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Número 17 - Noviembre 2005

Redes sociales de apoyo a ancianos y ancianas indígenas en Bolivia

M. Mercedes Zerda C.
javmempi@ceibo.entelnet.bo

Bolivia es uno de los países del continente americano que tiene una población mayoritariamente indígena; sin embargo desde su nacimiento como república, ha sido siempre gobernada por representantes de la minoría blanca o mestiza de cultura occidental y recién desde hace pocos años se la reconoce constitucionalmente como un país pluricultural y multilingüe.

Según el censo nacional del año 20011, el 70% de las personas mayores de 60 años se autoidentifican como indígenas y casi en un 80% habla un idioma nativo.

Estos datos nos muestran un espectro especial de la conformación cultural de la población adulta mayor de mi país, en el que se nota un profundo contenido de culturas indoamericanas sobre todo quechua, aymara y guaraní que, habiendo sido consideradas siempre como campesinas, poco a poco van teniendo vigencia urbana debido al fenómeno creciente de migración desde el campo a la ciudad.

Redes familiares y comunitarias de apoyo

El porcentaje de personas de 60 años y más que viven solas es uno de los más altos del continente, en contradicción a la norma de que en los países pobres hay pocos hogares unipersonales de ancianos porque la tendencia a vivir sólo implica una mejor condición económica.

Estas personas solas se encuentran sobre todo en el área rural donde no hay rentas por jubilación y los ingresos por su producción son prácticamente inexistentes.

Si estos ancianos y ancianas pueden sobrevivir es gracias a una intrincada red de apoyo familiar y comunitario que les sostiene aún cuando sus hijos se encuentren lejos del área rural, muchos en ciudades bolivianas o de países hermanos como Argentina y Brasil.

En la conciencia colectiva de los pueblos indígenas existen elementos culturales que favorecen la existencia de las redes de apoyo. Mencionaremos dos:

El primero se refiere al sistema de reciprocidad y redistribución que rige las relaciones interpersonales y que está en el cimiento de su economía.

De acuerdo a esta percepción, no se gana poder social acumulando, sino más bien redistribuyendo lo que se tiene y reciprocando lo que se recibe, de este modo se distribuyen bienes, favores y afectos, quedando permanentemente en deuda por los bienes, favores y afectos que se reciben; así la redistribución y la reciprocidad son elementos fundamentales de las relaciones económicas, las relaciones con la naturaleza y también las relaciones familiares y sociales.

Las personas viejas, a lo largo de su vida han distribuido y recibido favores de los que guardan cuentas muy precisas, tejiendo de esta manera una tupida red de dependencia mutua en la que todos dan y esperan de los demás aynis 2 que se les debe o que deben.

El segundo elemento que favorece la existencia de redes de apoyo familiar se refiere al concepto de orfandad. En el idioma aymara existen dos palabras para huérfano: "wajcha" que significa no tener padres y "ama" que significa no tener hijos. Ambos conceptos implican una carencia, los niños sin padres serán más vulnerables pues tienen menos protección; del mismo modo, las personas sin hijos no tendrán apoyo para el final de su vida.

En la cultura ayorea encontramos también todavía vigentes tradiciones culturales que determinan la responsabilidad familiar por los viejos. El momento de casarse las parejas jóvenes adquieren responsabilidad en el sostenimiento de su padres y suegros:

"Las hijas mujeres ayudan a sus padres, les dan qué comer les regalan plata y los hijos hombres a sus suegros, es que cuando los muchachos jóvenes se casan deben mantener a sus suegros a su mujer y ya no pueden mantener a su madre ni a su padre, el muchacho joven mantiene a sus suegros, y si la chica se casa, hace mantener a su madre y padre con su marido". (doña Luisa.) 3

Todas estas formas de apoyo mutuo están cambiando debido al contacto de las culturas nativas con el mundo occidental y se puede encontrar notables diferencias entre el comportamiento de los que viven todavía en sus comunidades rurales y los que han migrado a las ciudades

Las mujeres viudas en el campo recurren a sus vecinos para que les ayuden en sus labores diarias, mientras que en la ciudad solamente la familia cercana colabora y no siempre puede hacerlo.

Cuando los viejos hablan de su comunidad4 en el campo la reconocen como una importante red de apoyo mutuo. Sostienen que cuando una persona adulta mayor queda sola, en situación de máxima vulnerabilidad, la comunidad tiene obligación que ocuparse de ella. Las mujeres viudas en el campo son quienes mayor apoyo de la comunidad reciben básicamente para el cultivo y el pastoreo.

Pero además del apoyo en el trabajo, la comunidad rural cumple una importante función de apoyo psicológico, especialmente para las mujeres que sienten que la comunidad es como una familia extendida, todos se conocen desde niños y siempre han estado juntos; esto hace que los lazos afectivos sean fuertes.

La vida de comunidades indígenas en el campo, alejada de la tecnología urbana, permite que la persona mayor sea más valorada por sus conocimientos y experiencia, pues son los ancianos y ancianas los que mejor saben cómo sobrevivir en ese medio ambiente; conocen su entorno y son depositarios de conocimientos ancestrales que han permitido sobrevivir a ese grupo cultural. De esa manera, mientras menos occidental sea una comunidad, los jóvenes valorarán más el conocimiento del anciano mientras que en la cultura occidental el viejo ha perdido ese carácter. Los indígenas viejos ven sus consejos y su experiencia como una riqueza o un legado que dejan a sus hijos y nietos.

Las tradiciones culturales de atención y cuidado de los viejos brindan a estos seguridad emocional en sus comunidades originarias. Las personas que son viejas ahora, vivieron con la idea de que envejecerían al cuidado de sus hijas o de sus yernos y también recibirían apoyo de sus comunidades, pues eso era lo que en su vivir cotidiano sucedía, cuando eran niños y jóvenes tuvieron que ocuparse de sus abuelos y aprendieron cómo a éstos se les ofrecía las mejores presas de caza, se les respetaba, pedía consejo y de este modo envejecieron seguras de que no sufrirían desamparo.

Migración y ruptura de las redes de apoyo en la ciudad.

Esa confianza en las redes sociales de apoyo, se ve frustrada cuando la familia indígena se traslada a la ciudad y por la influencia de la cultura occidental, empieza a cambiar su forma de vida y ya no puede cumplir con muchas de las tradiciones de resposabilidad social que eran cotidianas en sus comunidades de origen, así los viejos se ven enfrentados a una situación en la que su idea de vejez se va diluyendo, dando lugar a una realidad de abandono (generalmente involuntario de la familia) y disminución de su valor social.

Las estadísticas actuales y las proyecciones, nos indican que la movilidad de ancianos desde el campo hacia las ciudades está en permanente incremento y para el año 2025 menos de un tercio de la población mayor será rural 5.

El proceso por el que el habitante campesino asienta su residencia en la ciudad, tiene un fuerte componente de desarraigo cultural y desadaptación que cobra mayor dramatismo cuando se trata de inmigrantes adultos mayores. Los indígenas de edad avanzada que se trasladan del campo a las ciudades tienen que enfrentar dificultades de orden social, económico, cultural y psicológico en su proceso de adaptación

En un país pluricultural y multilingüe como Bolivia, debiera existir respeto por las diferentes culturas nativas, pero en la práctica cotidiana existe una permanente y dolorosa discriminación.

En una sociedad así, es muy difícil para las personas ancianas adquirir las formas de comportamiento que les pide la cultura urbana para tomar parte de la misma, para ellas es imposible mimetizarse como lo hacen los migrantes mas jóvenes.

Las personas mayores, siguen siendo indígenas rurales dentro de la ciudad; no hablan castellano, y no pueden competir como fuerza de trabajo pues las tareas que habitualmente realizaban en el campo y para las que son expertas (cuidado de animales, caza, pesca, labranza de la tierra) no son demandadas en la ciudad.

La permanente pobreza en que viven las familias indígenas en las ciudades, hace que las antes fuertes relaciones de apoyo a los viejos y que todavía se mantienen vigentes en las comunidades rurales, en la ciudad se quiebren dando lugar a un incremento paulatino de abuso a los mayores, sobre todo del despojo de bienes.

La desadaptación cultural.

El problema emocional más duro al que se enfrentan los viejos indígenas se da en el marco de la migración forzada del campo a la ciudad.

Cuando las parejas jóvenes se trasladan a las ciudades, generalmente dejan a sus padres en sus comunidades rurales y suelen dejarlos acompañados por algunos nietos para que los asistan. Con mayor frecuencia, los ancianos mueren primero y las ancianas denominadas "awichas" 6 en aymara, son llevadas a las ciudades por sus hijos.

Llegan a la ciudad cargando su idioma, su manera de entender el mundo, sus tradiciones, valores y costumbres. Se encuentran con un mundo en el que se habla otra lengua, que tiene otra cultura y en el que sus valores comunales de solidaridad y reciprocidad tienen que ser cambiados por valores individualistas de competencia que son los que se imponen en las ciudades.

La desadaptación que sufren les acarrea distintos problemas psicológicos: disminución notable de su autoestima, dificultades de comunicación, soledad, entre otros, que hacen que la calidad de vida de las personas de edad indígenas en las ciudades sea muy baja.

Sienten que ante la pobreza de la familia, deben aportar pero no pueden hacerlo debido a sus limitaciones laborales, esto hace que terminen realizando los trabajos peor pagados.

La migración es una realidad socio cultural y económica que afecta al desarrollo de la cultura nativa y su preservación. Afecta negativamente cuando desindigeniza a los jóvenes para que encajen en una sociedad de cultura urbana occidental. Afecta negativamente cuando margina e invisibiliza a los adultos mayores nativos que no pueden asimilar la nueva cultura.

Por eso es importante que al momento de elaborar programas de apoyo psicológico para los adultos mayores en las ciudades se lo haga alentando alternativas que permitan al inmigrante una mejor adaptación a su vida citadina sin tener que renunciar a sus tradiciones y valores culturales propios, más bien haciendo que se desarrollen en el ámbito urbano creciendo y potenciándose en su relacionamiento con otras culturas.

Progresar puede significar vivir peor

Los viejos son conscientes de que la pobreza está destruyendo valores de supervivencia que siempre fueron importantes en sus culturas nativas, por eso afirman sin dudar que la civilización y el progreso para ellos significa pobreza y peores condiciones de vida .

Los ayoreos consideran que en la selva su vida era mucho mejor; no tenían dinero, no contaban con las ventajas que brinda el Estado, la civilización y el progreso, pero no tenían tantas necesidades insatisfechas como ahora que están más integrados al Estado boliviano. Modernizarse para ellos significó conocer la pobreza.

"En el campo no había cosas para comprar, en el campo era gratis todo. En estos días todo es comprado y es carísimo las cosas de comprar. En el monte el que trabaja tiene para su familia, sólo busca y ya tiene comida, el que es flojo tiene poco, pero aquí el que tiene plata aunque no trabaja compra no más comida." (D. Chiqueno)7

A propósito de esto, encontramos una interesante postura planteada por Mayra P. Espina cuando, tomando conceptos de Claude, afirma que las definiciones y cálculos de la pobreza se fundamentan en carencia, ausencia de bienes, limitaciones en el consumo que se considera mínimo imprescindible, sin embargo, debates recientes apuntan hacia la exigencia de ampliar este campo hacia el del "consumo de males", del progreso económico de una sociedad 8

Las personas de edad avanzada de naciones originarias e indígenas están seguras que si se pudieran mantener y difundir los valores de colaboración y equidad social propios de sus culturas, sería más fácil lograr el desarrollo del país.

Si durante casi quinientos años la cultura dominante ha creído que la manera de "ayudar" a los indígenas consistía en "civilizarlos" integrándolos a la cultura occidental, y el producto es un país racista en el que prevalece una espeluznante inequidad social y económica, es momento de detenerse, reconocer que el sistema no funciona y aceptar la posibilidad de que las comunidades indígenas tengan un modelo propio de desarrollo social que finalmente saque al país del atraso.

Quizá éste sea el momento de aceptar que en vez de intentar que los indios "progresen" en las ciudades, debamos "indianizar" nuestras ciudades para adaptarlas y hacerlas vivibles para la creciente cantidad de indios que viven en ellas.

Envejecer "siendo" uno mismo: El modelo de la comunidad Awicha

Una experiencia de intervención psicológica con indígenas viejos, que se localiza en la ciudad de La Paz, es la Comunidad de Ancianos y Ancianas "Awicha", que a partir de una propuesta de desarrollo autogestionario de aymaras urbanos, hemos tenido la suerte de compartir durante los últimos veinte años.

Usando las herramientas Rogerianas de intervención no directiva en el trabajo con grupos culturalmente oprimidos, desarrollamos un programa de atención integral a la persona adulta mayor migrante indígena en la ciudad, facilitando su adaptación a vida urbana a través de un proceso de "ser si mismo" .

A lo largo de los años se ha configurado un programa que atiende de manera permanente al rededor de trescientos adultos mayores con dos viviendas comunitarias, tres comedores y varios centros de día organizados según la tradición aymara.

Las características fundamentales del programa son las siguientes:

De esta manera, los viejos indígenas en la ciudad han ido fabricando su propia "comunidad aymara urbana" dentro de la cual recuperan poco a poco su dignidad y reivindican el respeto por sus costumbres y valores tradicionales. En esta "comunidad" se habla su idioma, se bailan sus danzas nativas, se mastica hojas de coca, se escucha su música, se organizan según su tradición, se realizan los ofrecimientos rituales para todos los espíritus de la naturaleza, se curan con su medicina natural; recuperando de esta manera la autoestima perdida y la valoración de su propia cultura

Dentro del programa, envejecer ha significado para las awichas, la posibilidad de ser ellas mismas, con su propia identidad cultural, en un contexto de revalorización de un rol que creían haber perdido al migrar a la ciudad y que implica un compromiso de la persona mayor con su entorno social

Están reivindicando el derecho de ser aceptadas por la sociedad moderna sin condiciones, de manera horizontal, respetando su identidad cultural. Vivir su vejez de esta manera es un compromiso político con el futuro de los pueblos indígenas, es abrir el espacio para que los nietos puedan sentirse orgullosos de su cultura y no tengan que ocultarla para ser aceptados en la comunidad nacional

Notas

1 INE. 2003.

2 El "ayni" es una institución cultural por la que se tiene la obligación de retribuir algún bien recibido o cualquier tipo de ayuda, se dice por ejemplo: "tengo un ayni de cocina que me debe mi comadre porque he cocinado para su fiesta".

3 Zerda, M: Vejez y Pobreza en Bolivia: La visión de las personas de edad. HelpAge International. 2005.

4 La palabra "comunidad" es para los indígenas aymaras y quechuas el equivalente de "ayllu" y se refiere al conjunto de familias que viven agrupadas formando la unidad social más básica de su organización política.

5 Datos elaborados con información de CELADE 2000. Pg. 55

6 ""awicha"" se traduce en castellano como abuela.

7 Zerda, M, 2005.

8 Claude, 2002. Mencionado en Espina, M. Paula 2003.

 

BIBLIOGRAFIA:

Claude, 2002. Mencionado en Espina, Mayra Paula: Debates sobre Estado, Pobreza, Participación y Desarrollo. 2003.

Guzmán, J. Miguel: Envejecimiento y desarrollo en América Latina y el Caribe. CELADE. Serie Población y Desarrollo Nº 28. Santiago 2002.

INE: Bolivia: Situación Sociodemográfica de la Población Adulto Mayor. 2003.

Zerda, Mercedes: Vejez y Pobreza en Bolivia: La visión de las personas de edad. HelpAge International. 2005.

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