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Número 17 - Noviembre 2005

Los viejos y el comportamiento sexual en una cultura de alta contextualización

Mercedes Zerda C.
javmempi@ceibo.entelnet.bo

La conceptualización que los seres humanos hacemos del entorno que nos rodea, está mediatizada por el aprendizaje que hicimos a lo largo de nuestras vidas sobre la base de la cultura en la que vivimos.

Habiendo culturas que dan más o menos importancia al contexto que rodea un hecho; el nivel de contextualización de nuestra cultura definirá la actitud que tengamos sobre cualquier hecho, por supuesto también nuestra actitud sobre el comportamiento sexual.

Analizaremos las concepciones que tienen sobre la sexualidad humana los viejos indígenas de la región andina cuyas culturas, a diferencia de las culturas occidentales modernas, son de "alta contextualización" y a las que pertenecen dos tercios de la población adulta mayor en Bolivia.

En las culturas andinas, el entorno es más importante que el individuo, esto se observa a través de su idioma que se caracteriza por la precedencia del modificador respecto de su núcleo. Es decir, en el aymara tiene prioridad la explicación de las características del objeto del que se habla, o el modo en que sucede una acción antes que el objeto gramatical o el verbo mismos.

En aymara se contextualiza todo lo que se dice; el hecho de proporcionar detalles que enmarquen y expliquen la situación de aquello que se está considerando es parte del orden gramatical del idioma.

De este modo, en la percepción indígena de las relaciones del hombre con la naturaleza, el contexto natural y social prevalece sobre lo particular y por ello los viejos indígenas, custodios de su cultura, entienden el comportamiento sexual como parte de la gran cosmovisión natural, no lo entienden como un fenómeno estrictamente privado, aunque se trate de conductas que se desarrollan en el ámbito de la intimidad.

Las culturas indígenas son animistas y al considerar que todo en la naturaleza tiene espíritu, la naturaleza entera tiene sexualidad, tanto las plantas como los animales, hasta las piedras y los aires se enamoran.

El ser humano es parte integral de la naturaleza por lo tanto todas sus acciones puede considerarse como elementos que componen las causas de transformaciones que ocurren en el entorno natural.

Las concepciones con las que los viejos indígenas actualmente interpretan su propia sexualidad y juzgan el comportamiento sexual de su entorno social, son producto del bagaje ideológico que predominó en su cultura a lo largo de su vida.

De este modo, podemos considerar las concepciones que los viejos indígenas tienen sobre el comportamiento sexual desde dos puntos de vista:

El equilibrio ecológico que permite el desarrollo armónico de la sociedad es algo muy preciado, las personas deben evitar la ruptura de ese equilibrio que tiene que ver no solamente con el cuidado o destrucción de recursos naturales, sino también de recursos sociales como la familia y la comunidad.

De este modo, la preservación del equilibrio natural tiene que ver con el comportamiento individual de las personas, por eso existen una serie de normas morales que se deben cumplir estrictamente pues su infracción puede provocar consecuencias que afecten a todo el grupo social.

El comportamiento sexual socialmente aceptado, debe estar enmarcado dentro de la relación de pareja hembra macho y debe ser monogámica.

Realizar actos sexuales socialmente "incorrectos" puede desencadenar desastres climatológicos, como granizadas, heladas o inundaciones; de este modo el comportamiento sexual individual tiene consecuencias sociales y por ello existe mucho control social sobre el comportamiento sexual de los individuos.

La bigamia es severamente castigada y tiene una sanción moral muy alta. Cuando un caso de infidelidad conyugal es descubierto en una comunidad indígena, las personas involucradas pueden llegar a ser expulsadas de la comunidad para siempre.

El equilibrio social que es un aspecto del equilibrio natural, debe preservarse aún a costa de que la comunidad termine inmiscuyéndose en la vida particular de los individuos.

Así es como la estructura social ha desarrollado costumbres que efectivizan el control social, los padrinos, las autoridades comunitarias y los ancianos cumplen tareas de prevención y sanción de actos indebidos; aconsejando, amonestando y finalmente juzgando los mismos.

Muchos viejos consideran que gran parte de los males que la sociedad actual enfrenta, sobre todo los referidos a fenómenos naturales, son causados por que se está perdiendo paulatinamente el control social sobre el comportamiento inmoral de las personas, especialmente en el ámbito de la sexualidad.

Habiendo vivido en el campo la mayor parte de sus vidas, donde esta concepción de control social prevalece, las personas mayores que han migrado a las ciudades se espantan de las actitudes abiertas y tolerantes que sobre el comportamiento sexual se tiene en la cultura occidental.

Los jóvenes que expresan en las calles públicamente su deseo sexual, abrazándose y besándose sin pudor; la televisión que muestra imágenes tan explícitas sobre las relaciones sexuales; la vestimenta provocativa que usan las jóvenes y que excita no solo a su pareja sino también a otros hombres; la tolerancia ante la infidelidad y el hecho de que sea común sobre todo en los hombres el haber tenido más de una pareja, ante los ojos de los viejos y viejas indígenas, son hechos sociales imperdonables que permite la sociedad occidental.

Sin embargo, los viejos que respetan con mayor disciplina las reglas sociales sobre el comportamiento sexual, no son mojigatos, entienden el comportamiento sexual como algo natural y les parece extraña la idea de que a edades avanzadas "deba" dejarse de ejercer actividad sexual, piensan que esto depende de la capacidad física de cada uno y de cómo la naturaleza dispuso el deseo sexual en unos y otros, no tienen prejuicios negativos hacia quienes hasta muy avanzada edad siguen practicando el sexo.

Todo en la naturaleza tiene espíritu y todo responde a la dualidad complementaria hembra – macho. Desde las piedras hasta las estrellas tienen sexo y todo lo que está en el medio ambiente tiene atributos de fortaleza o de reproducción como el hombre y la mujer, ambos juntos complementan sus cualidades y por lo tanto se necesitan.

La diferencia de roles entre hombre y mujer, tanto en el trabajo como en otros aspectos de la vida social y familiar, es muy precisa y se complementa. El concepto aymara de "chacha-warmi" significa hombre y mujer juntos, el cargo de autoridad en una comunidad, no lo cumple el hombre solo, éste debe ser cumplido como "chacha-warmi" es decir por la dualidad hombre - mujer.

El comportamiento sexual es parte de la naturaleza y como todos los fenómenos naturales no tiene valoración positiva ni negativa, simplemente es. Aunque la sexualidad es importante en la vida de los seres humanos, no se le asigna conscientemente un valor excepcional, las "awichas" (abuelas en aymara) y "achilas" (abuelos), consideran que el deseo sexual es algo natural, ni bueno ni malo, es como tener hambre y comer, tener sed y beber.

Estas personas viejas que están criticando permanentemente el comportamiento sexual urbano moderno, cuando hablan de su propio comportamiento sexual son mucho más naturales y abiertas que la mayor parte de las personas de cultura occidental bolivianas de su misma edad.

En conversatorios que organizamos para hablar sobre temas referidos a la sexualidad de la persona de edad, pudimos apreciar que consideran el deseo sexual como algo que está distribuido en diferente intensidad a cada persona y estas diferencias individuales determinan la vida sexual de cada uno, las personas viejas que son sexualmente más activas, no son mejores que aquellas que no lo son, simplemente son distintas.

Así podemos encontrar una mujer muy mayor que nos dice que desde que enviudó, hace treinta y cinco años, no ha vuelto a sentir nunca más deseo sexual, pues al parecer su difunto marido era el único que podía motivar sus impulsos sexuales. Otra afirma textualmente que "a diferencia de la mayoría", nunca se ha desesperado por el sexo, aún teniendo marido no ha sido muy "deseosa" y por lo tanto cuando enviudó no extraño aquello que nunca sintió realmente. Una tercer expresa sin ningún pudor que al quedar viuda extrañó mucho las relaciones sexuales y sufrió hasta que encontró otro hombre que la satisfizo.

Una señora de setenta y dos años nos dijo que su sexualidad se clausuró a los cuarenta años, cuando enviudó y a ella le parece natural que al terminarse su relación de pareja su deseo se haya ido extinguiendo paulatinamente, pues nos dice que ella quedó "ch’ulla", que textualmente quiere decir impar en castellano. "Eso, (afirma refiriéndose a las relaciones sexuales) es para dos, como pues voy a seguir sintiendo si me he quedado "ch’ulla", al principio tenia pena pero después poco a poco me he olvidado ese sentir y estoy tranquila"

Finalmente conversamos con varias que nos contaron que mantienen relaciones sexuales satisfactorias aún siendo de muy avanzada edad, como una de ellas que tiene setenta y ocho años y todavía sigue "sirviendo" a su esposo que es diez años más joven. La mayoría son viudas y hablan de su sexualidad pasada con mucha confianza y picardía entre ellas, explicando que su vida sexual terminó cuando enviudaron y sostienen que eso fue lo que le tocó a cada una en el reparto de satisfacción sexual, estando la mayoría muy conformes de sus diferencias pues no tienen por qué ser todas iguales.

Entre los hombres sucede algo equivalente, algunos indican que siguen "cumpliendo" pues su deseo es grande y su capacidad física lo permite, otros indican que su deseo sexual se está "gastando" o ya se ha "gastado" definitivamente y eso no implica mayor problema sobre todo porque también el deseo ha disminuido en sus esposas debido a la edad. Solamente si el hombre no tiene mucho deseo y su mujer es "caliente", éste debe esforzarse y "cumplir" para satisfacerla.

Las personas que afirmaron tener todavía una vida sexual activa mostraron mucho interés por hablar del tema y poder descubrir en las conversaciones las experiencias de otras personas de edad avanzada.

Nos llamó la atención que muchas de las personas viejas con las que conversamos, consideraban haber tenido una vida sexualmente satisfactoria a pesar de que en muchos casos sus matrimonios habían sido arreglados por sus padres, habiendo llegado a quererse recién después de casados.

Un anciano nos contó que cuando él tenía veinte tres años se juntó con una niña de trece años, que habían determinado sus padres, sería su esposa. La niña no tenía ningún interés por el sexo, y el vivió pacientemente a su lado como con una hermanita menor que todavía jugaba con muñecas, hasta que la niña cumplió diez y seis años que fue el momento en que según él ella se enamoró de su pareja y empezaron a tener relaciones sexuales. Ahora ella tiene sesenta y cinco, él tiene setenta y cinco y todavía de vez en cuando hacen el amor.

En relación a su concepto sobre las personas homosexuales, ni los hombres, ni las mujeres mostraron en ningún momento actitudes de rechazo, nos explicaron que la naturaleza a veces produce seres diferentes a lo normal y que puede darse el hecho de que una persona excepcionalmente sea hembra y macho al mismo tiempo, asimilando de esta manera el comportamiento homosexual como extraño, pero no malo.

Muchas de las concepciones que manifiestan los viejos indígenas, están cambiando paulatinamente ante el contacto que tienen con la sociedad occidental, pero en ningún momento notamos un puritanismo que sí hemos encontrado en grupos que no son indígenas y cuyas percepciones sobre la sexualidad están influidas fuertemente por preceptos religiosos o moralistas que reprimen el placer y se concentran en la función reproductora de la relación sexual.

Cuando las mujeres y hombres indígenas hablan de su sexualidad en el momento actual y también en el pasado, cuando eran jóvenes, sin reparos cuentan sobre cómo lo disfrutaron. Aquellas personas que no tuvieron una sexualidad muy gratificante escuchan con atención y afirman que no se sienten frustradas por no haber alcanzado niveles de pasión tan elevados.

Como conclusión de este primer acercamiento hacia la sexualidad de las personas de edad indígenas, es importante rescatar el concepto de que nuestro comportamiento sexual es parte del todo que es la naturaleza y que así como no está deslindado del ámbito social en que se desarrolla, tampoco está deslindado del entorno natural.

La sexualidad de las personas se desarrolla a lo largo de su vida y cuando llega el momento de disfrutarla se la disfruta y esto será mientras dure, para unos más que para otros y cuando termine, no hay que lamentarlo porque así es la naturaleza. Una planta no puede estar siempre en flor, tiene que dar fruto y secarse para dar lugar a la nueva planta.

La Paz, octubre 2005

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