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Número 18 - Abril 2006

Red de Centros de Adultos Mayores
Un recorrido de 25 años, modalidad y cambios: nuevas respuestas

Liliana Gerkovich
terceraedad@amia.org.ar

AMIA - DEPARTAMENTO DE PROGRAMAS SOCIALES - AREA DE TERCERA EDAD
Red de Centros de Adultos Mayores: "Un recorrido de 25 años, modalidad y cambio: nuevas respuestas "

Cuando hoy pensamos en vejez, entendemos que hay cambios y nuevos modos de transitar esta etapa del ciclo vital.

En los viejos de antes, tenemos que pensar en los mandatos, esos deseos ajenos que tenían que cumplir: "había que...". Esto priorizaba sus vidas, y hasta se transformaba en goce.

Quienes trabajamos con viejos, hoy vemos actitudes diferentes, y entonces aparecen los nuevos viejos, productos de transformaciones y rupturas sociales en distintos momentos de la historia.

"Antes veníamos a matar el tiempo, ahora a disfrutarlo... Antes veníamos a buscar a otros, ahora también, pero ante todo, venimos a buscarnos a nosotros mismos."

Esta frase dicha por uno de los socios de nuestros centros, expresa el objetivo de esta presentación: mostrar cómo al modificarse la mirada acerca de la vejez, la modalidad de los centros que coordinamos también se ha modificado, exigiéndonos buscar nuevas respuestas.

¿Quiénes son?, ¿Cómo son? Intentaremos dar cuenta de algunas conductas que los caracterizan. Son nuevas subjetividades, con nuevos modos de encarar la realidad y sus relaciones sociales.

El más antiguo de nuestros centros, comenzó hace 25 años, a él concurrían en general mujeres, que deseaban encontrarse con otros, buscando llenar los huecos que la viudez, la pérdida de protagonismo en el ámbito doméstico, la jubilación, habían instalado en sus vidas, dando lugar a la aparición del fantasma "de la pérdida de sentido de la existencia". También concurrían parejas, con lo cual los centros eran más vividos como clubes para bailar ó realizar juegos de salón.

En la época a la cual nos referimos, nuestros viejos comenzaban a poder desanudar ciertos mandatos internalizados, dejaban de ser "apéndices de..." para transformarse en "soy", permitiéndose "salir" para incluirse en una institución, que no fuera la familia. La expectativa de quienes se acercaban a las actividades, estaba centrada en fomentar espacios de afectividad, y de transmisión que permitieran combatir la soledad, a través del compañerismo. Ya estar con otros, ser nombrados, reconocidos por un grupo de pares, y por profesionales con la mirada puesta más en las posibilidades que en las limitaciones de los viejos, era un logro que contrarrestaba las permanentes situaciones de pérdida a las cuales nos referíamos más arriba. Esto ayudaba a sostener el atravesamiento crítico que estaban tramitando.

Al satisfacer los requerimientos afectivos y sociales de los viejos, se fue creando en ellos un sentimiento de pertenencia muy profundo. Se escuchaban frases tales como: "el club es mi segunda casa", El grupo que se conformaba en los centros, comenzaba a funcionar como un espacio donde (como expresa Diana Singer) "lo ya dicho por la cultura puede ser reformulado", y por lo tanto la crisis del envejecimiento puede ser elaborada, para salir de la marginación a la que la cultura condena a los viejos, permitiéndoles buscar nuevos significados y conductas que les produzcan placer.

Y el tiempo fue pasando, sabemos que en estos 25 años hubo grandes cambios respecto de la vejez. La prolongación de la vida, ha devenido en modificaciones de la mirada social, y la subjetiva de los propios viejos. En nuestros centros observamos paulatinamente cambios en su posicionamiento. Alternan entre el desapego a viejas modalidades, y el apego a una nueva vida. Se integran a la misma desde el aprendizaje, desde la comunicación, desde la información, desde el querer estar junto a otros, compartiendo.

Estos viejos pueden tener proyectos autónomos, capacidad de decisión y mostrarse a sí mismos y a los demás, que la edad cronológica, si bien está, y con algunas dificultades y limitaciones, no responde a los patrones sociales que venían siendo hasta hace un tiempo atrás.

Hay un proceso de cambio y continuidad, cambio no como ruptura sino como transformación. Podríamos preguntarnos cuándo se produjo dicha ruptura, por qué, y qué marca la continuidad.

Cuando hablamos del proceso de envejecimiento debemos tener en cuenta el momento socio-histórico de cada sociedad. Si hay un decrecimiento en la interacción viejo – sociedad, no se debe al viejo en sí mismo, sino a la sociedad que lo separa y lo aparta inhibiendo y postergando sus deseos. Pero están aquellos que pueden atravesar los obstáculos sociales, y se mantienen apegados a objetos, situaciones y relaciones significativas de su vida, y esto perdura la mayor cantidad de tiempo posible, sustituyendo pérdidas y reparando con perspectivas de proyecto.

Se produce una ruptura cuando una sociedad deja de considerarlos "ancianos no productivos", "clase pasiva", y esa misma sociedad acepta la vejez cuando los viejos pueden legitimar sus propios deseos.

Recordemos la frase con la cual iniciamos esta presentación: antes a "matar el tiempo", ahora a "disfrutarlo". Cuando los viejos que asisten a nuestros centros manifiestan que ahora vienen a buscarse a sí mismos, se están preguntando ¿quién soy en esta nueva etapa de la vida? Esta forma de preguntar alude a decir "me falta ser", es decir todavía hoy existen proyectos, y/o la posibilidad de construirlos. Más aún, ahora nos están diciendo que ya no sólo buscan a otros.

Los nuevos viejos tienen la posibilidad de reconstruir asignaturas pendientes que en otros momentos no pudieron concretar. Esto habla de una vejez mas flexible, con más plasticidad y permeabilidad a meterse con cuestiones personales que antes era: "de eso no se habla", por eso estos nuevos viejo pueden poner en palabras sus fantasías, sus temores, hablar de su sexualidad, pueden jugar con el cuerpo, que también habla, pero desde otro lugar que no es solo dolor, sino también fuente de placer.

Este cambio de posicionamiento, es el que produce un crecimiento interior. Están aprendiendo a reformular su "yo puedo", aceptando lo que no se puede.

Las identificaciones con los otros funcionaron, el grupo se tornó un lugar de confianza. Ahora se buscan a sí mismos, escuchan sus propias emociones, se conectan con sus deseos, de ser, de saber y de aprender. Se apropian de su tiempo, y necesitan desplegar sus propios ideales, desarrollarlos y satisfacerlos. Su libido pasa a estar cada vez más puesta en realizar sus propias elecciones y en reformular su proyecto vital.

El centro en el cual desarrollaron su sentimiento de pertenencia, pasa a actuar entonces, como un organizador que les posibilita a los viejos que asisten, conectarse con su deseo, y aprender a redescubrirlo, otorgándole nuevas significaciones y simbolizaciones.

Sabemos que el ser humano no sólo requiere de logros afectivos, ó materiales, sino también realizar sus aspiraciones creativas. Aprendiendo y generando vínculos, y no sólo relaciones es decir, interactuando desde lo afectivo, es como nuestros viejos se constituyen, al decir de Pichón Riviere, en "sujetos de praxis", que siguen formando y transformando la cultura de la cual son parte. Lo observamos cada día, ellos mismos lo dicen y lo demandan: "venimos a aprender".

Antes hablar del tiempo de los viejos era hablar de mucho tiempo "libre", y por lo tanto de ocio, en términos de improductividad Hoy el tiempo de ocio se ha revalorizado y es visto como una parte importante de la vida, en cualquier etapa, y necesario no solo como reparador del trabajo, sino como posibilidad creativa y de relación con los otros. Y nuestros viejos, a partir de esos espacios dedicados a ellos, espacios promotores de oportunidades "saludables", coordinados siempre por profesionales de las ciencias humanas, comenzaron a vivir el tiempo con una doble dimensión, dualidad que Yuni y Urbano expresan como "creación versus destrucción", refiriéndose a la conciencia de finitud (menos tiempo de vida), pero más tiempo para disponer de él.

Hoy a nuestros viejos los enriquece y estimula, aprender, elegir, tener una sistematización en determinadas áreas del aprendizaje. Plantear un proyecto, comprometerse con una elección, delinear una idea, confrontarla, los lleva a tener un nivel de exigencia y excelencia, que es el motor del trabajo conjunto que diariamente se realiza en nuestras instituciones.

Para ellos vejez ya no es sinónimo de enfermedad, lo cual no quiere decir que no se enfermen, pero ante las adversidades, pérdidas o limitaciones, pueden descubrir, nuevos recursos que posibilitan la reorganización y concreción de esos proyectos.

Como coordinadores, que acompañamos su proceso de envejecimiento, debemos dar respuestas atendiendo a esta nueva demanda, y ofrecer oportunidades para que profundicen sus conocimientos y adquieran otros nuevos.

El objetivo que hoy perseguimos en nuestras instituciones, a través de distintas actividades, es desarrollar hábitos de participación, organización, y autogestión, promoviendo la toma de conciencia acerca de la necesidad de autocuidado, y de la formulación de un proyecto vital que mejore la autoestima y favorezca el desarrollo personal y social en esta etapa de la vida.

Nuestro abordaje de intervecion en la Red de AMIA es un modelo instrumental, basado en ideas y experiencias vivenciales que a modo de repensarlas en un intercambio donde no hay alguien que sabe y otro carente y receptor pasivo , nos permite elaborar nuevas estrategias de accion que posibilitan procesos de transformación de la realidad a la par que intentamos reflexionar sobre la estructura y funcionamiento de los vinculos grupales y sobre las crisis que ellas soportan,teniendo como centro a los adultos mayores a quienes ofrecemos un marco de contención, seguridad.y crecimiento.

Podemos decir entonces, que las redes sociales son formas de interaccion social , definidas por un intercambio dinamico entre personas, grupos e instituciones en contextos de complejidad. Es un sistema abierto y en construcción permanente que involucra a conjuntos que se identifican en las mismas necesidades, y problemáticas y que se organizan para potenciar sus recursos.

Dentro de la red de centros, ampliamos la cantidad y calidad de las propuestas. Los talleres que desarrollamos abarcan tanto el área física, como artística, recreativa, social, y cultural.

Para llegar a los objetivos, el coordinador de cada grupo, elabora una programación mensual, acorde a las características de ese grupo, respondiendo a las necesidades.

Habitualmente los talleres y actividades más solicitadas por los mayores son:

de Danzas, Teatro, Yoga, Coro, Gimnasia, Expresiòn Corporal, Folklore nacional e israelì, Artesanìas, Talleres de Reflexiòn , de Estimulaciòn de la memoria, Conferencias, Charlas, Paseos Culturales y recreativos, Festejos de cumpleaños , Fiestas Patrias y del Calendario Hebreo, entre otros.

A lo largo de nuestra trayectoria en el trabajo con ancianos hemos comprobado que el desarrollo de la creatividad artística y de la participación activa, articulados con una mirada contemplativa y reflexiva se reducen sensiblemente los riesgos psíquicos, físicos y sociales que se presentan en la vejez.

En esta demanda de aprender, y en el deseo de encontrarse con ellos mismos, los acompañamos a descubrir sus posibilidades y reconocer sus limitaciones, para dar continuidad al proyecto de vida que les da identidad.

En definitiva, pretendemos que los beneficiarios tengan la oportunidad de transitar una vejez saludable con menor riesgo.

Otro cambio que observamos, ligado a las demandas del nuevo viejo, es que si bien su sentimiento de pertenencia al centro al cual concurre, continúa siendo comprometido, hoy se permite no ser solamente "un fiel socio" del mismo, sino ser un "usuario". Es decir, elige, en el caudal de oferta existente, en el abanico de posibilidades que se le abren dentro y fuera de nuestra red, sin sentir que "traiciona", sino que es fiel a sí mismo, porque aprendió a escucharse, a hacerse cargo de sus intereses y necesidades.

Por otra parte observamos que, los logros obtenidos por los mayores, han generado en sus familias, una revisión en el modelo de vejez. Ahora son ellas, las familias, quienes deben acomodarse a los nuevos roles que se están gestando:

"lunes y miércoles ya no cuido mis nietos, tengo yoga", dice Juana. Y por otra parte escuchamos hijos que dicen: "el viernes tengo que ir a ver a mamá, su grupo de baile se presenta en un festival"

Las generaciones más jóvenes están viendo viejos con aspiraciones propias. A veces tienen que estimularlos, otras pueden acompañarlos, pero lo mejor es que están inscribiendo nuevas huellas en los modelos aprendidos, reformulándose su propio envejecer.

Finalmente, deseamos destacar, que los nuevos viejos con los cuales trabajamos, pueden tolerar y superar más fácilmente las desilusiones y los momentos de angustia y dolor. Hoy transmiten la alegría, el placer, y la libertad, de ser, capaces de amar y de aprender.

Y citando a Jean Paul Sartre: "lo importante no es lo que se ha hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos de nosotros mismos con aquello que se ha hecho de nosotros".

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