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Número 17 - Noviembre 2005

Envejez-siendo

Graciela Zarebski
zarebski.graciela@maimonides.edu

Hace tan sólo quince o veinte años, alrededor de 1985 - 1990, en Argentina, comenzaba la primer cátedra de Psicología de la Mediana Edad y Vejez en la Universidad de Buenos Aires. Ya su título, que hoy no sostendríamos, es indicativo del cambio y avance: hemos dejado atrás la idea de ciclos de vida, pasamos a hablar del curso de la vida. No hacemos referencia ya a una psicología de la vejez, sino al envejecimiento como proceso (¨envejez-siendo¨) y tomamos a la mediana edad como el punto decisivo para ir trabajándolo anticipadamente.

Fueron veinte años en los que nos propusimos insertar y desarrollar una concepción del sujeto envejeciente que aporte al equipo gerontológico lo que la biogerontología y la gerontología social no alcanzaban a explicar o trataban de explicar mediante fórmulas generalizadoras. Nuestro desafío era y sigue siendo, entender en los condicionantes subjetivos, familiares, es decir, del microcontexto, que inciden en distintos modos de envejecer.

Nos costaba abrirnos camino, por diversos motivos externos e internos: externos – en realidad internos a la Gerontología o a sus círculos de poder – por lo que implica el ceder un lugar a otro con una óptica nueva. Internos, porque ya no se trataba tan sólo de hacer clínica, de abordar la psicopatología. En mi caso, me propuse entender los mecanismos que llevan a uno u otro desenlace – normal o patológico - aprendiendo de los que saben envejecer, a fin de actuar preventivamente. Pero, como en Argentina la mayoría de los profesionales somos psicoanalistas, hubo muchas resistencias internas a aceptar que se pueda hacer prevención y teorizar sin traicionar los fundamentos.

Señoras y señores, aquí están los hechos, aquí está el resultado. En estos años se produjo un boom (el boom de los baby-boomers diría Hitzig), de presencia indudable, notable, ruidosa, multifacética, de legiones de seres envejecidos (la ¨ revolución gris ¨ la llaman en Brasil) que muestra, no sólo que aumenta la longevidad, sino que, dialécticamente, la longevidad aumenta porque cada una de estas personas continúa ¨ envejez-siendo ¨.

¿Qué conceptualización teníamos por ese entonces de la vejez? El libro de cabecera en español, lo único que encontrábamos para consultar, era la Psicología Normal de la Vejez de Zynberg y Kauffman, que transmitía una concepción deficitaria: se consideraba inevitable el movimiento regresivo del psiquismo en el envejecer.

¿Cuáles son algunos de los factores que permitieron un cambio de paradigma gerontológico y psicogerontológico?

¿Cuáles son las conclusiones a las que podemos arribar en estos últimos años a través de nuestras prácticas y desarrollos teóricos? Pudimos confirmar:

Estos son, en síntesis, los ejes conceptuales que nos permiten hablar de un envejecimiento normal, poniendo el centro en la calidad del narcisismo y en el logro de la continuidad identitaria y en la tarea preventiva psicogerontológica.

Esta es una de las tareas – colaborar con la toma de conciencia en este trabajo de elaboración anticipada y gradual del envejecimiento – que encaramos quienes nos desempeñamos en el campo de la Psicogerontología

Es la parte preventiva del quehacer de psicólogos, terapistas ocupacionales, psicogeriatras, musicoterapeutas y hasta psicopedagogos (denominados gerontagogos en éste área), disciplinas que se ocupan de diversos aspectos que hacen a la salud mental en el envejecimiento. La tarea preventiva se asienta en el conocimiento de los factores de riesgo de un envejecer patológico a nivel emocional y mental, así como de los factores protectores o resilientes que permiten alcanzar un envejecer normal.

Este conocimiento es un logro reciente en nuestro desarrollo científico y nos permite detectar los desvíos que llevan a desenlaces problemáticos que inciden en el desencadenamiento de las patologías prevalentes en la vejez y que nos llevan a intervenir a nivel de diversos ámbitos, en asistencia y rehabilitación.

Pero muchos sujetos, seguramente la mayoría, se las arreglan solos, con actividades auto-elegidas, auto—emprendidas, incluso algunos en su intimidad productiva. En fin, éstos son temas que requieren de nuestra investigación psicogerontológica. Pero en todo caso, demuestran una vez más, el caso por caso de los sujetos que envejecen, las ¨ vejeces ¨.

En Psicogerontología, la gran divisoria de aguas es la normalidad y la patología, con sus puntos intermedios y de pasaje, cada vez más claros, de uno a otro camino.

¡Cuántos ejemplos de personas mayores para los cuales los ¨ temas ¨ del envejecer (la viudez, la jubilación, las metamorfosis corporales por el paso del tiempo, etc.) son oportunidades para mostrar su resiliencia!. Logran una vida más auténtica, con una realización más plena, más satisfactoria, a pesar de achaques y, aunque no participen en nuestros emprendimientos preventivos para adultos mayores, aunque no presenten un desempeño cognitivo ¨ óptimo ¨, logran un envejecimiento sin quiebre de su continuidad identitaria.

Esto viene a cuento de la nueva categoría que está de moda en el campo de la Psicogerontología: la vejez ¨ óptima ¨ o ¨ exitosa ¨ que, de acuerdo a mi pensar, en realidad es la promesa dirigida a quienes participen en nuestros emprendimientos.

Inventamos categorías (antes era de viejos-jóvenes /viejos – viejos) que terminan siendo elucubraciones teóricas que demuestran después de un tiempo su falta de correspondencia con lo que pretendemos describir. Pues no tenemos que dejar de ver y escuchar a otros modos de envejecer que no necesariamente son los que participan de las bondades de nuestras propuestas. Estas son válidas para quienes las necesitan y son un real avance de nuestras disciplinas que debemos apoyar e incrementar, pero no nos deben llevar al prejuicio (uno nuevo) de pensar que sólo los que se avienen a participar van a ser los que envejezcan óptimamente o exitosamente (?). Sabemos el matiz ideológico conque estas metas se impregnan en el mundo de hoy y en nuestra sociedad de consumo.

Cada uno de los rasgos: activo, óptimo, competente, saludable, destacan una cualidad específica de un envejecimiento ideal. En última instancia, lo que define desde cada uno su envejecimiento como normal es el lograr seguir siendo en continuidad con quien se hubo sido y con quien se quiere seguir siendo, aún a pesar de los déficit.

Ninguna abarca la totalidad de modelos posibles de envejecer. Por eso elegimos esta denominación para este espacio: ¨ envejez-siendo ¨.

No nos tenemos que dejar llevar demasiado por nuestros ideales profesionales. Basta conque hayamos comprobado que un envejecer normal es posible, creo que los profesionales estamos para ayudar al otro a que haga de su vida una obra de realización personal hasta su final, una vida con sentido propio, para sí mismo y para los que lo rodean.

Generalmente, que la vida en la vejez pierda su sentido tiene que ver con toda una vida sin sentido. Por eso es oportuna la frase de R. Juarroz que no me cansaré de citar: ¨ Hay pocas muertes enteras… El c ementerio está lleno de fraudes ¨. Se trata de ayudar al otro a no defraudarse a sí mismo. Al decir de la entrañable cantautora que recientemente nos dejara: ¨ Honrar la Vida ¨.

 

Envejecer Resiliente

Hay una pregunta prínceps que debemos formularnos si queremos relacionar resiliencia con envejecimiento: ¿Por qué hablar de resiliencia y envejecimiento, sabiendo que se trata de un término que alude a enfrentar situaciones de adversidad? ¿Acaso el envejecimiento es una adversidad? No debería necesariamente serlo y no tendríamos que incluir este tema. Pero el hecho es que, para algunos sujetos, para muchos, indudablemente lo es.

Cuando Boris Cyrulnik aborda este tema, habla de la resiliencia aplicada a la enfermedad de Alzheimer, pero entonces se refiere a cómo detener el avance de una patología declarada, de un envejecer patológico por excelencia, como venimos haciendo con las técnicas de multiestimulación y el enfoque interdisciplinario de las demencias.

Sin embargo, de acuerdo a lo que venimos planteando, deberemos cambiar el eje de la cuestión y hablar de la resiliencia a lo largo del proceso de envejecimiento. Desde el nuevo paradigma que estamos desarrollando, se trata de entender cómo se arma el curso de la vida, los mecanismos y efectos en el modo de envejecer, la resiliencia a largo plazo que permita el logro de la continuidad identitaria, sin derrumbarse ni quebrarse.

¿Qué es lo que lleva a que el envejecer puede tornarse en adversidad?

Que el envejecimiento se signifique y se atraviese como adversidad es evitable: tendrá que ver con un modo de vida, un estilo de vida resiliente, que evite que los pequeños traumas de la vida - y que se ponen de manifiesto con el paso de los años - hagan del envejecer una adversidad.

No es sólo por lo no puesto en palabras originariamente, sino también por cómo uno va acallando sucesos, duelos y depositándolos en el inconciente escindido, y cómo la cultura y una modalidad familiar ayudan a reforzar y potenciar estos mecanismos, que se produce el estallido, la eclosión, la descarga somática. Todo lo que uno deja de elaborar gradualmente se va acumulando, potenciando, anquilosando, hasta que un detonante, como la gota que rebalsa, lo hace estallar en trauma.

Los temas del envejecer (la viudez, la jubilación, las transformaciones corporales), constituyen una amenaza para la identidad pues nos evocan ese ¨ ahí donde no somos ¨, nos remiten a la indefensión originaria. La anticipación siniestra del envejecer se explica por el horror al desamparo, la amenaza de un ¨ volver al futuro ¨ a la fragmentación corporal y de la imagen. De ahí el énfasis puesto certeramente por Erikson en la tarea de lograr la integridad, debido a la acechanza de la regresión o las fantasías de desmembramiento. Desde esta posición, todo el trabajo psíquico se realiza en contra del envejecer, consolidando la irrupción siniestra de la vejez.

Como dice muy claramente Santiago Kovadloff: ¨ En la vejez ajena de detestan las acechanzas de la propia. Ella es el espejo imperdonable en que nuestro sueño narcisista de eternidad, se desvanece. Por eso suele ponerse más empeño en rehuir esa evidencia descorazonadora, que en replantearla, comprendiendo su sentido esencial ¨. Esta disyuntiva, esta encrucijada muy bien descripta por el filósofo, muestra que, en el tema de la vejez, el sujeto es artífice del armado del trauma, de la adversidad. El trauma se va construyendo, no viene sólo del Otro y/o del soma, todo se conjuga y se potencia para ir generando esa encerrona trágica de la que habla Fernando Ulloa, como profecía autocumplida.

Impidiendo la elaboración gradual, en un abroquelarse contra el proceso del paso del tiempo o contra sus avatares graduales, el efecto traumático se va instalando anticipadamente, no es un trauma imprevisto en la vida y no debería serlo necesariamente

¿Cuáles son, por el contrario, las condiciones subjetivas que permiten un envejecer resiliente? Podemos enumerar aquéllas que los especialistas en el tema señalan y que comprobamos en nuestras prácticas:

Lo expresa muy bien Boris Cyrulnik: ¨ Para metamorfosear el horror hay que crear lugares donde se exprese la emoción. La transformación se hace si se la puede poner en escena, convertir en relato o en reivindicación militante ¨.

La vejez como el final de la frase

Vemos, entonces, que el avance en las últimas décadas no fue sólo por haber alcanzado una mayor longevidad. Ya no es suficiente hablar del envejecimiento poblacional por las conquistas médicas. Hay cambios en la calidad de vida y replanteos subjetivos que les permiten a los humanos vivir más y mejor.

Estamos aprendiendo a ser más sabios respecto a nuestro envejecimiento. Ojalá los profesionales aprendamos a serlo y ojalá pudiéramos aplicar esa sabiduría a otros órdenes de la vida en el planeta.

La prolongación de los años de vida más allá de la considerada "vida útil", crea hoy en día un espacio-tiempo inquietante, que plantea este desafío a la sociedad humana: ¿qué somos, más allá de nuestras funciones?

La apertura de un espacio de vida "a llenar" es una puesta a prueba en cada uno y en el género humano en general, del interjuego de fuerzas entre Eros y Tánatos: ¿se transformará en una zona siniestra medio viva, medio muerta, seguirá del lado de la vida, caerá del lado de la muerte?

Envejez-siendo: el envejecer como revelador de verdades: ¨ Voy llegando a mi centro, a mi álgebra, a mi clave. Pronto sabré quién soy ¨ (Jorge Luis Borges).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cyrulnik, B.: Los Alimentos Afectivos. Ed. Nueva Visión, Bs. As. 2000.

Cyrulnik, B.: La Maravilla del Dolor. Ed. Granica, Bs. As. 2002.

Knopoff R., Santagostino L., Zarebski G.: ¨ Resiliencia y Envejecimiento ¨, en: Resiliencia y Subjetividad, Melillo, A., Suárez Ojeda, N., Rodríquez, D. (comp.). Bs. As. Paidós. 2004.

Zarebski, G.: Hacia un Buen Envejecer. Bs. As., Emecé – Planeta, 1999, Re-edición 2005: Editorial Universidad Maimónides, Bs. As.

Zarebski, G.: El Curso de la Vida: Diseño para Armar. Ed. Univ. Maimónides. Bs. As. 2005.

Zukerfeld, R., Zonis Zukerfeld, R.: Psicoanálisis, Vulnerabilidad Somática y Tercera Tópica. Buenos Aires, Lugar. 1999.

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