una cartilla que se le remitirá]

 

CASOS

1. AGCEERR, hombre de 67 años, casado, tres hijos, jubilado por discapacidad hace 9 años, no lleva a cabo una labor sustitutiva, limitándose a hacer mantenimiento en su hogar y de familiares. Comienza con la sintomatología coincidente con la Fase I del proceso DCP hace tres años, en forma fluctuante, luego de que se le diagnosticara cirrosis hepática por un médico de un ciudad vecina. Al revisar la información que aportaran los familiares se observa una contradicción entre los resultad os del laboratorio y el diagnóstico. Consultado el médico, este expresa que se lo dijo así para asustarlo, porque tomaba alcohol en demasía. La familia corrobora que tomaba con las comidas entre medio y casi un litro por día de vino tinto. La amenaza tuvo efecto, porque dejó de tomar, pero como dos de sus cuñados habían muerto de cirrosis hepática en forma muy penosa, ese diagnóstico constituyó el disparador de la DCP a juicio del plenario del proyecto. Se acordó en el grupo del proyecto enviarlo a un médico de la ciudad de Libertador Gral San Martín, (de los más respetados entre la población, por ser entonces poder alternativo superior) no sin antes hablar con él y ponerlo al tanto de la situación, y solicitarle que de resultar negativo el diagnóstico (lo que se suponía por los resultados previos y los dichos del primer médico), que le trasmitiera una afirmación amplia, firme, categórica y contundente (sic). No fue necesario aplicar el protocolo porque a la semana de que recibiera la confirmación de que no tenía para nada una cirrosis hepática, revertió todos los comportamientos anómalos de la Fase I. Todo el proceso tuvo lugar en algo más de 20 días.

2. JBCEERR, hombre de 83 años, viudo desde hacía 5 años, vivía solo en su casa cuando se lo encontró inconciente en el piso. Aparentemente había sufrido un ACV emocional, ya que no era hipertenso, que le afectara la motricidad de los miembros inferiores. Cumplía parcialmente las condiciones de la Fase II cuando fue internado en el hogar modelo de la ciudad, donde se detectó claramente el deseo de morir, expresándose en su negativa a ingerir alimentos . La atención personalizada afectuosa y considerada que recibiera en su nuevo lugar produjo un lento pero progresivo mejoramiento, comenzando por el reconocimiento visual de algunas de las personas que lo atendían, lo que llamó la atención. Los reconocimientos fueron recuperándose en todos los canales sensoriales que se pudieron probar aunque con altibajos (visión, audición, gusto, olfato, percepción corporal, tacto, s entido de lo extraño), recuperó la memoria reciente y se expresa perfectamente en sus buenos momentos. Claramente se ha detenido el deterioro sin la aplicación de medicamento específico alguno. No se le aplicó el protocolo.

3. MECEERR, mujer 74 años, divorciada, ex marido no hostil, internada con diagnóstico de demencia senil en el neuropsiquiátrico de la ciudad de Concordia en el 2002, luego de un coma al parecer diabético o por polifarmacia, y diagnostica como alzheimer tardío en el 2005 en dos oportunidades consecutivas. Internada en el hogar modelo de la ciudad en Fase II no completa, se le inicia en agosto el proceso de presensibilización. y de estimulación sensorio emocional en dos oportunidades, en tanto ya se la había alentado para la recuperación de su labor artesanal de muchos años, en la cual había sobresalido. El resultado fue súbito, y el cambio drástico, recuperando todos las funciones normales, perdiendo el movimiento de balanceo que tenía previamente y recordando todo excepto sus años de obnubilación total. Diabética mal atendida y peor cuidada, se le desarrolló un pie diabético, que actualmente está en tratamiento para evitar la amputación, de la cual se salvó por insistencia del hogar y del proyecto. Esto ha demorado su reincorporación al trabajo.

4. MOCEERR, mujer 74 años, viuda. Con su marido se trasladaron desde BA para vivir cerca de la casa de la hija, cuando él supo de su cercana muerte. Pasó de cumplir las pautas de la Fase I a las iniciales de la Fase II aun con oscilaciones en alrededor de dos años después de la muerte de su esposo, lo que no se alteró al pasar a vivir con su hija, quien fue capacitada por el proyecto. No obstante, cuándo ésta tuvo que operarse de urgencia, al volver a su casa, su madre percibió el cuadro de tensión y tuvo gestos de atención y acercamiento. Su hija, aun postrada, percibió el hecho y la diferencia y convocando y estimulando a toda la familia, se le facilitó a la señora del cuidado de su hija. En esa tarea fue recuperando los reconocimientos sensoriales, la memoria reciente y la total capacidad de expresión. No se le realizó el protocolo.

5. La Olvidadiza CEERR, mujer de 84 años, que poco tiempo después de morir su marido, con quien estuviera en pareja por más de 60 años, comenzara el proceso de dementización. Diagnosticada como alzheimer hace 5 años, se encontraba en Fase IV. Prácticamente no respondía a ningún estímulo y tenía un MMSE de 0 o 3, según los días. Manejaba entonces 4 vocablos (seguro, si, no, y ajá). No obstante se le aplicó el protocolo completo, y se prepararon canteros en el hogar modelo donde está internada para que recuperara su habilidad cultivadora de hortalizas. Durante la sensibilización fue aumentando gradualmente su capacidad de respuesta, llegan do a manejar 30 vocablos y hasta enunciar frases sin que se le pidieran, y recuperó al menos el sentido de la percepción corporal, no así el gusto y el olfato. Con el trascurso de los días, y con la sola estimulación de base del hogar modelo, fue recuperando el gusto (ya no quería comerse las tapitas del plástico, rechazaba la comida para diabéticos y se abalanzaba sobre empanadas), el olfato y el reconocimiento visual (se acercaba al espejo del baño y se miraba como lo hace cualquier mujer coqueta). Reconoce a las empleadas y se pelea con otras internas, todo lo cual antes no hacía. No perdió el movimiento oscilante repetitivo involuntario, aunque lo disminuyó. No mostró interés en reintegrarse a la horticultura, pero sí a matear. Se ha programado una nueva serie de estimulaciones en base a los reconocimientos sensoriales activos al momento.

6. Augusta D.JCPBA, mujer 82 casada, postrada por fractura de cadera no quirúrgico (al parecer), internada en un geriátrico por dudosa Fase I (quizás sólo envejecimiento normal) desarrolla casi instantáneamente los indicadores de la Fase II aunque parcialmente, y se recupera cuando su marido, convaleciente de una enfermedad, puede retornarla a su casa. En el geriátrico expresa su deseo de morir y se niega a ingerir alimentos. La gran distancia al centro operativo del proyecto y las graves dificultades financieras de dicho núcleo dificultan la posibilidad de actuar. Es la primera vez que observamos un cambio tan súbito entre uno y otro locus.

7. SKCEERR, mujer 72, su marido es sordo y prácticamente ciego, aparentemente el desenlace se produce a consecuencia de que su única hija tiene un marido alcohólico. Ya entrada en Fase I tiene una caída en la calle y de la operación le queda como secuela una infección intrahospitalaria localizada de muy difícil curación. Internada en un asilo público avanza a Fase II. Familia de testigos de Jehová, lo que entraña una dificultad adicional para actuar, por la desconfianza manifiesta.

8. ASCDUEERR, hombre de 55, diagnosticado probable alzheimer genético aunque APOE2 y APOE3 en el Instituto Lanari a los 50, desarrolla el proceso de DCP a partir de su último fracaso laboral. Previamente era, y es, un muy claro síndrome maníaco depresivo (síndrome bipolar actualmente), cuya ciclotimia euforia-depresión lo ha llevado siempre a tomar iniciativas laborales y luego abandonarlas, incorporando durante una época el consumo de alcohol, que ahora ha abandonado. Se encuentra entre Fase II y III. Se le aplicará todo el protocolo pero con el eje central sobre su reinserción laboral y la derivación a un psicoanalista, ya que la conducta de base claramente se apoya en acontecimientos anclados en el inconciente de rechazo/ aceptación paterna (madre "borrada") típicos del síndrome bipolar.

En estos momentos otros diez casos están siendo considerados por el Proyecto.

Noviembre de 2006

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