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Número 15 - Octubre 2004

Jornadas Gerontológicas 2004 . Universidad Maimónides
Envejecer en clandestinidad cultural
Reflexiones sobre una psicogerontología de los pueblos indígenas

M. Mercedes Zerda
javmenpi@ceibo.entelnet.bo

En la radio han dicho:
"Aunque el cuerpo esté anciano, siempre hay que tener el espíritu joven".
No entiendo eso, ¿acaso es malo tener un espíritu anciano como nuestro cuerpo?
( Maria Yujra, 78 años)

El miedo a envejecer, la desolación por haber perdido la juventud, la negación del envejecimiento y la muerte ¿son universales?

No tengo la respuesta a estas interrogantes, pero me las planteo continuamente en mi trabajo cotidiano con personas indígenas de edad avanzada en Bolivia.

Para contextualizar el tema al que me voy a referir, presentaré algunos datos generales sobre la población adulta mayor en mi país 1.

Según el último censo de población realizado el año 2001, de un total de 8.274.325 habitantes que tenemos en el país, el 7% son mayores de 60 años.

El 46% son hombres y el 54% mujeres y aunque la mitad son habitantes rurales y la mitad urbanos, siete de cada diez bolivianos viejos se reconocen como nativos de un pueblo indígena. Eso quiere decir que también las ciudades están habitadas por un buen porcentaje de viejos que reconocen su identidad cultural india. Ese dato se corrobora con otro que nos indica que el 80% de los mayores de 60 años habla un idioma originario y de estos más de un tercio es monolingüe nativo.

La pobreza en la población adulta mayor llega al 63% con diferencias marcadas entre el área urbana y rural. En el campo, de 100 viejos 94 son pobres y de estos 52 están en estado de indigencia.

Hace casi veinte años que trabajo con esta población, específicamente con indígenas aymaras y estas innumerables personas viejas, indias y pobres me han enseñado increíbles lecciones sobre su entendimiento del mundo en general y del envejecimiento en particular.

En Bolivia, la psicogerontología todavía no ha nacido oficialmente, aunque habemos algunos psicólogos (muy pocos) que nos dedicamos a los asuntos del envejecimiento y la vejez, todavía la gerontología ni siquiera es materia de estudio en el PRE - grado de psicología en las universidades del país.

Por ello no existe todavía ningún desarrollo académico, sin embargo existen experiencias y quiero compartir la mía en este espacio que se me brinda.

Lo que voy a presentar no es un trabajo acabado, más bien es el planteo de algunas reflexiones que podrían considerarse un inicio de trabajos que espero podamos desarrollar en el futuro.

Estas reflexiones han surgido en el quehacer cotidiano, usando la psicología como herramienta para entender y apoyar a los viejos en su lucha por mejorar sus condiciones de vida.

La primera es una reflexión general que tiene que ver con la confrontación cultural que vivimos día a día los bolivianos:

Arrogancia de la cultura occidental 2

Existe una especie de ilusión común en las culturas occidentales, una suposición tácita de que, como la ciencia y la técnica se desarrollaron en el hemisferio Norte y son consideradas universales, todo lo que viene del norte es universal. Así, lo que es bueno para el europeo o norteamericano medio debe serlo también para cualquier otro ser humano que aspire al desarrollo y a la civilización (suponiendo también que sea universal y natural en todos los seres humanos tener esas aspiraciones).

Los dioses, los mitos, las creencias y las interpretaciones occidentales de la realidad, son las oficialmente válidas, mientras que los mitos, las costumbres, tradiciones y las interpretaciones de la realidad de los indígenas son supersticiones o creencias que hay que superar haciéndolas desaparecer o integrándolas a la cultura universal. Difícilmente podemos convencernos de que las culturas nativas tiene derecho a existir dentro de sus propios parámetros.

Los bolivianos y bolivianas que no tenemos un origen indígena directo, que somos mestizos de raza pero que hemos sido criados dentro de la cultura occidental, es decir, los que a ojos de los aymaras somos "q’aras"3, tenemos mucha dificultad para percibir a las culturas indígenas en su verdadera dimensión y haciendo gala de nuestra arrogancia cultural no podemos aceptar que ellas ocupen un lugar primordial en la estructura general del país.

Mi segunda reflexión y todas las que siguen se refieren a conceptos y estructuras culturales que derivan en procesos psíquicos de las personas de cultura aymara y sobre todo de sus viejos.

¿Cómo se dice "viejo" en aymara?

En castellano y otros idiomas occidentales, usamos la misma palabra para referirnos a un objeto gastado y a una persona mayor, en ambos casos podemos usar el adjetivo "viejo".

En el idioma aymara, como en muchos idiomas nativos que se hablan en nuestro continente, no es posible referirse a las personas de edad con las mismas palabras que se usan para las cosas deterioradas y que ya no son útiles.

Los términos que se refieren a las personas de edad se ubican en categorías conceptuales que implican experiencia y sabiduría, por eso son palabras de mucho respeto. Awicha para anciana y Achila para anciano, son las mismas palabras con las que se refieren a los espíritus de los antepasados. Cuando hay que referirse a hombres y mujeres juntos, se usa chuymani que significa literalmente "persona que tiene sabiduría y sentimiento".

Todavía en muchas comunidades aymaras campesinas las personas mayores ocupan un lugar preferencial, la comunidad las protege y se les consulta oyendo con respeto sus consejos. Con la urbanización de los aymaras, su integración a la cultura occidental y el progreso estos valores se están diluyendo lentamente, aunque todavía son mucho más vigorosos de lo que la mayor parte de los bolivianos occidentales creemos.

La cultura aymara es de alta contextualización.

Esto quiere decir que el entorno es más importante que el individuo. Para los aymaras, el grupo social, la comunidad, el ámbito natural, son tomados en cuenta primordialmente a diferencia de la cultura occidental que es fundamentalmente individualista y donde el sujeto es el centro del universo.

Una cultura de alta contextualización no divide la realidad en partes, segmentadas y definidas por sí mismas, más bien percibe la globalidad de los fenómenos y por ello da mayor importancia a los procesos que a los hechos concretos. Así el envejecimiento es entendido como proceso natural.

Voy a compartir con ustedes lo que don Carlos, un yatiri 4 aymara, me dijo cuando le pregunté: -¿Por qué envejecemos?-

Me respondió:

-El envejecimiento viene del aire, del agua, del sol, de los animales, de las plantas, viene de todo en la naturaleza.

-Cuando la planta nace es chiquita y su color verde brilla, cuando florece es que se ha enamorado, después, por supuesto, se embaraza, tiene fruto y guarda dentro de ella la semilla, las plantas como todo en el mundo son hembra y macho, después que bota su semilla, la vestimenta de la planta poco a poco se vuelve vieja, ya no puede volver a ser de nuevo verde, cuando llega la helada se dobla porque cada vez está envejeciendo más ( las plantas que se están secando son plantas ancianas), después muere y se vuelve abono, para ayudar a nacer a la semilla en una nueva planta-.

-Arriba está el padre Pacha, abajo la tierra, la mujer Pacha, en tiempo de lluvia se casan y en tiempo de invierno envejecen.- Nuestro tiempo llega siempre a su hora.

Antes todos los indígenas pensábamos así, desde la llegada de los españoles y los q'aras estamos copiando de ellos y por eso algunos indios ya tienen miedo de envejecer, quieren vivir eternamente, no quieren morir.

A medida que envejecemos nos vamos hartando de vivir, así como cuando comemos nos hartamos y ya no podemos comer más, así tenemos que aprender a saciarnos con la vida y no negarnos a envejecer y morir.

De comer, bailar, brillar como flores coloridas, ya hemos tenido lo suficiente y entramos en otro tema, otra vida. Nos preocupamos por nuestros hijos, nuestra comunidad, como va continuar caminando nuestro pueblo y queremos como el abono ayudar.

En tiempos de nuestros antepasados, siempre los viejos orientaban, eran profesores, enseñaban sobre los problemas que tiene la vida. Los jóvenes, los mayores y los niños escuchaban.

La estructura de la sociedad aymara es colectivista.

Existe mucho control social y el interés del grupo familiar y de la comunidad está por encima del interés particular, tiene muchos mecanismos para garantizar la equidad entre sus miembros. Cualquier beneficio debe ser repartido entre todos de manera equitativa y cualquier esfuerzo que se haga por la comunidad debe ser realizado por todos de manera igualitaria, tratando de mantener un equilibrio social que eventualmente se rompe creando conflictos interpersonales que exigen ser solucionados para que se restablezca el equilibrio social.

Esta manera de construir la sociedad hace que el grupo familiar y la comunidad sean muy importantes en la vida diaria de las personas mayores quienes se sienten integrantes de un cuerpo social y el sentimiento de desamparo es mínimo dentro de una comunidad rural.

La orfandad entendida como no tener familia, es una de las causas de inseguridad más importantes produciendo fuertes sentimientos de frustración y baja autoestima. Se puede ser huérfano de padres o huérfano de hijos. En aymara wajcha es la persona que no tiene padres y ama es la persona que no tiene hijos. Ambos conceptos están ligados a condiciones sociales y económicas que predisponen a la vulnerabilidad y pobreza 5.

Una cultura que considera huérfano a quién no tiene hijos, poniéndolo en situación semejante de quién no tiene padres, nos permite vislumbrar la posibilidad de que para esta cultura sea tan importante el sostén que deben brindar padres a hijos como el que deben brindar hijos a padres.

El entendimiento más profundo de este concepto nos pueden llevar a interesantes conclusiones a cerca de las bases del apoyo familiar y comunal a los adultos mayores.

La importancia de la familia y la comunidad como redes de apoyo es notable 5, podríamos sostener que la pobreza aguda de los mayores es sobrellevada gracias a esas redes de apoyo.

Mantienen un sistema económico de reciprocidad.

El sistema económico indígena originario se basa en la reciprocidad y la redistribución 6. Se espera que el que más tiene sea el que más dé a favor de los demás, pues el respeto y el poder social no se determinan por tener más sino por dar más. Este sistema no funciona solamente en las relaciones económicas sino que contagia a todas sus relaciones: con los otros, con la familia, el entorno social y con la naturaleza; por ejemplo, hay que tener cuidado de no pisar un sapo y en caso de lastimarlo es mejor matarlo que dejarlo sufrir porque el animal, en su sufrimiento, descarga energías negativas dirigidas a la persona que le ha causado dolor y luego esta persona podría enfermarse 7.

Los viejos, que son quienes mantienen viva con más pureza su cultura, permanentemente están recibiendo favores y quedando en deuda con los que les favorecen, esto les permite tejer una intrincada red de dependencia mutua en la que todos deben llevar cuenta detallada de aynis 8 que se les debe o que deben, los favores recibidos deben ser siempre reciprocados, de este modo es culturalmente importante cuidar de los padres cuando son viejos, pues eso significa que la vida en reciprocidad, se encargará de que los hijos cuiden de uno en la vejez.

Doña Zenobia decía: "Ahora yo estoy sola porque no he sido buena con la gente, todo en la vida es ayni, lo que pones, eso recoges, cuando siembras papas, nunca recoges zanahorias. Yo no he sembrado cariño, ahora no puedo quejarme de cosechar ingratitud"

Entre los aymaras existe un gran respeto por la naturaleza

Todo lo que esta en el universo tiene un espíritu al que hay que tomar en cuenta y los humanos tienen que estar permanentemente pendientes de no romper el equilibrio de las fuerzas naturales.

Para los ancianos y ancianas aymaras el mundo entero es un ser vivo, todo en la naturaleza tiene un espíritu protector: los animales, los productos agrícolas, los fenómenos climáticos y hasta las piedras tienen espíritu. La Pachamama o madre naturaleza, es la que proporciona a todos los seres lo necesario para vivir y por ello permanentemente hay que hacerle ofrecimientos rituales tanto de agradecimiento como para pedirle permiso y poder usar de buena manera los recursos de la naturaleza.

El ser humano no está sobre valorado, se considera semejantes a todo lo demás en la naturaleza; un humano, lo mismo que un gusanito o una planta, son parte del mismo cosmos y están cumpliendo diferentes funciones dentro del proceso vivo de la naturaleza. Nacer, envejecer y morir son parte de ese proceso y sería absurdo luchar contra el envejecimiento o temer a la muerte pues sería atentar contra la vida misma

En el idioma aymara no existe el futuro

El futuro como la entidad real a la que podemos referirnos en castellano, no existe en aymara, el tiempo futuro gramatical con el que los aymaras se refieren a eventos que no han sucedido, es más bien un "modo" que se usa a manera de imperativo cortés 9 o expresa la intencionalidad de que suceda algo, el futuro aymara no es, por lo tanto, el equivalente exacto del futuro en castellano.

En aymara este futuro gramatical se ubica espacialmente detrás y el pasado adelante 10: naira significa "ojo", lo que se ve y también significa "pasado", nairapacha es el tiempo pasado, de modo que el pasado es lo que se ve, aquello que se sabe que sucedió. En cambio el futuro es lo que está detrás, qhipurkama significa "hasta otro día" y está compuesto por qhipa: detrás, uru: día y kama: hasta.

El futuro es lo que todavía no ha pasado, lo que no se conoce, aquello ante lo cual podemos tener una intención pero que no se puede manipular.

En castellano avanzamos hacia un futuro "real" que está delante y que podemos proyectar, planificar y predecir, vivimos en función del futuro dejando atrás al pasado, los niños y jóvenes tienen valor porque son quienes construirán ese futuro que aspiramos alcanzar, en cambio los viejos simbolizan el pasado, aquello que está superado y por lo tanto son mucho menos importantes.

En una cultura cuyo idioma estructuralmente está construido en función del pasado ¿qué valor tendrán los viejos?

La contextualización, el colectivismo, la reciprocidad ¿son elementos que intervienen en la concepción de envejecimiento que tienen los pueblos indígenas?, ¿Serán elementos que además permitan desarrollar sistemas de atención psicológica a los indígenas viejos?

La peculiar manera de concebir la realidad que tienen los pueblos originarios ¿tiene alguna consecuencia en las actitudes hacia sus viejos?.

Estas son interrogantes que podrían ser respondidas en el futuro por la psicogerontología boliviana o latinoamericana, que deberá incluir como temas fundamentales de su identidad, los conocimientos que surjan de la realidad pluricultural que viven muchos de nuestros países y que eventualmente se podrían constituir en aportes al desarrollo de una psicología propia, a la medida de nuestras necesidades.

Después de haber planteado las reflexiones que surgen en el trabajo con población indígena vieja, quiero exponer algo de mi experiencia concreta.

Nuestro trabajo ha sido desarrollado sobre todo en el ámbito urbano, con migrantes campesinos en la ciudad de La Paz, por eso las tareas que como psicólogos hemos desempeñado tienen que ver con el proceso de migración.

La desadaptación cultural.

El problema emocional más duro al que se enfrentan los viejos indígenas se da en el marco de la migración forzada del campo a la ciudad.

Los jóvenes abandonan sus comunidades de origen debido a problemas económicos y se trasladan a las áreas urbanas dejando a sus viejos quienes se mantiene en el área rural mientras son pareja, cuando uno de ellos muere, generalmente el hombre, la awicha viuda es trasladada por sus hijos al ámbito urbano.

La awicha llegando a la ciudad sufre su p rimera decepción cuando se da cuenta que la familia que crió en el campo ha cambiado, en la ciudad sus hijos no se comportan como lo hacían en su comunidad de origen, pues la rutina urbana exige que en una familia padre y madre trabajen descuidando la atención de los hijos, así las awichas pasan a ser las encargadas de cuidar a unos niños con los que no pueden comunicarse y que están copiando modelos de vida sacados de una caja electrónica llamada televisión a través de la cual aprenden valores que están reñidos con la moral tradicional aymara.

Las awichas dicen que la ciudad con sus malas costumbres hace que sus hijos y nietos pierdan el respeto por todo aquello que hay que respetar. Tratan de explicarse las nuevas costumbres urbanas usando el molde cognitivo de su propia cultura y no puede llegar a entenderlas, no se explican por qué la gente vive de una manera tan poco humana en la ciudad y su primera reacción es criticar, pero como no entienden lo que dice y además su opinión no tiene el mismo valor que tenía en la comunidad, se cansa y termina por callar.

Se convierte en un mueble más en una casa en la que no se siente a gusto pues es bulliciosa, todos están concentrados en una sola habitación y ya no puede acceder a las grandes y silenciosas planicies que la acompañaron durante toda su vida. Se siente invadida, no tiene el espacio que tenía en el campo y no están sus animales para consolarla.

Además tiene que soportar una nueva preocupación: se da cuenta que en la ciudad no se puede conseguir nada sin dinero y eso es lo que más falta hace en la familia. Se siente inútil por no poder aportar a la economía familiar y busca infructuosamente en qué trabajar. Como lo que ella sabe hacer no tiene valor en la ciudad, empieza a realizar tareas nuevas en las que no tenga que usar el castellano y que no la alejen mucho del hogar. Algunos de los trabajos que realizan las awichas son: recoger y seleccionar basura, ayudar en la cocina de algún restaurante, lavar ropa, etc. Lo que ganan es muy poco y se sienten como una carga para sus hijos que son tan pobres.

Las consecuencias de este brusco cambio de vida son: soledad, falta de relaciones sociales, conciencia de un abismo generacional y cultural. Esto hace que muchas veces comenten:

"Es como si hubiéramos venido a otro mundo", Todo esto hace que paulatinamente la awicha se automargine y sienta que no vale la pena luchar por sus derechos perdidos lo que se traduce en una notable disminución de su autoestima personal y cultura11.

Comunidades aymaras urbanas: Una alternativa terapeútica.

Si queremos enfrentar los problemas de desadaptación que sufren los viejos migrantes campesinos en las ciudades, parecería lo más lógico desarrollar mecanismos sociales que permitan su adaptación paulatina, sin agredir su identidad cultural. Uno de esos mecanismos sería el fomento en el ámbito urbano de organizaciones comunales semejantes a las de sus comunidades rurales.

Por el momento eso es una especie de utopía, imposible de explicar a quienes elaboran las políticas de desarrollo con una mentalidad occidental que intenta "integrar" al indígena a la cultura urbana y no entendería una opción que plantee la "indianización" de procesos urbanos.

Sin embargo, podemos encontrar pequeñas experiencias que demuestran que el respeto por las culturas originarias es una alternativa terapéutica a los problemas de desadaptación cultural.

Una de estas experiencias es la desarrollada por la Comunidad de Ancianos y Ancianas "Awicha" de La Paz, la cual es parte de una propuesta de desarrollo autogestionario de aymaras urbanos que hemos tenido la suerte de compartir durante los últimos veinte años.

Desarrollamos este trabajo de psicología comunitaria, siguiendo un modelo de intervención psicológica no directiva. Adaptando las herramientas terapéuticas planteadas por Carl Rogers, a un ámbito de grupos culturalmente oprimidos.

Si se facilita a los grupos sociales indígenas el proceso de descubrir en sí mismos sus alternativas de desarrollo, la organización surge por sí misma de manera natural. Todos los viejos, migrantes de primera generación, traen consigo una tradición organizativa que es desperdiciada en la ciudad, en la que tienen que aprender nuevas formas de organización occidental.

Si les permitimos ser ellos mismos, sin pensarlo empiezan a trabajar en conjunto y a realizar por turno las tareas de dirección y servicio al grupo. Recuperan las relaciones sociales que son tan importantes en la vida de los aymaras y empiezan a crear un espacio psicológico que reemplaza a la comunidad rural de la que son huérfanos en la ciudad.

Paulatinamente van conformando su propia "comunidad aymara urbana" dentro de la cual recuperan poco a poco su dignidad y reivindican el respeto por sus costumbres y valores tradicionales. En esta "comunidad" se habla su idioma, se bailan sus danzas nativas, se mastica hojas de coca, se escucha su música, se organizan según su tradición, se realizan los ofrecimientos rituales para todos los espíritus de la naturaleza, se curan con su medicina natural; recuperando de esta manera la autoestima perdida y la valoración de su propia cultura.

Una postura menos arrogante.

La migración interna es el problema poblacional más importante en Bolivia y se constituye en una realidad socio cultural y económica que afecta al desarrollo de la cultura nativa y su preservación. Afecta negativamente cuando desaymariza a los jóvenes para que encajen en una sociedad de cultura urbana occidental, cuando los obliga a dejar la lengua nativa y la vestimenta por considerarlas menos dignas que las occidentales. Afecta negativamente cuando margina e invisibiliza a los adultos mayores nativos que no pueden asimilar la nueva cultura.

Si no existiera la arrogancia cultural occidental a la que nos referimos antes, si los gobernantes quisieran con sinceridad que Bolivia sea un país pluricultural y no creyeran natural la superioridad civilizatoria de la cultura occidental; todo el sistema organizativo de los pueblos indígenas podría dejar la clandestinidad y se constituiría un estado con relaciones interculturales horizontales, que sin duda serían más apropiadas para el desarrollo del país.

Esta reflexión, nos lleva a postular una diferente alternativa de solución a los problemas derivados de los desentendimientos con las culturas nativas. Se trata de dejar de sostener que nuestra visión es la correcta, dejar por ende de tratar de "integrar" a las otras culturas dentro de la madre universal occidental y respetándolas como se merecen, permitirles que vivan su propia perspectiva, adoptando sus alternativas por lo menos en lo que se refiere a su propia vida.

Esto no será posible si no aprendemos de los viejos, si no les escuchamos es posible que con su silencio muera la alternativa de un entendimiento distinto del envejecimiento y de una sociedad más equitativa y respetuosa de la naturaleza.

La Paz, agosto de 2004

Notas

1 Los datos estadísticos están tomados de. Zerda, M. 2003

2 Cuando hago referencia a la cultura occidental, entiendo como tal a la civilización industrializada, de origen europeo que a partir del siglo XV conquistó el resto del mundo por su poder bélico y que actualmente domina el planeta con el poder económico de los países "desarrollados" principalmente europeos y norte americanos.

3 Q'ara es el término con el que los aymaras se refieren en privado a los blancos o mestizos. No se trata de un término puramente racial, tiene componentes culturales y de clase social, un aymara puede convertirse en q'ara a medida que pierde su identidad cultural aymara y mejora su posición económica. Se trata pues de un término ideológico. Es el equivalente de "indio" en el sentido de que es una palabra que solo se usa en privado y tiene connotaciones despectivas. Describe bien con una sola palabra al "blanco o mestizo económicamente superior, con mayor educación formal y producto de la cultura occidental dominante"

4 Yatiri, en idioma aymara textualmente significa "el que sabe" y es como se denomina a los sacerdotes-médicos aymaras.

5 Zerda, M. 2004.

6 Para profundizar sobre sistemas de reciprocidad en el mundo andino, ver Temple, Domingo.1986..

7 Zerda M. 1997

8 El "ayni" es una institución cultural por la que se tiene la obligación de retribuir algún bien recibido o cualquier tipo de ayuda, se dice por ejemplo: "tengo un ayni de cocina que me debe mi comadre porque he cocinado para su fiesta".

9 Ver Hardman, M.; Vasquez, J.; y Yapita, J. de Dios. 1988. p. 144.

10 Ver: Concepto de tiempo/espacio en: Hardman, M; Vasquez, J; y Yapita, J. de Dios. 1988. p. 19.

11 Zerda, Mercedes 2003

 

Bibliografía.

Hardman, Martha; Vasquez, Juana y Yapita, Juan de Dios: Aymara. Compendio de Estructura Fonológica y Gramatical. Gramma Impresión, La Paz 1988.

Temple, Domingo: La dialéctica del don. Ensayo sobre la economía de las comunidades indígenas. Ed. Hisbol. AUMM y R&c. La Paz, Bolivia. 1986.

Zerda, Mercedes: Desarrollo autogestionario de grupos culturalmente oprimidos: Experiencia de psicología comunitaria con aymaras urbanos en la ciudad de La Paz. 1997 (Inédito).

Zerda Mercedes: Añadiendo Dignidad a los Años. Derechos Humanos y Envejecimiento en Bolivia. Segunda Versión. Defensor del Pueblo, Centro de Orientación Socio Legal - Defensa del Anciano. La Paz, 2003.

Zerda Mercedes: "Awicha": pobre, indígena, anciana y viviendo en una ciudad extraña. El fenómeno de la migración campo-ciudad en mujeres adultas mayores. www.redtiempos.org Agosto 2003

Zerda, Mercedes: Vejez y Pobreza en Bolivia: La visión de las personas de edad. Investigación realizada en cinco países de Latinoamérica por HelpAge International. Abril 2004. En edición.

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