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Número 15 - Octubre 2004

Aspectos socioculturales de la sexualidad femenina en la vejez
Análisis a través de estudios en Cuba

Yuliuva Hernández García
enyah@ismm.edu.cu

FUNDAMENTACIÓN

El envejecer y la sexualidad constituyen dos dilemas tan antiguos casi como el propio ser humano, y allí, en sus orígenes, nos encontramos con una enorme cantidad de aspectos socioculturales que han marcado la pauta del significado y la vivencia históricos de uno y otro.

A estas dos dimensiones de lo humano, añadir una tercera, ser mujer, implica comprender entonces que de entre los problemas contemporáneos, los más grandes y complejos tengan su rostro.

La sexualidad y el envejecimiento, son dos aspectos que atraviesan todo el decursar de la vida de las mujeres y los hombres, generando significados y comportamientos que, mediados por lo sociocultural y lo psicológico, condicionan, e incluso determinan, la vivencia de lo humano.

La mujer, cada día, se enfrenta al reto de vivir en un contexto dominado por lo masculino en lo global, y hasta el derecho al disfrute pleno de su sexualidad es puesto constantemente en un cuestionamiento, no positivo, desde un discurso basado en el sexismo y lo juvenil, ironía esto último de nuestro tiempo histórico, no obstante las reivindicaciones alcanzadas por las mujeres en diversos planos de la vida.

Ser viejas, hoy, añade un nuevo significado a los ya históricos: el costo de ser un grupo que vive, en adición, en una era global absorbida por el pragmatismo y todas las locuras de un mundo unipolar, antimulticultural, sexista, viejista, y en un gran porciento, llevar sobre sus espaldas las cargas de la pobreza.

Cuba, con el reconocimiento de los muchos logros sociales obtenidos, y el desarrollo en la Gerontología y la Geriatría, no escapa en lo general a la dinámica del envejecimiento mundial, a las prerrogativas de una sociedad aún patriarcal y viejista en gran parte de su población y vida cotidiana, y los mitos, creencias y tabúes subsistentes alrededor de la sexualidad, en especial, de la sexualidad femenina.

Este trabajo monográfico de indagación teórico-bibliográfica, tiene como objetivo identificar y reflexionar algunos aspectos socioculturales que subyacen a las concepciones y vivencias de la sexualidad de la mujer en la vejez, develando muchas de las representaciones sociales existentes al respecto tanto sobre la vejez, como sobre la sexualidad femenina y la sexualidad en la vejez, a través del análisis de teorías de diversos investigadores, así como de algunos estudios realizados en Cuba.

 

DESARROLLO

1- La sexualidad humana

La sexualidad humana ha constituido durante mucho tiempo un importante y complejo objeto de análisis para los científicos del mundo y también, principalment, para las personas en su vida cotidiana. Las concepciones actuales sobre la sexualidad humana, han abandonado la perspectiva exclusivamente biológica de los inicios e inclusive, la visión centralmente psicológica que dominó los debates teóricos por muchas décadas. Actualmente se reconoce que la sexualidad humana debe ser reconocida en distintos niveles:

- A nivel individual: la sexualidad representa la forma en que una persona, estando físicamente equipada como ser sexuado (dimensión biológica) experimenta sus deseos sexuales y reflexiona (dimensión psicológica) sobre el significado de sus experiencias sexuales, a la luz de las normas sociales y las representaciones culturales dominantes sobre el tema (dimensión social).

- A nivel colectivo: la sexualidad humana es una parte de la cultura, ya que toda cultura incluye un conjunto de representaciones, ideologías, normas y significados vinculados a contenidos sociales, los cuales organizan la visión de lo sexual dentro de la cual todos los sujetos son socializados.

A partir de estos postulados, es posible apreciarse que la sexual idad no es sólo una cuestión biológica, sino que es un fenómeno complejo de carácter bio-psico-sociocultural. Pero aunque está presente la fuerte impronta cultural, es necesario destacar que el sujeto no es un simple agente pasivo, reproductor de dichas representaciones culturales, por lo cual es que se hace imprescindible entonces, analizar la sexualidad como un fenómeno multideterminado.

La ideología sexual tradicional en Occidente es fundamentalmente restrictiva, y se estructura sobre la base de una moral estoica, donde la sexualidad legítima, se limita exclusivamente a lo heterosexual, lo genital y a su función reproductora, permitida sólo dentro del matrimonio. Es lo que en 1991, Luis M. Aller Atucha, describió como el modelo de sexualidad que impone la sociedad a sus miembros, que se compone de los siguientes elementos: heterosexual-matrimonial-reproductivo. En 1992, Oscar Díaz Noriega, sugirió añadirle un cuarto elemento: juvenil, porque debe considerarse que este modelo excluye la posibilidad de que la sexualidad sea practicada por ancianos y ancianas, y exige que quien la practique, lo haga utilizando patrones de conducta sexual juvenil dados, entre otros, por vaginas siempre lubricadas, deseos sexuales inagotables, erecciones inmediatas y completas, eyaculaciones abundantes y altas presiones, y períodos refractarios inexistentes. Con este modelo, hoy vigente, simplemente los viejos no caben, o se les hace casi imposible entrar.

Entonces, lo relacionado con la sexualidad, el modelo de sexualidad, se erige como un fuerte estereotipo que se transmite constantemente a los integrantes de un grupo social dado, a través de un conjunto de características, códigos e ideales, a los que deben ajustarse para reconocerse como varones o mujeres y modela una tipificación más o menos rígida, cuya resultante más suave es la generación de fuertes tensiones emocionales (Rodríguez, 2003).

Las raíces de estas cuestiones se encuentran en la tradición judeocristiana, a pesar de que en los últimos años, de alguna manera esta ideología ha experimentado cambios rápidos, casi homogéneamente en la dirección de una mayor tolerancia a las opciones individuales y la diversidad, relacionado con el avance en los criterios sobre salud sexual y reproductiva, y derechos sexuales y reproductivos de la O.M.S.

Es importante destacar, a partir de todo lo expresado entonces, que las concepciones de la sexualidad existen dentro del marco de la cultura patriarcal, y se evidencia claramente el problema sexualidad-cultura patriarcal-géneros. El modelo de la sexualidad que poseemos hoy, es un destacado elemento del legado de la cultura patriarcal, y a ello vinculado, las concepciones de los géneros, que parten desde el mismo seno de la familia. Así, los rasgos, características o supuestos de este modelamiento, como bien postula Patricia Arés Muzio, son presentados como axiomas incuestionables, que se transforman en valores promovidos a través de los mitos mujer-madre, varón-héroe, forjándose ideales que son subjetivizados y que conforman el modelo de lo deseado, condicionando entonces la información sexual recibida desde el nacimiento.

De esta manera, la sexualidad humana, está plagada de mitos y creencias que condicionan y determinan la vivencia de esta esfera de la vida. El problema cobra dimensiones significativas cuando hablamos de la sexualidad en la mujer, y más aún, en la mujer vieja.

Algunas creencias, mitos y factores psicosociales que contribuyen a la visión negativa y desvalorización de la ancianidad, en relación con la sexualidad.

Las argentinas Eliza Grozdenovich y M. Suárez, 1996, a partir de un estudio realizado, exponen entre otras, las siguientes creencias negativas:

2 - La vejez

Cada período histórico ha tenido para cada edad una significación y unas exigencias determinadas. La vejez ha sido objeto de disímiles tratamientos y significados en cada época. Para ejemplificar la diferencia, es posible apreciarse, a partir del análisis de diversas fuentes, que en la pre-historia, la longevidad era considerada como un valor especial, sobrenatural, con protección divina, de ahí, que pueda decirse que los chamanes y brujos, fueran los ancianos de la tribu. El anciano era considerado como depositario del saber y trasmisor de la memoria, por lo cual, llegar a viejo suponía un privilegio. Pero es posible perfilarse también en estos períodos pre-históricos, el papel de la mujer de la tribu, relegado a los cuidados de los ancianos y los niños, y las tareas domésticas. En el antiguo Egipto la situación se aprecia similar, así como en la antigua Grecia.

En el mundo hebreo (a.C.), el concepto de longevidad sufrió grandes polarizaciones, pasando de visiones positivas a negativas, causadas por acontecimientos sociopolíticos; pero el papel de la mujer continúa siendo el de los cuidados del anciano. En la cultura romana, aunque en principio se hablaba de una visión pesimista sobre la vejez, el anciano fue un personaje considerado en los textos de la época; de hecho, se plantearon los problemas de la vejez desde diversos aspectos. El Derecho Romano, concedía autoridad al anciano en la figura del Pater Familiae, que ostentaba un poder muy grande sobre la familia y esclavos, que lo hizo llegar a ser odiado y temido. En los primeros años del cristianismo, continuaban ostentando cierto poder y respeto, pero a partir del siglo V, el anciano va perdiendo poco a poco su poder y la vejez se convierte en un símbolo negativo temido por todos.

De forma similar en relación con la vejez y el papel de la mujer, la Edad Media y el Renacimiento, dan continuidad al tratamiento a uno y otro. El mundo Moderno y Contemporáneo oscilan también en unas y otras posiciones (negativas y positivas), de ahí, que el tratamiento actual al problema de la vejez y a la mujer, no es exclusivo de nuestros tiempos.

Es probable que uno de los principales legados de la modernidad y hasta la posmodernidad, sea en alguna medida el envejecimiento de las sociedades a nivel mundial. En los inicios de este siglo XXI, más del 30% de la población total en un gran número de países está integrada por los viejos. Cuba, no escapa a esta dinámica planetaria y en la actualidad, este grupo poblacional, constituye el 13,6% del total de habitantes (Rodríguez, 2003).

El envejecimiento debe analizarse en dos aristas, que en los momentos actuales constituyen el problema de las dos caras de una misma moneda por las problemáticas que en algún momento se alejan o se superponen dentro de este fenómeno más genérico que es el envejecimiento: las personas en la actualidad viven como promedio más años que antes, y existe un importante crecimiento del número de personas en edad avanzada.

El primero de estos aspectos habla de lo que se llama envejecimiento biológico de los individuos, que como tal, es irreversible y ocurre a lo largo de toda la vida. El segundo, se refiere al envejecimiento demográfico, que se expresa en el aumento de la proporción de personas mayores de sesenta años, que ha cambiado la distribución por edades. Es importante señalar entonces que, en el envejecimiento biológico individual, se considere vieja a la persona que está en la etapa final de la vida, en la que dicho proceso se hace más acelerado y va comprometiendo las facultades físicas y mentales. El término tercera edad, no es sinónimo de vejez, sino que sólo se refiere a una etapa específica de esa condición y varía según la cultura, el país, la clase social, etcétera.

Algunas consideraciones científicas sobre la vejez.

3 - La sexualidad femenina en la vejez

Como se planteó al inicio de este trabajo, la sexualidad se expresa en dos niveles que se hallan profundamente relacionados: el individual y el colectivo. Por ello, son muchas las personas con el criterio de que la sexualidad no forma parte de la vida de los ancianos, pero llevar una vida sexual activa hasta los últimos años, es un problema, en alguna medida, personal.

La sexualidad para las ancianas está condicionada y casi siempre determinada (como en todas las etapas) por el fenómeno del género. "En tanto el hombre envejece de continuo, la mujer es brutalmente despojada de su feminidad, todavía es joven cuando pierde el atractivo erótico y la fecundidad, de donde surgían ante la sociedad y ante sí mismas, la justificación de su existencia y sus oportunidades de dicha y reconocimiento: aún le queda por vivir, privada de todo porvenir, más o menos la mitad de su vida adulta" (Simone de Beauvoir, Francia 1908-1986).

Una de las principales causas de las situaciones de la sexualidad en la mujer anciana, es la desinformación sexual, que viene aparejada a las falsas creencias y mitos sexuales, y a la predestinación social del género que vuelve ignorantes de alguna forma a las mujeres sobre la propia sexualidad. Otras causas de carácter objetivo y subjetivo al mismo tiempo lo son: la menopausia y el climaterio (hechos biológicos reales, y la interpretación subjetiva de ellos, su significado sobre la base de lo que se conoce o desconoce de éstos, las creencias), la renunciación, la soledad, el rol de superabuela, el rol de cuidadora, la viudez, el divorcio, el abuso sexual en la madrugada, mala calidad en las relaciones sexuales, entre otras.

López y Fuertes enumeran algunas limitaciones que afectan de forma particular a las mujeres viejas:

Muchos autores revisados señalan que las causas fundamentales de los cambios sexuales en las ancianas lo constituyen la disminución de los estrógenos y la falta de pareja, pero a pesar de los cambios, la capacidad de disfrutar de la vida sexual, no disminuye y la mujer conserva su potencialidad multiorgásmica durante toda la vida. En relación con la respuesta sexual humana femenina en la vejez, aspectos como la lubricación y elasticidad vaginales, las sensaciones orgásmicas y el deseo sexual, comportan modificaciones, pero esto significa que en la vejez se elimine la sexualidad (Díaz Noriega).

Lo que sí está demostrado es que, procesos como la menopausia y el climaterio, no constituyen el fin de la vida sexual activa. Ser mujer, no significa exclusivamente tener capacidad reproductora (que acaba con la menopausia), es mucho más; es vivir cada instante a plenitud, alcanzando el merecido éxito, el reconocimiento y el afecto de los que la rodean.

Master y Johnson plantean que "la más perniciosa de todas las mentiras sexuales, es la creencia, casi universalmente aceptada, de que la efectividad sexual desaparece sin que se pueda evitar a medida que el ser humano envejece. Tal cosa no es verdad. El envejecimiento sexual es extremadamente lento y gradual y siempre permite ajustarse a una forma de relación sexual distinta, quizás menos intensa si se compara con otras etapas de la vida, pero no por ello menos gratificante".

No obstante todas las concepciones que puedan existir desde el afuera sobre la sexualidad en la vejez, las investigaciones indican que las ancianas y los ancianos se perciben deseables y capaces de asumir una sexualidad natural.

Según Barros Lazaeta (OPS) las ancianas permanecen interesadas en el sexo, la actividad sexual es posible en las últimas décadas de la vida y en ambos sexos, son atractivos y sexualmente deseados por otros. Así también, plantea que la sexualidad activa contribuye al bienestar de los ancianos, que la expresión sexual saludable en la vejez, es un signo de salud mental y que la sexualidad es un elemento presente e importante en la calidad de vida de las ancianas y los ancianos.

CONCLUSIONES

- La sexualidad humana se halla profundamente condicionada por el contexto histórico y sociocultural en el cual se desarrollan las personas, y su expresión individual existe en relación con ello, de ahí los prejuicios, estereotipos y tabúes en relación con la sexualidad en la vejez.

- En el modelo de sexualidad heterosexual-reproductivo-matrimonial-juvenil promovido por la cultura Occidental, las viejas y los viejos no tienen cabida.

- El desarrollo y vivencia de la sexualidad en las mujeres viejas afronta mayores dificultades que en el caso de los viejos, dadas las representaciones existentes sobre la vejez, el género y la sexualidad.

- Las viejas y los viejos, se sienten queridos y deseables sexualmente por los otros.

- Ser viejas no implica renunciar a la sexualidad activa por imposibilidad biológica; lo que existen son cambios en el modo de vivir la sexualidad desde lo biológico, lo psicológico y lo social.

- La desinformación sexual en la mujer, juega un papel importante en el cómo se vive la sexualidad en la vejez.

 

BIBLIOGRAFIA

Arés Muzio, Patricia: Virilidad: Conocemos el costo de ser hombres?. Artículo de la Revista "Sexología y Sociedad", Año 2, No. 4, Abril 1996.

Colectivo de autores: Estrategias y lineamientos para la acción VIH/SIDA con Hombres que tienen Sexo con otros Hombres. Liga colombiana contra el SIDA. Formas e Impreso Panamericana. ONUSIDA. Bogotá, Colombia 1999.

González Hernández, Alicia y Beatriz Castellanos Simons: La sexualidad y los géneros. Artículo de la Revista "Sexología y Sociedad". Año 4, No. 9, enero-abril 1998.

Lillo Crespo, Manuel: Antropología sobre los cuidados del anciano: evolución de los valores sociales sobre la vejez de la historia. En INTERNET

Masters, William H. Y Virginia E. Jonhson: La sexualidad humana. Editorial Científico -Técnica. Ministerio de Cultura, 1987.

Rodríguez Boti, Regino: La sexualidad en el atardecer de la vida. Editoral Oriente, Santiago de Cuba, 2003.

Ruiz Gamio, Xiomara: Sociedad, cultura y género. Artículo de la Revista "Sexología y Sociedad". Año 4, No. 9, enero-abril 1998.

- Todas las clases impartidas en el curso de Gerontología.

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