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Número 1 - Noviembre 2000
Lacan, Derrida y "El verbario de Abraham y Torok"
Marcelo Pasternac

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... j'ai du respect pour les savants.
Il y en a peut être un qui aurait dégoté quelque chose là qui irait contre mon expérience.1

J. Lacan, seminario del 10 de marzo de 1971

1. Lacan, espantado...

En su seminario del 11 de enero de 1977 (L'insu que sait de l'une bévue s'aile à mourre2) Lacan se dice "espantado" por la lectura de Le verbier de l'Homme au loups [El verbario del Hombre de los lobos] aparecido en la colección "La philosophie en effet" [Aubier Flammarion, París, 1976]. Juega, en esa ocasión, con el nombre de la colección pues, como dice, se trata en el saber de "effets de signifiants", de efectos de significante, y ahora encuentra allí justamente, en esa designación, aquello de lo que él se ha esforzado por desvincularse ["tirer [son] épingle du jeu"]... ¿A qué se refiere? Por un lado, pretende que no ha creído hacer filosofía (aunque, dice, uno la haga siempre más de lo que desearía o creería); porque es un terreno resbaladizo, y si uno incurre en esa caída no es algo de lo que deba regocijarse... Pero que, igualmente y pese a todo, puede ocurrir... y ocurre.

Pero no queda claro si es de eso de lo que le cabe horrorizarse. Parece más bien que Lacan ha encontrado en ese texto de Nicolás Abraham et Maria Torok y en el escrito de Derrida que lo acompaña (Fors - Les mots anglés) la posibilidad de que se le atribuya, en esa manera de abordar un caso, algo de cuya difusión él mismo, Lacan, no dejaría de ser responsable. Quizás por eso comienza su seminario de ese día preguntándose si el contagio de ciertas fórmulas depende de la convicción con la que son pronunciadas y, aunque sostiene que "no se puede decir que ese sea el soporte con el que propagó su enseñanza", le quedan suficientes dudas, al respecto, cómo para pedir testimonios sobre ello a sus oyentes y en particular a su yerno allí presente3seminario tenía esa marca [de convicción contagiosa]?"; 2) En la versión "G.T". aparece (lo cual parece ser un error de esta versión) como una afirmación: "... porque él considera que... tenía esa marca"..

Lacan parece hallar allí un delirio de mala calidad, comparado con el que se podría esperar encontrar siempre presente en el discurso analítico tal como él lo formula en esa misma sesión de su seminario al afirmar que "el psicoanálisis no es una ciencia... No tiene su estatus de ciencia y sólo puede esperarlo, [sólo puede] tener la esperanza de ello. Pero es un delirio del que se espera que porte [que lleve consigo] una ciencia". Pero tal deslizamiento se ha producido justamente como algo en lo que él cree reconocer el empuje de lo que ha articulado acerca del significante. Comprueba que esto, asombrosamente, influye "en el otro extremode los grupos analíticos" [sic!] , nada menos que en el Instituto de Psicoanálisis (de la Société Psychanalytique de Paris) donde el Verbier... tiene su linaje, su descendencia... Además de ello, y sobre todo, lo que lo asombra "todavía más" dice, es que "un tal Derrida..." le haga "a ese Verbier un prefacio absolutamente fervoroso, entusiasta..."4. O sea que Lacan no parece haber esperado semejante cosa de ese tal Derrida y concluye opinando que aún dentro del género del delirio él no encuentra que ese libro y ese prefacio sean de "muy buen tono". Se horroriza una vez más porque se siente, dice, "más o menos responsable de haber abierto las esclusas de algo [así]"... algo sobre lo cual quizás habría sido mejor, según dice, mantenerse silencioso...

Podemos interrogarnos, entonces: ¿a qué se refiere Lacan, en qué es responsable, qué relación tiene esto con algo que él habría fomentado con su enseñanza?... Se trata, según expresa, de la manera de entender su concepción sobre el juego de los significantes en el inconsciente, de la relación de éste con el lenguaje. Lacan reconoce en el libro de Abraham y Torok una relación con lo que él articuló: que se trata en el inconsciente del significante, que en él el ser parlante, el "parlêtre", habla, y que esto es lo que se dice siempre... Pero Lacan podría notar la diferencia que está en juego entre lo que él sostiene y lo del Verbier... porque manifiesta que "no se dice nunca más que una sola y misma cosa, salvo si [uno] se abre a dialogar, a dialogar con un psicoanalista" [subrayado mío] y se podría discutir si en el Verbier... se cumple tal condición. Aquí Lacan establece, de hecho, una diferencia entre las distintas prácticas: no es lo mismo dialogar con un psicoanalista que deconstruir un texto. En este último caso la única subjetividad en juego es la del lector en relación con ese discurso y así en el caso de Abraham y Torok, éstos se entregan a sus propias asociaciones interlingüísticas orientadas por el objetivo que les impone su "teoría de la cripta".

Esta apertura del psicoanalista en su experiencia clínica propiamente dicha a tal "diálogo"5 debería permitir localizar la diferencia entre, por un lado, lo que ocurre en la relación (indivisa) con un texto al que se "desconstruye" y en el que se hacen "diseminar" interminablemente los juegos del significante y, por otro, la traba, el límite que le impone a ese despliegue, en cambio, el así llamado "diálogo" psicoanálitico, donde el sujeto dividido (entre la dimensión del enunciado y la de la enunciación, entre discurso conciente y lapsus que irrumpe... o interrumpe) se va a enfrentar con el obstáculo opuesto a ese juego por el hecho estructural de una carencia nuclear que impide toda escritura que pretendiera ser complementaria, sin resto.

Derrida parece incurrir en la impotencia propia del registro del imaginario al intentar afrontar el límite impuesto por esa carencia con producciones forzosamente infinitas [deconstrucción, diseminación], fantaseo que se opone así a la imposibilidad real de semejante tentativa y se traducirá en su tesis acerca de la interminabilidad del análisis, de todo análisis, en el que incluye al psicoanálisis. Encuentro aquí, por mi parte, cierta confirmación de la pertinencia de diferenciar entre "análisis" en el discurso de Derrida y "psicoanálisis", análisis en el discurso del psicoanálisis lacaniano. No es lo mismo, para ilustrar la diferencia, pretender "dialogar" con un texto escrito, es decir, establecer en realidad un monólogo en el que "el único sujeto del que se trata" (retomando así, con cierto desplazamiento, una fórmula de la "Proposición de Octubre de 1967"6) es la subjetividad del lector en su relación con ese escrito que tiene efectos sobre él (y esto es lo que ocurre en el Verbier..., con sus asociaciones trans o interlingüísticas, enriquecidas por una enorme cultura centro-europea) que abrirse, en cambio, a un diálogo con un sujeto supuesto saber, soportado por un psicoanalista en el que se despliega "el único sujeto del que se trata en el psicoanálisis", ése que está extendido en el recorrido en el ya citado esquema L entre yo-otro imaginario-Otro simbólico.

Al optar por la dimensión imaginaria de la impotencia inagotable, Derrida propone ante el texto la infinita diseminación, "enriquecimiento" que no carece de productos atrayentes en el campo de la elaboración literaria o filosófica pero sin común medida con la especificidad de la experiencia subjetivante del psicoanálisis. Éste por su parte, puede situar como lo hacemos ahora, sin pretender ir más lejos pero sin renunciar a ese alcance limitado y precioso, esa misma actividad diseminante en la subjetividad del lector derridiano como algo que se localiza en la dimensión imaginaria y que puede llegar a ocupar un lugar pertinente cuando se anuda en el ternario con las dimensiones real y simbólica.

Considero que la diferencia que hemos subrayado, y su localización en el ternario R S I, debería servir de brújula para no confundir los territorios de la reflexión. Así, en la sesión del 10 de marzo de 1971 del seminario D'un discours qui ne serait pas du semblant [De un discurso que no sería apariencia7] Lacan reprocha a lo que él define como el baratin philosophique, a la charlatanería filosófica, el "denunciar como logocentrista la citada presencia, la idea... de la palabra inspirada [...] poner a cargo de la palabra toda la tontería, es extraviar cierto discurso y conducirnos hacia una mítica archi-escritura únicamente constituída en suma por lo que se percibe con justa razón como cierto punto ciego que se puede denunciar en todo lo que se ha pensado sobre la escritura... Pues bien, todo esto no adelanta nada. No se habla nunca sino de otra cosa para hablar de "la-a-cosa" [l'achose]." Es decir que en el lugar de la cosa indecible, ese lugar donde cayó el objeto que deliberadamente Lacan llama con la letra "a", con un escrito en este caso y no con un significante, vendrán los discursos que dicen "otra cosa", un relleno imaginario en el lugar de la carencia. El escrito es, dice Lacan, algo de lo que se puede hablar...

Convendría, entonces, distinguir en este texto, por lo dicho más arriba, diferentes problemáticas. La cuestión del logocentrismo que ocupa a Derrida no puede calificarse como charlatanería salvo cuando sale de su dimensión filosófica y se aplica al campo del psicoanálisis donde el juego transliterante del seminario citado permite localizar que se va desde "la cosa" (imaginaria) y es de ella de la que se habla constantemente, hacia lo que causa ese discurso, la "a-cosa", con el privativo de cosa (evocador de la chose freudienne, del das Ding freudiano que Lacan localizó en los textos inéditos del Entwurf8), un lugar en el que el objeto a lacaniano es revestido con las cosas observables, que ocultan esa vacuidad del hueco real. Lacan dice: "Si hay un agujero en el nivel de la-a-cosa [l'achose ] esto deja ya presentir que es tal vez una manera de figurarlo a ese agujero y esto sólo ocurre bajo la manera... de esa mancha retiniana en la que el ojo no tiene la menor gana de embrollarse"... porque allí veía su "ser ahí", su Dasein, "el nada".

Creo que Lacan no distingue suficientemente en esa intervención de su seminario los dos campos y deja entonces a cargo de los discípulos ese trabajo pendiente de la diferenciación. Pero mientras tanto los filósofos como Derrida no deberían quizás ser insensibles a lo que Lacan les señala ya ahí como deslizamiento hacia el "baratin", hacia la charlatanería, ni los psicoanalistas al estímulo que puede representar la elaboración derridiana:

1) Problema para los filósofos: ¿pueden, acaso, dejar de lado la consecuencia para su crítica (de la presencia logocéntrica como propia de una cuestión metafísica) del hecho de que la presencia, tema persistente en la obra de Derrida, se sitúa, en la subjetividad esclarecida por el psicoanálisis con el ternario lacaniano, articulada como una dimensión imaginaria, como una imagen que viene en el lugar de una metáfora que sustituye el hueco real excavado en la realidad como localización simbólica de una carencia?

2) Problema para los psicoanalistas: ¿cómo no dejarse interrogar por la formulación derridiana y recuperar, situando sus límites, la pertinencia de alguno de sus señalamientos? El mismo Lacan no deja de matizar su antigua referencia a "la palabra plena" en cuanto podía ser expresión de un momento de su elaboración, y como tal, promotor de alguna confusión con una topología propia de una totalización esférica, incompatible con todo el resto del discurso lacaniano. Ese mismo día 10 de marzo de 1971 Lacan dice, en efecto, en su seminario: "Lo que digo y que dije en su tiempo, no abusé de eso, no tengo llena la boca de la palabra plena y pienso, con todo, que la mayoría de ustedes no me han oído de ninguna manera servirme de ella, lo que he dicho de la palabra plena es que ella justamente rellena, son hallazgos del lenguaje que siempre son bastante bonitas, ella llena la función de la-a-cosa...". Esta manera de matizar, en 1971, formas menos elegantes de su uso pasado por parte de Lacan, constituye, en nuestra opinión, un reconocimiento implícito para Derrida. Nosotros, los discípulos, podemos ser más explícitos...

La escritura en Lacan tiene un lugar más complejo que el de la articulación recursiva "escritura-palabra-archiescritura" propia del discurso derridiano. Se podría escribir de esta manera: "trazo unario [RSI]-archilectura-archiescritura [rébus à transfert9]-significante-escritura-palabra". Así, en el seminario mencionado [1971] Lacan expresa a propósito de su grafo, escritura sumamente compleja10: "...si la escritura puede servir para algo es justamente porque es diferente de la palabra, de la palabra que puede apoyarse sobre ella..." o "... no es cuestión... del menor empirismo sin el soporte de la escritura", o también " ... lo que es corriente llamar escritura es algo que de alguna manera repercute sobre la palabra..." o, además y sobre todo, "... esto se articula estrechamente con el hecho de que no hay relación sexual tal como lo definí, o si ustedes quieren, que la relación sexual, es la palabra misma. ... que no haya relación sexual, lo fijé ya de esta manera, de que no hay, de la relación, ningún modo de escribirla..." y allí donde no se puede escribir (simbólicamente: con la letra) se "apalabra" (imaginariamente). Todas estas expresiones, tan enigmáticas como pueden resultar para el lector desprevenido servirán al menos para no reducir la atención sobre el complejo trabajo que se debe realizar para situar el lugar de la escritura en Lacan y, articulado con el, la localización del problema de la letra, de su destinación y de su partición.

2. Lacan, responsable... ¿de qué?

Introducido el tema, leemos, entonces, el texto que nos ocupa con una pregunta: ¿qué es lo que lo espanta a Lacan en Le Verbier de l’Homme aux Loups de Nicolas Abraham y Maria Torok y en Fors, el prefacio que Derrida le fabrica11? ¿En qué medida sería el responsable, como dice, de esta proliferación escritural?

No puede ser una responsabilidad sobre el marco teórico que los mismos autores se dan pues, como veremos, éste es claramente diferente de la referencia al ternario lacaniano RSI.

De entrada diremos, entonces, que así como para Freud lo esencial del sueño es el trabajo que permite pasar de un contenido latente a un contenido manifiesto, de tal modo que lo que importa de la interpretación no es su texto sino la experiencia analítica que produce este texto; de igual manera para Lacan lo esencial del psicoanálisis no está constituido por las formulaciones teóricas, ineludibles en la transmisión en extensión, acerca, por ejemplo, de la castración, del objeto "a" o que "no hay relación sexual" sino el trabajo del ternario que afronta ese hecho estructural de la carencia con recursos articulados de transcripción, traducción y transliteración.

Es en este último punto donde, sin decirlo Abraham y Torok, éstos presentan una elaboración que tiene la apariencia de lo que en textos lacanianos, sobre todo acerca del caso Schreber, se presenta como una puntualización sobre los efectos de la homofonía transliterante. Pero como veremos, Abraham y Torok dan otros pasos que pueden parecer igualmente emparentados con esa producción de Lacan y transforman la producción subjetiva (del sujeto Hombre de los Lobos, en este caso) en una floración de producciones imaginarias... de sus lectores Abraham y Torok. Y, proponemos, es esto lo que resulta espantoso para Lacan en tanto puede leerselo como una variante de lectura cuya responsabilidad podría adjudicársele.

Hay en la producción de Abraham y Torok sobre el Hombre de los Lobos un manejo de los personajes incorporados -en el sentido en que Abraham y Torok dan a esta noción- que no les impide hablar de una oposición de esas imágenes que el Hombre de los Lobos presentaría con lo que sería un "él mismo" del Hombre de los Lobos, el verdadero Hombre de los Lobos del que Abraham y Torok hablan. Ahora bien... ¿qué sería ese Hombre de los Lobos "auténtico" que lo separaría en ese "yo", a la manera de Abraham y Torok, de esos personajes incorporados en la cripta del Yo? Así, dicen Abraham y Torok...

.. No era posible para el Hombre de los Lobos hacerse reconocer en tanto él mismo en la persistencia de su ansiedad ni atraer con ello la atención sobre los verdaderos objetivos de la cura...[V:100]

y agregan

.. él [el Hombre de los Lobos] termina por denunciar [revelar] la mentira sobre las joyas [cuya existencia había ocultado para seguir recibiendo la caridad de los analistas]... no sin agresividad por la imagen de la Hermana [con mayúscula, la que tiene incorporada]... La nariz de Stanko-Hermano ("él") habló, la nariz de Tierka (la "hermana") pereció. [V:100-101. Texto entre corchetes mío]

Con estos elementos podemos notar que no hay en esta distribución de los personajes "interiores", yuxtapuestos con lo que sería el Hombre de los Lobos "él mismo" para Abraham y Torok, ninguna relación con la localización que realiza Lacan, en escrituras como la de los esquemas llamados L o R, de la relación imaginaria entre el yo y la imagen especular, acerca del acervo de los significantes y sus efectos en la concepción del sujeto dividido y su diferencia con el yo y, en fin, las concepciones depuradas que ello permite en Lacan sobre lo que en Freud se mantiene confundido entre el Yo ideal y el Ideal del Yo.

No es difícil suponer que Abraham y Torok responderían, por supuesto, a estos argumentos diciendo que en ningún momento ellos han pretendido tomar como referencia, y que ademas no tendrían por qué hacerlo, a la concepción desarrollada por Lacan en su enseñanza en general y, en particular, al estadio del espejo, a las consideraciones lacanianas en torno al relato de Lagache13, o las cuestiones preliminares al tratamiento de la psicosis y su consiguiente despliegue de las posiciones subjetivas.

Pero justamente, entonces, lo que resulta claro es que se trata de dos posiciones diferentes en el territorio supuestamente común, compartido, del campo freudiano o del psicoanálisis -asunto discutible, sobre el que no trataremos aquí- y que entonces Lacan no tendría por qué, al menos en este aspecto, considerarse responsable de alguna promoción de la posición teórica o doctrinal de Abraham y Torok y de sus consecuencias en el texto del prefacio que Derrida les agrega. El problema deberá, pues, situarse en otra parte. Se ubicará más bien como la cuestión del efecto aparente de las formulaciones sobre el significante y los procedimientos retóricos en los que Lacan insistió sobre el despliegue asociativo que impulsa a Abraham y Torok a producir el discurso calificado como un delirio de mal gusto por Lacan

 

Las invenciones metapsicológicas de Abraham y Torok y sus consecuencias metodológicas

Abraham y Torok despliegan una posición teórica singular a partir de lo que podemos designar descriptivamente como una concepción metapsicológica idiosincrática que será puesta a prueba en el caso del Hombre de los Lobos. Esta particularidad que señalamos en su empresa no carece, sin embargo, por idiosincrática que la consideremos, de cierta inserción en la tradición que les precede, aunque ellos la sometan a una distorsión y a una originalidad que permite atribuírles la plena responsabilidad de su creación. Introyección, incorporación, Yo, etc... son términos impuestos en la tradición del psicoanálisis. Pero ellos les darán un sentido específico que se habrá de vincular con su concepción de la cripta.

En particular, la "introyección" está insertada en la referencia a la obra de Ferenczi (First contributions, 1909)14 y de allí tendrá un lugar importante en la escuela húngaro-inglesa, por lo que no habrá de sorprendernos que aparezca frecuentemente en el vocabulario de Klein, Abraham (el otro, Karl), etc. Pero Abraham y Torok habrán de darles un sentido más claramente propio, que Derrida, en su prefacio, localiza cuidadosamente en sus relaciones con los otros términos de la colección, y lo hace con más detalle de lo que ellos habrán de desplegar en el cuerpo propiamente del Verbier...

Para Torok (1968) la "introyección" no incluye sólo al objeto sino a las pulsiones que se le relacionan y se diferencia rigurosamente de la "incorporación", "contra la confusión corriente", dice Derrida [F:16], es decir distinguiéndose de los usos que los demás dan a estas nociones. Así diferenciados estos términos, se podrá localizar lo que Abraham y Torok llaman la "cripta", enclave alógeno donde, separados del Yo (conjunto de introyecciones) se encuentran encerrados los objetos incorporados. Éstos son objetos perdidos cuyo duelo es rehusado, lo que los diferencia de los objetos introyectados en el Yo, al que éstos constituyen justamente como conjunto y a los que la incorporación se opone y, además, interviene en el caso en el que la introyección fracasa como conservación en el yo del objeto así amado como parte viviente, como un proceso "fantasmático, inmediato, instantáneo, mágico, a veces alucinatorio..." [F:17]. El objeto incorporado es así, (a diferencia de las introyecciones que constituyen al yo de un modo "progresivo, lento, laborioso, efectivo" [F:17]), enviado a la cripta donde su perdida real es rechazada y se vuelve un lugar secreto, un monumento conmemorativo.

Así planteadas estas nociones, se puede entender que esos objetos cuya muerte ha sido rechazada puedan ser hechos hablar (como personajes en la cripta) y que se considere que son ellos sucesivamente quienes están en el diván del analista y, correlativamente, que son distintos de la "identidad profunda" que, oh sorpresa para nuestra ingenuidad, debería ser entonces entendida como el Yo o sea el conjunto de las introyecciones por las que éste se halla constituido. Pero además, y sobre todo, se puede entender así que en 1972 Abraham y Torok puedan sostener que "la fantasía [aquí de incorporación F:19] subtiende al proceso [aquí de introyección F:19] y que esto implicaría un vuelco, con consecuencias enormes, para todo el procedimiento psicoanalítico".

Y así es, en efecto. Postuladas estas nociones habrá, según Abraham y Torok, una cripta donde se hallarán alojados los objetos incorporados, monumentos de esos objetos excluidos, y habrá que producir una nueva metodología que permita llegar hasta ellos. De estas "consecuencias enormes" para el procedimiento psicoanalítico dará testimonio el texto del Verbier... resultado posterior de la invención de esa nueva metodología. En 1976, Abraham y Torok dirán que acaban de pasar cinco años, "la duración término medio de un análisis" [sic] en compañía del Hombre de los Lobos claro que, como puntualizan, "no en persona como los pacientes en el diván sino por el intermedio de un conjunto de documentos estabilizados [figés: paralizados, congelados, coagulados]"... y nos transmiten el resultado de su elaboración. Derrida, por su parte, subraya que ...

Los elementos de este análisis tópico habían sido puestos de manifiesto antes [subrayado por Derrida], de 1968 a 1975, de una nueva lectura del Hombre de los Lobos15. La puesta a prueba de las premisas confirma, enriquece, aguza. Al término del Verbier toda una teoría del símbolo (en curso de elaboración desde hace quince años [esto es dicho en 1976]) se mide con la hipótesis del clivaje críptico en el interior del Yo y de este "inconciente de un género particular" [F:22].

Es decir que cuando Abraham y Torok emprenden la lectura del Hombre de los Lobos, en 1970/71, tienen un proyecto claro, introducir una nueva metodología. Postulada la cripta y su contenido de "objetos incorporados", habrá que seguir el camino que nos conduce a él o que de él conduce al exterior yoico, por medio de un trabajo del símbolo, de una manera particular, como veremos.

Revisando textos anteriores de Abraham y Torok podemos observar cómo cuentan en su trabajo de esos "cinco años en compañía del Hombre de los Lobos", con un proyecto definido en función de su elaboración metapsicológica previa. Avanzan armados con esta diferencia introyección/incorporación y sus definiciones idiosincráticas. Ya en 1972 habían publicado un artículo en el que justificaban la diferencia diciendo que "todas las palabras que no habrán podido ser dichas, todas las escenas que no habrán podido ser rememoradas, todas las lagrimas que no habrán podido ser vertidas, serán tragadas, al mismo tiempo que el traumatismo, causa de la perdida". Y antes habían mencionado que eso ocurre porque se trata de "pérdidas que no pueden por alguna razón confesarse en tanto pérdidas".16 Y esta vez aportan un material de su propia experiencia clínica con un analizante y no el de la lectura de un caso de Freud:

Uno de nosotros analizó a un muchacho que "llevaba" así17 a su hermana dos años mayor, quien, antes de morir hacia la edad de ocho años, lo había "seducido". Cuando el muchacho llegó a la pubertad iba a robar ropa interior femenina a los negocios. Varíos años de relación analítica y un lapsus providencial -en el que enunciaba como su propia edad la que su hermana habría debido tener si hubiese vivido- permitieron reconstituir la situación interior y el motivo de su "cleptomanía": "Sí. dijo para explicar sus robos, a los catorce años ella habría tenido necesidad de corpiños".

Como se ve, en este ejemplo, los autores no necesitan recurrir a los métodos translingüísticos que exhibiran más tarde y se apoyan en el señalamiento que desencadena la interpretación, notémoslo, por parte del analizante18. Pero en cambio no logran justificar la diferencia que pudiera haber entre este lapsus, que ellos atribuyen a una "incorporación" por el secreto que no podía decirse, y cualquier otro, teorizable con la "metapsicología clásica", por así decir.

Entonces podemos comprender la pertinencia de la observación de Derrida en su prefacio cuando, para explicar el producto de Abraham y Torok, dice que se trata de la escritura de un relato singular, ciertamente, del relato del drama del Hombre de los Lobos, pero también el relato del descriptado, igualmente dramático, el relato del relato, de su progreso a través de dificultades y hallazgos...

... El deseo de los analistas [sic!]. (Son dos y el deseo es menos simple que jamás) está comprometido allí, no queda nunca en la sombra. Inviste los lugares, forma parte de la operación, le da incluso su primer movimiento. Es también el deseo de salvar. De salvar ..¿a quién? No al Hombre de los Lobos [...] ... Salvar, entonces, no al Hombre de los Lobos [...] sino su análisis. Y a dos analistas: [salvar] no a Freud ni a Ruth Mack Brunswick sino a los firmantes del Verbier [y los cita] "Una gravedad irresistible nos atrae: salvar el análisis del Hombre de los Lobos, salvarnos" [F:28-29; itálicas mías].

En efecto, en el artículo de 1972 que hemos citado, y que se ubica, como vemos, dentro de los cinco años de "compañía" con el Hombre de los Lobos de que hablan en el Verbier... los autores sostienen cómo las palabras enterradas en la cripta, indecibles como son, no dejan de desplegar efectos. Y mencionan un trabajo anterior19, de 1971, en que ya habían "creido poner en evidencia en el Hombre de los Lobos la existencia de cierta palabra, el verbo ruso teret20 (frotar)". Citaré in extenso por la razón que luego veremos:

...[Teret], en nuestra hipótesis, cristalizaría acontecimientos traumáticos vividos a la edad de menos de cuatro años en relación con unos tocamientos incestuosos con los que el padre se habría hecho gratificar por su hija, dos años mayor que el hermanito. Describíamos cómo, a traves de multiples disfraces, esa palabra focaliza toda la vida libidinal, incluso sublimatoria del sujeto. Hoy podemos agregar que la misma palabra jugó un papel, 16 años más tarde, en el suicidio esquizofrénico de la misma hermana. Es sabido que esta joven murió a consecuencias de un acto delirante que sólo se puede llamar suicida por sus efectos: ella había tomado un frasco de mercurio líquido. Ahora bien, "mercurio" en ruso se dice: riut [riout, transcripción en francés], inversión de una pronunciación un poco cavernosa [por ejemplo turut (tourout) con algunas vocales glotales] de teret . Como si ella hubiese querido, con ese gesto delirante y de consecuencias trágicas, rehabilitar el deseo maldito de su objeto ideal , comiendo (es decir declarando "buena para comer") la palabra, vuelta excremencial para el prójimo, y objetivada en una materia tóxica. La inversión de las dos consonantes de la raíz del verbo teret (R.T.) puede constituir una realización fonética de la rectificación de la atribución ambigua que, en el material del Hombre de los Lobos, correspondería a una palabra de la jovencita.

Lo que nos interesa subrayar, es que en este artículo de 1972 que cita una elaboración de 1971, no aparece la floración de los aspectos lexicológicos ni translingüísticos que impregnan lo que veremos como el aspecto deliroide del Verbier... Entonces, como dice Derrida, los autores hicieron (después de ese artículo de 1971-2, agregamos nosotros) su intento de salvación... introduciendo todos los procedimientos que les sirvieran para poder sostener lo que no podía realizarse sólo con los recursos a la transliteración (incluida la anagramatización) como hasta 1972 habían podido. Para salvarse... cualquier método les habrá parecido aceptable...

Abraham y Torok escriben (V:111) y Derrida se detiene especialmente en este párrafo que él cita textualmente (F:30):

... El drama del hombre de los lobos permanece inacabado para el héroe. Pero una vez lanzada la acción, no puede detenerse a mitad de camino, ella debe continuar en nosotros, ineluctablemente hasta su desenlace final. He aquí que nuestra insatisfacción, ayudada por un deus ex machina providencial, elabora, imagina, sueña. Una gravedad irresistible nos atrae: salvar el análisis del Hombre de los Lobos, salvarnos. En el hilo de los días se esboza, se tiende y se realiza en nosotros un cuarto acto salvador.

Nótese: ¡las itálicas son de Derrida! Es él quien subraya esta referencia a la subjetividad de Abraham y Torok quienes son aquí, verdaderamente, el único sujeto del que se trata.

 

La idiosincrasia de la elaboración de Abraham y Torok

Seguimos buscando fuentes para la supuesta responsabilidad de Lacan en semejantes producciones y no encontramos relación en lo que hemos visto y veremos entre a) por un lado, la concepción sobre las palabras impuestas y el discurso del Otro en la enseñanza de Lacan, como algo propio de la subjetividad de todo humano pero presente en cada cual con su particularidad y, en especial, en algunas producciones explícitas -a cielo abierto- del discurso delirante psicótico y b) por otro lado, el diálogo entre los pequeños hombres (y mujeres) incorporados "dentro" del hombre que conversan en la cripta postulada por Abraham y Torok en su proyecto salvacionista.

¿Quiénes son estos pequeños hombres y mujeres en el interior del Hombre de los Lobos? Abraham y Torok parten de algo que encuentran en Ruth Mack Brunswick como manifestación de lo que ellos consideran "una profunda intuición", cuando considera al Hombre de los Lobos habitado por personajes que ella menciona como una "niña preesquizofrénica" (la hermana) y ·un "hermanito". Abraham y Torok avanzarán, entonces, más allá que ella en ese mérito intuitivo: "iremos bastante lejos -dicen- en esta via y no vacilaremos, para la comodidad de la exposición, en hipostasiar los personajes internos, dotándolos de nombres propios".

Bautizan, entonces, a distintos personajes: "Hermano" será Stanko; "Hermana" será Tierka. Otros serán designados escribiéndolos con mayúscula y transformando así su función en nombre propio: Padre, Madre, Terapeuta, Profesor de alemán, Nania, Psicoanalista [V:91] ... Y estos personajes no deberán ser confundidos con lo que los autores llaman un "sí mismo que se ha vuelto clandestino". Es decir que Stanko, Tierka, etc... están en el Hombre de los Lobos, y éste es un sí mismo que es exterior, sin relación alguna, clandestino, con relación a todos esos personajes parasitarios.

Escuchemos el texto que los personajes pronuncian sin ser, por lo que acabamos de ver, el discurso del Hombre de los Lobos clandestino, el "él mismo" en la designación de Abraham y Torok:

... Tierka (-Hermana) dice a Stanko (-Hermano): - Sí, es por su culpa -la de su primer analista [Freud]- que perdí todo. Ciertamente él no quería mi mal pero prefería conservarme cerca de él [...],

y en esto, dicen, hay que oir:

-Ante todo, Stanko, tú no serás tan íntimo como yo con Padre [con mayúscula: otro personaje "incorporado"] [V:101]

Podemos preguntarnos dónde leen Abraham y Torok algo que les permita interpretar primero, e hipostasiar después semejante conversación interior (y exterior) a un Hombre de los Lobos (aquí llamado S. P.) quien "les deja la palabra" [sic]. En el artículo de Ruth Mack Brunswick de 1928 encontramos que ella afirma, en efecto21, que...

...los regalos en dinero que venían de Freud eran aceptados por el paciente como algo que se le debía, como pruebas del amor de un padre por su hijo. De este modo el paciente se compensaba de la antigua humillación que experimentara por el hecho de que su padre prefiriera a su hermana. [...] Durante los meses de análisis entre 1919 y 1920 el paciente había querido volver a Rusia para salvar su fortuna. [...] Freud sin embargo -y aquí el paciente indicó mediante sutilezas que el consejo de Freud no estaba motivado por los hechos sino por su preocupación por la seguridad del paciente- [Freud, repito] afirmó que el deseo del paciente de volver a su hogar no era más que una resistencia y que su persuasión (¡sic! [escribe Ruth Mack Brunswick, y son de ella los signos de admiración]) lo retuvo en Viena. Si bien se sentía halagado por los motivos que asignaba a la conducta de Freud, de todos modos lo culpaba seriamente de la perdida de su fortuna. [itálicas mías]

Hasta aquí la cita textual del texto de Ruth Mack Brunswick. Como vemos Abraham y Torok escriben que este material (atribuído por Ruth Mack Brunswick al que se recostaba en el diván de su consultorio) no era del "sí mismo", del Hombre de los Lobos clandestino, y 2) atribuyen algunas frases retraducidas en su propio lenguaje a los dos personajes Tierka y Stanko.

Y así continúan, con respuestas de Stanko en las que éste, incorporado en el Hombre de los Lobos, le contesta a su Tierka, igualmente incorporada:

...¡Ahora tú vas a curarte, Tierka! ¡Estas en buenas manos! Tu terapeuta actual... [V:101]

Es decir Ruth Mack Brunswick... Como se ve, la "terapeuta" actual de Hombre de los Lobos se ocupa de esa Tierka -la hermana de Hombre de los Lobos incorporada- que está en el Hombre de los Lobos...

... Tu terapeuta actual no está obligada a amarte desmesuradamente, como lo hacían Padre y Freud. Ella no te mutilará el rostro [La lesión en la nariz, entonces, corresponde a la incorporación de Tierka] como ese charlatán del dermatologo X... [V:101, Texto entre corchetes mío]

La presentación muestra ese estilo de convicción deliroide acerca de los personajes en juego en el estilo indubitable con el que se expresa, sin muestra alguna de un matiz hipotético:

... No se sabe cómo este diálogo entre Hermano y Hermana hubiese finalizado. Lo que es seguro es que, producido después de la revelación de un secreto [el de la mentira sobre las joyas], estaba destinado a producir una diversión para disimular otro secreto...

Los autores muestran, indirectamente, la diferencia con otra metodología más apoyada aquí en las asociaciones del "paciente" de Ruth Mack Brunswick que en los prejuicios de su construcción, cuando se ven llevados a aclarar en un punto [V:104] a propósito del guardarropa mencionado en un sueño como colocado a la izquierda en el espacio:

... Si el "guardarropa" es vaciado, lo es -según las asociaciones [del Hombre de los Lobos, en este caso]- por los "bolcheviques", está a la "izquierda" ... [Texto entre corchetes mío]

y agregan, por su cuenta y en otro estilo, diferente, el de sus asociaciones, en este caso sus interpretaciones, las de Abraham y Torok:

... Entendamos: si S. P.22 se alivia al decir, él comete un acto ilegítimo. Si mantiene, por el contrario, la mentira (la cicatriz en la nariz23) entonces está a la derecha, entonces está del buen lado. A falta de poder enunciar su indecible deseo, figurado por el vaivén de los lobos [que aparecen circulando del otro lado de un muro en otro sueño relatado por Ruth Mack Brunswick: NV, p. 203] el Hombre de los Lobos se esfuma, otra vez más, en provecho de sus Huéspedes (Tierka, Stanko, Padre, etc)

Ruth Mack Brunswick dirá (a propósito de un sueño en el que aparece, según dice el texto, "un joven austriaco que vivió muchos años en Rusia") que, "obviamente, el joven austríaco es el mismo paciente", Con la misma seguridad, Abraham y Torok dirán, por su parte, en función de su construcción de los personajes introyectados que constituyen el yo de Hombre de los Lobos que los dolores de cabeza que experimenta "el 'joven' ([o sea, traducen], "el viejo") austríaco (Freud, que se volvio Stanko)" [V:106-7] no los podrá curar él mismo, completamente solo. Y a continuación entre comillas se presenta, como si fuera una cita literal del texto de Ruth Mack Brunswick, lo que al confrontar descubrimos, en cambio, como parte de los diálogos que Abraham y Torok construyen con estilo deliroide: "No, verdaderamente no -prosigue él en otros sueños [sic]- yo no daría ni 10 schillings por la vieja música de aquel Freud". En el texto de Ruth Mack Brunswick, en cambio, el sueño al que se refieren Abraham y Torok cita un médico de cara llena y redonda (como el profesor X, el dermatólogo) y ella menciona que la cantidad referida, de 100,000 Krönen (o 10 schillings) constituía una suma irrisoria y aunque la referencia a Freud no es imposible tomando las asociaciones del Hombre de los Lobos ,"la cara de Freud, quien le había parecido tan delgado y enfermo" menciona Ruth Mack Brunswick, ésta interpreta más bien un intento por reducir la importancia de la enfermedad del padre sin presentarlo como si fuera dicho literalmente por el Hombre de los Lobos.

Tenemos aquí dos maneras, en el psicoanálisis, de abordar un texto de los sueños: la de Ruth Mack Brunswick que interpreta haciéndose cargo de su propia producción, diferenciada del texto del Hombre de los Lobos, y la de Abraham y Torok quienes afirman, como si citaran, las producciones de un diálogo entre los personajes incorporados sin transición con el relato de los textos de los sueños al punto que determinan en nuestro caso, como lectores, la necesidad de buscar el texto de Ruth Mack Brunswick porque no se puede discriminar dónde están citando y dónde construyen. Es una posición que puede ser, y de hecho es, sostenida por Abraham y Torok, pero lo que nos interesa ahora, no lo olvidemos, es determinar cómo Lacan puede leer en ello su responsabilidad o, en cambio, y más allá de esto, un delirio interpretativo de mal gusto.

La serie de producciones cargadas de convicción interpretativa, culminan cuando Abraham y Torok se refieren al sueño final informado en el texto de Ruth Mack Brunswick (NV:210) quien relata que ...

... él camina por la calle con el segundo dermatólogo, que con gran interés discurre sobre enfermedades venéreas. El paciente menciona el nombre del médico que había tratado su gonorrea con una medicación muy severa. Cuando oye su nombre, el dermatólogo dice: "No, no, él no, otro"

Abraham y Torok escriben, por su parte, que

... el Terapeuta [mayúscula de personaje incorporado MP] es restablecido en sus funciones, la "gonorrea" está curada del todo y el sueño último de esta nueva cura expresa el anhelo -nunca articulado y menos aún realizado [sic MP]- de que Freud mismo reconozca que ha habido error sobre la persona y que el famoso "Hombre de los Lobos" corresponde a otro caso, pero no al de S.P.: "No, no, no es él, es otro" hará decir él al dermatólogo de su último sueño...[Texto entre corchetes mío]

Como vemos, en lo que aquí interesa, la tesis de que dentro del Hombre de los Lobos habitan distintos personajes que no son el Hombre de los Lobos (Stanko, Tierka, Terapeuta, etc.) y que tampoco son (o es) S. P. no representan una subjetividad desgarrada en los complejos sistemas de identificaciones sino una multiplicidad, digámoslo, de individuos que dialogan: S.P no es el Hombre de los Lobos y entonces se puede sostener ahora que el que fue llamado Hombre de los Lobos no es el mismo que se recostó en el diván de Freud, como si alguien pudiese decir en una subjetividad dividida que el analizante sólo es uno de los fragmentos de su mosaico constituido o constituyente. Abraham y Torok se atreven a decirlo explícitamente pues afirman que desde el comienzo [V:88]: tenían...

... una intuición confusa que se iba precisando. Terminó por tomar forma en una primera idea explícita que enunciabamos en estos términos: ése que en la impotencia de la depresión y como último recurso fue a consultar a Freud en 1910 no era del todo [tout a fait: completamente] la misma persona que el que, algunos días más tarde, se encontró acostado sobre su diván. Se habría dicho dos personas en una, sin que, por otra parte, ninguna de ellas respondiese verdaderamente a la identidad profunda del Hombre de los Lobos...

O sea que habría una "identidad profunda" del Hombre de los Lobos, y Abraham y Torok se atribuyen la capacidad de referirse a ella separándola de los diferentes rasgos de identificación que lo constituían en una subjetividad dividida. Es decir que, donde en Lacan encontramos la referencia a la división del sujeto y en Freud una multiplicación de pulsiones, aquí, en la concepción de Abraham y Torok, hallamos diversos personajes, que no nos atrevemos a llamar sujetos sino más bien individuos separados y, además, Abraham y Torok tienen la posibilidad de decir de algunos de esos personajes que no son el Hombre de los Lobos mientras que de otro pueden afirmar que es "la identidad profunda del Hombre de los Lobos".

En efecto, para los autores del Verbier se juega en el escenario de los límites corporales del Hombre de los Lobos un drama [V:108-109] en el que, al principio, el Hombre de los Lobos se enfrenta con la imposibilidad de matarle a Tierka-Hermana su relación con Padre24 sin dañar a éste (es la relación lo que se trata de destruir). Luego el analista personificará a Tierka. Imaginarizar el asesinato de la unión Padre-Hija no lo puede liberar de ese cuerpo extraño. Al fin, Freud-Padre es denunciado a Tierka, su cómplice. Hay momentos en el texto, sin embargo, en los que la unidad compleja del Hombre de los Lobos, no está todavía disgregada en individuos distintos. Constelación interior, la llaman en algún momento. Con todo, una topología implicada ahí colocaría esos personajes en el interior, en cuyo caso... ¿cómo hablar de una "identidad profunda", más profunda que otras y que, sola en el interior, sería la verdadera y no la del que se recostó en el diván?

Lacan podría, en efecto, espantarse de esto y de los efectos de un texto que fragmenta de un modo deliroide al sujeto en una multitud que dialoga, pero en este punto no encontramos, se acepte o no (lo que es nuestro caso) la tesis de Abraham y Torok, que se la pueda atribuir de ningún modo a una especie de desarrollo, desviado o no, de la enseñanza de Lacan. El espanto, entonces, debe estar localizado en otra parte. Veamos, pues, algo en "otra parte", en el Verbier.... propiamente, en

su texto, en su textura.

3. El verbier..., su método, sus procedimientos, sus técnicas

Si seguimos el recorrido de Abraham y Torok encontramos primero su proyecto de abordar el texto de Freud sobre el Hombre de los Lobos y el de Ruth Mack Brunswick:

... nos proponemos entonces, a la distancia de dos generaciones y con nuestros medios actuales volvernos a sumergir en los documentos del pasado para hacer revivir en nosotros -aunque fuese en el modo de la ficción- esta historia de una "neurosis infantil"... [V:86]

¿Cuáles son estos "medios actuales"? ¿Se refiere acaso a los aportes textuales de Muriel Gardiner y a los textos del mismo Hombre de los Lobos25? ¿Incluye también una referencia tácita a la producción de Lacan, que hará a éste sentirse responsable de este efecto, en la medida en que impregna el ambiente psicoanalítico francés, sobre todo a partir de 1953 con su relato de Roma "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis"26?

Los autores abordan el caso con sus concepciones sobre el Yo ("conjunto de las introyecciones", entendiendo por "introyección el encuentro de la libido con los innumerables instrumentos posibles de su manifestación simbólica" [V:89]) y sobre lo que llaman una clínica de la incorporación. Parten del subrayado de la referencia freudiana a la seducción del Hombre de los Lobos por parte de su hermana, escena sobre la cual, dicen, Freud manifestó una segura intuición clínica aunque no aportó verdaderamente nada sobre el contenido concreto de esta seducción. Abraham y Torok se apoyan, sin embargo, fundamentalmente en esta intuición y sostienen que...

... [se puede resumir] lo que habría ocurrido entre los dos niños así: 1º la hermana pretende reproducir con su hermano menor una escena sexual que habría tenido lugar previamente entre ella y el padre; 2º ella imprime al placer provocado una significación de castración... [V:89]

A partir de esto el Hombre de los Lobos habría producido la incorporación (en el sentido que los autores dan a esta noción) de la Hermana-Tierka y, del Padre, porque éste también habría sido seducido por la hermana. Con un razonamiento recursivo remontarían a partir de tal incorporación "al momento cero que había impreso en la existencia del Hombre de los Lobos su insoluble y perpetua contradicción..." [V:90]

Instalados así estos personajes, nuestros autores los harán hablar en el inconsciente del caso partiendo de su concepción de que en el divan el Hombre de los Lobos ofrecía a sus analistas sucesivos "las diversas formas de no ser él mismo", que ya hemos comentado, esos personajes con los que el Hombre de los Lobos "se identifica, dialoga, hace intrigas" y aborda las contradicciones de un deseo que incluye un placer mortífero [V:91], deseo reprimido que retorna con las imagenes erógenas de Groucha, la mujer que frota el piso, y de los lobos erguidos...

Los autores hacen hablar, entonces, a los personajes y abordan, dicen[V:112], las palabras como cosas, como objetos, lo que nos evoca la diferencia lacaniana entre signo y significante y la definición de éste en la enseñanza de Lacan... (¿punto de responsabilidad entonces...?). Se detienen por lo tanto en las palabras en su condición significante (ellos no usan esta expresión) y son particularmente sensibles al poliglotismo del Hombre de los Lobos: lengua alemana, rusa... y, lo que será para ellos un descubrimiento capital, la lengua inglesa introducida por la institutriz del Hombre de los Lobos.

Veamos el recorrido de las búsquedas de los autores en el ejemplo de una de sus producciones [V:112-118]. Con toda pertinencia los autores se detienen en un detalle aparentemente marginal del sueño crucial de la ventana y los lobos erguidos en el nogal viendo/vistos por el niño en su lecho. El número de lobos mencionados en el relato del sueño oscila de seis a siete para reducirse a cinco en el dibujo realizado por el paciente.

1) Parten de "seis", en ruso chiest que tiene otras significaciones: vara, poste, y por lo menos simbólicamente (repetimos las expresiones de Abraham y Torok), sexo, lo que podría satisfacer cierta tendencia de un espíritu analítico... Pero como los autores trabajan, notémoslo, con el diccionario ruso-francés, caen en el vocablo vecino...

2) Chiestero y Chiesterka: que significan "los seis" o "lote de seis personas". De ahí asocian con el aleman:

3) Schwester (hermana), entonces buscan "hermana" en ruso y encuentran...

4) Siestra y su diminutivo Siestierka. Entonces, dicen, seis, lote de seis, no se refería a la cantidad de lobos sino a "hermana"27.

Se sienten autorizados, por lo tanto, a buscar en otras partes la misma asociación de ideas "lobo-hermana". Buscan, buscan... y encuentran, por ejemplo, una pesadilla relatada a Ruth Mack Brunswick [NV:203] en la que una manada de lobos grises que se agolpan del otro lado de un muro cerca de una puerta. Los lobos corren de un lado a otro con ojos centelleantes amenazan al paciente que teme, aterrorizado, que logren atravesar el muro. Encuentran, digo... que los lobos, una manada, un paquet dicen ellos en francés, corresponden a un sexteto, a un sisteron de lobos, "aunque el número -dicen como al pasar ellos mismos- no sea enunciado esta vez" y agregan "tenemos, de todos modos, virtualmente [subrayado MP]...

5) siesterka-bouka o sea hermanita-lobo...

...que era, como vimos, lo que se quería demostrar... y así parecen haberlo demostrado.

Abordan a continuación otra pesadilla en la que hay...

6) ...un "rascacielos", Wolkenkratzer, donde, afirman ellos mismos : ¡"había que pensarlo"!, está contenido "realmente, verdaderamente" [bel et bien] "el lobo que nosotros buscamos" [sic] porque en Wolkenkratzer está Volk que con Bouka son los dos nombres rusos del lobo, con lo que se evita el problema de que Wolk no es Wolf... Esto les permite eludir, ademas, la dificultad que les planteaba el diccionario pues...

7) ...rascacielos es Nieboskreb en ruso que no parecía tener ninguna relación con "hermana" ni con "lobo" que, como vimos, es lo que tenían que encontrar. Como dicen, esta dificultad, sobre todo para localizar la "hermana" que están buscando... es "desagradable". Las palabras que encontramos, dicen, son desagradables. Pero no desesperemos... porque...

8) Skreb es la raiz de Skrebok, grattoir, raspador, rascador... Skroït: tailler, tallar, cortar, podar... Skrip: grincement, chirrido, rechinamiento... ¡qué desagradable! y ya estabamos por darnos por vencidos con la lengua rusa (nous nous apprêtions à donner la langue russe aux chats)... pero seguimos hurgando alrededor de las palabras (no olvidemos que están trabajando con el diccionario y con la contigüidad, no de las asociaciones del paciente, sino de las palabras que la página ofrece a la mirada que se desliza por el papel...) y "el que busca, encuentra", como enseña el saber popular:

9) gratter (rascar), égratignure (rasguño), écorchure (despellejadura), cicatrice (cicatriz), y si volvemos al alemán...

10) Skreb, Krebs, cáncer... y entonces, agregan textualmente: "arriesgamos una última hipótesis y fue nuestro salvavidas"28:

Si todas esas palabras deben hacer alusión a la hermana, lo hacen, esta vez, por otro sesgo que la evocación camuflada de la palabra "hermana". ¿Por qué limitarnos a las pesadillas y fobias siendo que los temores hipocondriacos, que conciernen a la nariz hablan explícitamente de écorchure, de cicatriz, de cáncer?

Y ahora vendrá la culminación de la sobreabundancia de asociaciones del lado del lector, pues como dicen en este punto Abraham y Torok, aunque "no verbalizado sin duda" por el paciente, por qué privarnos de recordar que en la dermatología existe una enfermedad que se llama

11) "Lupus seborreico". Ya tenemos pues de nuevo al lobo. Pero sigamos... Todas estas palabras que tratan sobre la idea de herida..., dicen Abraham y Torok,

...por qué no admitir -aunque más no sea por extrapolación [sic]- que todos estos vocablos no hacen más que cubrir una palabra diferente que marca un placer sexual y alude a la escena de seducción [de la hermana con el hermanito].

y entonces...

...Comprendimos igualmente, dada la riqueza de sinónimos, que no se trataba aquí de algún disfraz fonético, paronímico[...] sino que era necesario atravesar los significados y buscar un desplazamiento de orden semántico para llegar a la palabra clave buscada...

Detengámonos un instante para subrayar que no se trata, en el caso de Abraham y Torok, de dejarnos invadir por la atención flotante ante un discurso de un analizante sino de tener por el contrario, en la terminología freudiana, una representación-meta, una Zielvorstellung, que organice el pensamiento conciente de estos analistas, un objetivo al servicio del cual habrán de poner su búsqueda y entonces, volviendo al texto de Abraham y Torok encontramos que...

... Esa palabra, impronunciable sin duda por alguna razón, esa palabra, desconocida por el momento, debería ser de naturaleza polisémica, enunciando por el mismo fonetismo varias significaciones a la vez.

Recurrirán entonces, donde no funcionen los juegos fonéticos, a los sinónimos. Un sólo fonetismo permitirá jugar, en este caso, más bien con los variados significados, algunos de los cuales quedarán ocultos y otros a la luz... Donde el juego de los significantes, que podía hacer pensar en una referencia (culpable, culpabilizante, espantosa para Lacan por sus consecuencias), no funciona para arribar adonde se quería llegar a priori, pues bien, se acudirá a la simple significación. Se abandonará o no, según convenga al objetivo prefijado, los significantes por los signos, o los signos por los significantes... Así Abraham y Torok producen sus originales "criptónimos", o sea como lo sugiere esta designación, palabras que ocultan una significación extraña, extranjera, oculta, diferente del "simple desplazamiento metonímico". En nuestros términos diremos: dados un punto de partida y un objetivo produciremos por todos los recursos fonemáticos, sinonímicos, semánticos, anasémicos, allosémicos, metonímicos y cuando no funcionen, serán los criptónimos los que nos permitirán arribar a lo que nuestra intuición inicial nos había señalado, en este caso a la asociación "lobo" y "hermana". Con toda razón Derrida habla de "palabras anguladas". Al llegar a un punto la dirección cambiará, en ángulo para dirigirse hacia donde convenga para alcanzar el objetivo preestablecido.

Así, con estos propósitos, Abraham y Torok abordan la imagen erógena de la mujer que frota el piso: Groucha con su balde y su escoba. Y de entrada se dicen, revelando su representación-meta: ¿Cómo relacionarla con la seducción por la hermana? Por nuestro lado ya habíamos pensado, poniéndonos en el lugar y en el proyecto de Abraham y Torok que en 8) habíamos encontrado como al pasar una palabra "desagradable" [Skreb, Skroït], porque parecía no servir, y esperábamos recuperarla en momentos como este. Veremos si funciona así o no. La reflexión que se impone es que, para desgracia nuestra, frente a las objeciones de Popper ésta sería una demostración que con semejante metodología no hay posibilidad de decir de nada que carezca de validez en tales disquisiciones, es decir que tampoco puede nada quedar convalidado.

Volvamos a Abraham y Torok: ¿cómo relacionar "Groucha lavando el piso" con "seducción pasiva" ante la "hermana"? Primera asociación:

12) Tocamientos - frotar y por otro lado "frotar el parquet". Abraham y Torok dicen, retóricamene: "¡qué idea tan descabellada!" Pero, pese a todo, ¡vayamos a verificarla! en el diccionario francés- ruso!:

13) Tieret, Natieret. Ahora busquemos, al revés, en el lado ruso-francés (con esa expectativa vamos aunque digamos que es "sin muchas esperanzas") para producir el "desplazamiento criptonímico", Griffer (arañar), écorcher (despellejar) como versiones para la palabra Tieret. Leen entonces en el diccionario ruso-francés:

14) Tieret: 1º frotter (frotar), 2º piler, broyer (triturar, moler), 3º blesser (herir), 4º polir (pulir); y

15) Natieret: 1º frictionner (friccionar), frotter (frotar), 2º frotter, cirer (encerar), encaustiquer (tratar con encáusticos), 3º se blesser (lastimarse), s'écorcher (despellejarse). ¡"Henos aquí colmados"! exclaman los autores29. Ahora se comprende además el rébus del "rascacielos". Al leerlo aquí nos asombra que Abraham y Torok no hayan pensado desde el principio que el que se rasca se lastima, se hiere, se despelleja, se araña.

Ahora, además, se vuelve claro lo que podía estar insuficientemente desarrollado antes:

16) El síntoma nasal está producido por la asociación de dos palabras. Una omitida, objeto del temor hipocondriaco, el lupus (ya vimos quien produjo esta palabra [ver arriba, 11]), la segunda "cicatriz". Remiten a las palabras que refieren al deseo Tieret-Natieret [ver 14) y 15)]

17) Lupus-cicatriz (criptónimo)... su asociación muestra/esconde "frotamiento voluptuoso": "Hermanita, ven a frotarme el pene", ésta es, dicen, la frase clave (V:116). No es sorprendente que Abraham y Torok agreguen aquí que podrían llenar páginas y páginas con un catálogo de sus modos de aparición, en lugar de su exclusion del vocabulario activo en la que estaban ausentes en su acepción de frotar, encerar, despellejar. Ausentes pero aludidos por sinónimos, referencias muchas veces negativas a esa palabra tabú, palabra cargadas por esa exclusión, dicen Abraham y Torok, de un poder mágico. Recordemos que el Verbier... se ha traducido en inglés con el título de The Wolf Man's Magic Word30.

Los autores llegan textualmente así a esta conclusión, en este punto:

Como tal palabra-tabú era impronunciable... había que introducir sinónimos... con valor de sustituto. Se volvieron así unos criptónimos que no tenían ya, en apariencia, ningúna relación fonética ni semántica con la palabra prohibida. Tzarapat, "raspar", "despellejar" nada tiene que ver en apariencia con Tieret, "frotar". Hay, entonces, no un desplazamiento metonímico simple, que hace referencia a tal o cual elemento de una situación concreta en lugar de tal otra, a la cual se apuntó efectivamente [...] sino un desplazamiento en segundo grado: es la palabra misma, en tanto entidad lexicológica31 que constituye la situación global donde se encuentra obtenida una acepción sobre el conjunto de las acepciones.

Hágamos un esquema de la operación descripta [V:117], modelo de la metodología adoptada:

 

La búsqueda lexicológica logra establecer la relación que, "en apariencia no existía". En el caso citado más arriba de chiest, los autores dicen: "felizmente la mirada de los autores cayó sobre la palabra vecina [de Chiest en el diccionario]" V:112) y así producen la asociación CHIEST-CHIESTERO-CHIESTIERKA. Pero en cambio, cuando se trata de la asociación TZARAPAT-TIERET, una consulta al Diccionario ruso-español32 permite comprobar que Tzarapat figura en la página 846 y Tieret en la página 771. O sea que no pudieron contar con la felicidad de que su mirada cayera en la palabra vecina. Tuvieron que recorrer en este "desplazamiento en segundo grado" alrededor de 75 páginas (con las diferencias que pueden haber según la edición consultada por Abraham y Torok). Cabe pensar que buscaron y buscaron... hasta encontrar lo que querían. Es cierto, agregaremos aceptando por un instante tal metodología, que podrían haber acudido al hecho de que a fuerza de "frotar" se puede "raspar" y terminar por "despellejar". El objetivo sería el de establecer una relación entre "hermana-movimiento de frotar33-raspar-lastimar-lesión en la nariz, etc, etc".

Después de haber producido lo que habían buscado con sus propios recursos de lectura los autores atribuyen ahora ese mecanismo al pobre Hombre de los Lobos. Según ellos así el paciente (como se lo designa en estos textos) habría intercalado un modo de contigüidad lexicológico para que Tzarapina (cicatriz) sea evocador de Tieret (frotar) (V:118).

Podemos decir ahora que el espanto de Lacan debe haber estado localizado en la posibilidad de que los lectores, en la coyuntura ideológica francesa del año 1976, pudieran creer que él, heraldo de los recursos a la palabra y al lenguaje, sostenía una metodología lexicográfica como la que con un fascinante despliegue asociativo Abraham y Torok presentaban en un texto interesantísimo como testimonio de los autores pero sumamente discutible como fabricación del caso, sin perjuicio de que para un trabajo que queda por hacer se incluyan entre los documentos que se deberían integrar en esa fabricación. Actualmente Le Verbier de l'Homme aux loups pasa a formar parte de los materiales de ese caso. Lo que me parece indudable es que un lector que lo aborde en esa perspectiva tendrá que separar la riqueza de las referencias translingüísticas -las hay por toneladas en un texto del que sólo presentamos, como ilustración significativa, lo que brindan seis de sus páginas-, separarla digo, de lo que son sus prejuicios metapsicológicos, por otra parte idiosincráticos, tales como su concepción del yo, de la introyección, de la incorporación o de la "cripta".

Pero ahora nos queda pendiente una cuestión, o más bien, varias: 1) ¿Qué leyó Derrida en este texto?; 2) ¿Qué leyó Lacan en el prefacio de Derrida para incluirlo en su espanto?; 3) ¿Qué relación puede tener esto con la diferencia entre el analisis deconstructivo de un Derrida analyste à ses heures y la experiencia psicoanalítica que se alimenta de la enseñanza lacaniana?

 

4. Lo que leyeron Derrida y Lacan en el Verbier...

En una hoja suelta agregada a la publicación de Le verbier de l’Homme aux Loups, Derrida dice:

... esta lectura (la de Abraham y Torok) no descifra solamente una secuencia singular, ella reconstituye toda una lengua, un modo de cifrado34, una técnica de escucha, de descriptado, de traducción.

Si tenemos en cuenta lo que hemos visto antes, nada nos impide compartir la admiración de Derrida, con la salvedad de que, para nosotros, es discutible su pertinencia en el campo psicoanálitico, porque no se trata, si retomamos sus términos, de una "técnica de escucha" aceptable para el psicoanálisis pues sustituye a) una atención flotante por b) una representación-meta que organiza al lector según un objetivo conciente.

De tal manera, Abraham y Torok realizan el trabajo maravilloso de invención de una técnica de transformación de un texto en otro, de un texto del caso del Hombre de los Lobos en un texto de Abraham y Torok, que habla una lengua, inventada por ellos, lengua que les permite una producción poética con sus propias leyes y métodos, que habla de ellos, de Abraham y Torok, de su capacidad de creación con el pretexto del texto que toman como punto de partida y su producción translingüística. En suma no se trata de la reconstitución de una lengua, como dice Derrida, sino de la invención de un código/cifrado. En efecto, afirma [F:53] que "criptar [sic] es cifrar, operación simbólica o semiótica que consiste en manipular un código secreto...". En ese cifrado, la riqueza cultural centroeuropea de los húngaros con su lengua marginal, su refugio en la lengua alemana y su sensibilidad particular hacia una práctica poliglótica, multiplicada por la capacidad singular de sus autores, les permite "manipular" ese "código" con el que, fijados algunos puntos de partida y de llegada que organizarán sus asociaciones concientes para desechar unas posibilidades y subrayar otras, podrán inventar un sistema de recorridos en el que, según convenga a sus fines, utilizarán recursos de la homofonía, de la polisemia, del pasaje de una lengua a otra, del desplazamiento lexicográfico (es decir del desplazamiento de la mirada por las páginas del diccionario y no del desplazamiento en el sentido freudiano o los giros metonímicos lacanianos)... en suma de todo aquello que les sirva para construir un camino, laberíntico, complicado, fascinante, desde el minotauro criptado que han llegado a inventar para su juego hasta la salida a la luz del texto accesible... y viceversa. En otras palabras, inventado el camino de salida se podrá recorrer en sentido inverso: "Después de un largo encaminamiento à rebours [a contrapelo, al revés] esperamos encontrar al fin un momento cero hipotético", dicen Abraham y Torok [V:90].

Pero, se nos dirá, ¿no es acaso eso lo que hace clásicamente el psicoanálisis: descubrir, a partir de un contenido manifiesto, un contenido latente? Sí, en cierto sentido35páginas del diccionario., pero con algunas particularidades que singularizan a la interpretación psicoanalítica diferenciándola del comentario de textos, la diseminación, la desconstrucción, en suma que diferencian al psicoanálisis, frente al análisis propio de otras prácticas, respetables, sin duda, pero diferentes de la que en cuanto psicoanalistas nos interesa sin perjuicio de plantear la cuestión acerca de qué aportes y restricciones implican los hallazgos de cada una de esas prácticas para la otra.

Justamente, lo que de manera constante amenaza de extinción al psicoanálisis es su disolución en esas otras prácticas. De algún modo, esa tendencia está presente ya en el texto freudiano, por ejemplo en la Traumdeutung que, si bien se singulariza por su rechazo, en sus aspectos más radicales, de la clave de los sueños, recae, en otros momentos, en la interpretación con catálogos de símbolos típicos convencionales. El psicoanálisis tiene como límite infranqueable, so pena de la desaparición de su especificidad, el respeto por la singularidad de las asociaciones del analizante lo que nos permite decir, con Lacan, que el unico psicoanálisis aplicado es el aplicado en la experiencia clínica del análisis en el que el sujeto en tal experiencia es ese analizante.

Así lo afirma Lacan en su "Proposición de Octubre de 1967" en la que, a la vez, cuestiona una de las lecturas posibles de su enseñanza anterior, ya que pueden encontrarse en el mismo Lacan menciones que hacen referencia a la intersubjetividad. Esa intersubjetividad que si no es criticada aparece primero en forma esbozada en una práctica seudoanalítica, y luego termina por hacer justamente del "analista" el "único sujeto" de esa práctica que entonces no será ya la del psicoanálisis sino otra distinta, en la que la subjetividad en juego será la del lector, sin otras trabas que las que estructuran su propia fantasmagoría. Esta reflexión no excluye el ejercicio de la lectura, reconocida explícitamente como tal con sus especificidades, práctica que estará forzosamente acotada por los límites del material significante.

Mientras el psicoanalista ofrece cómo soporte de todo el desarrollo de la cura su propia carencia, que abre la dirección de ese tratamiento hacia la posibilidad de un fin del psicoanálisis, el analista de esas otras prácticas, en cambio, encuentra en el discurso del "paciente", más que nunca paciente, con la paciencia de su pasividad, un pretexto para asumir el protagonismo de su producción (filosófica, literaria, poética, ideológica, etc) y, en el caso en que haga pasar eso por una práctica supuestamente analítica, disimulará su impertinencia bajo una forma de psicoterapia, de sugestión, de persuasión, de adoctrinamiento, de exégesis, etc.

No debe asombrarnos entonces que Derrida en su confusión entre análisis (deconstructivo) y psicoanálisis, pueda complacerse con una producción que le permite confirmar ¿porqué no? que él también es, como lo ha dicho, "analista a sus horas"... como cualquiera, oígamos bien, como cualquiera ... Si así fuera, efectivamente, cualquiera... y, lo que es lo mismo, ninguno, nadie, sería psicoanalista (cuyo ser es, paradójicamente, su des-ser, su carencia nuclear), lo cual no tiene tampoco porqué preocupar a nadie... que no esté interesado en la práctica psicoanalítica. Curioso rebote para el sentido del título de su libro reciente: Resistencias del psicoanálisis36.

Por otra parte, corresponde afirmar que el Verbier... sintoniza con toda la empresa derridiana37, y la conclusión de ésta en su tesis, fuerte, de la interminabilidad del análisis (de ese estilo de análisis): así como Abraham y Torok encuentran lo que buscaban, Derrida reencuentra en ellos lo que siempre buscó: [el Verbier... -dice-, como la obra derridiana -decimos-] "desborda las interpretaciones, comenzando por la de Freud obliga a una reelaboración incesante, desafía, provoca, excede". En suma Derrida no felicita a Abraham y Torok, Derrida se felicita a través de ellos, con el pretexto de ellos, por esta perspectiva de algo incesante, que coincide con la "interminabilidad" que postula.

Derrida puede creer entonces que Abraham y Torok traducen [sic] los sueños del Hombre de los Lobos, uno por uno, cuando estos autores ni traducen... ni dejan de hacerlo, sino que recurren a todos los artificios de los que ellos disponen, a sus asociaciones, marginando suficientemente al que figura como Hombre de los Lobos (salvo como estimulo de iniciación), para llegar así a donde se habían propuesto arribar, a la construcción de un código/cifrado, de un "verbario", lo que ellos llaman "Le verbier de l’Homme aux Loups" y que designaré, con un neologismo en español donde ellos producen un neologismo en francés, como "El verbario de Abraham y Torok", con lo que simplemente se ponen, a mi juicio, las cosas en su lugar.

Derrida saluda, por otra parte, la teoría de "la cripta", como teoría psicoanalítica acerca del yo que implica un "nuevo concepto metapsicológico de la realidad", así como las novedades de la "represión conservadora", "la represión constitutiva", la "introyección", la "incorporación", etc. Derrida considera todo ello un événement, un acontecimiento, este...

poderoso trabajo 'antisemántico'o de 'designificación' [que...] se ofrecerá pronto a una lectura sistemática [pues] varios volúmenes reunirán en efecto, bajo el título general de Anasémies [Anasemias] -advierte- los trabajos de Nicolás Abraham y de María Torok.

O sea que, en el ámbito estrictamente analítico se anuncia algo así como la aparición de una producción que inaugura una escuela... Que semejante anuncio no haya tenido luego su concreción -hasta donde estoy informado- no indica en sí mismo un éxito ni un fracaso definitivos, simplemente revela que no se pudo observar hasta ahora la fecundidad de este planteo. De igual modo, cuando utilizo la calificación de idiosincrático para el producto de Abraham y Torok no puedo considerarlo como un elogio ni como una crítica, simplemente, lo sitúo como una descripción de su especificidad. Como producción teórica es difícil entrar en una crítica de ella que estaría fuera de lugar en la medida en que, por ejemplo, no parece haber ninguna posibilidad de confrontar lo que Derrida llama "un "nuevo concepto metapsicológico de la realidad" con las elaboraciones de la enseñanza lacaniana del ternario Simbólico Imaginario Real, en el que éste último es diferente de la localización de la imagen de la realidad.

Retomemos ahora, entonces, la mirada de Derrida sobre el trabajo de sus amigos. Presenta el proyecto de Abraham y Torok diciendo que despliegan el drama de Wolfman y que ...

...al descifrar la escritura monumental de su historia, al reconstituir el código jeroglífico que [el Hombre de los Lobos] debió inventar para decir sin decir la interdicción... los dos analistas han construido el análisis de una cripta... (F:30)

Se puede decir que Abraham y Torok construyeron, en efecto, el análisis de una cripta, teorizada por ellos mismos, pero no se puede sostener, fundadamente, que el código que los dos analistas "reconstituyeron" fuera el que el Hombre de los Lobos, "debió inventar"... Más pertinente aparece la descripción que Derrida hace del resultado:

El Verbier se lee como el relato de una novela, de un poema, de un mito, de un drama, todo esto en traducción plural, productora y simultánea (F:31)...

... lo cual no es para nada desdeñable. De lo que se trata para nosotros es justamente de diferenciar esa producción estimable de lo que puede ser, en cambio, el resultado modesto, diferente, menos espectacular y fantasioso, sin duda, de una elaboración psicoanalítica del caso del Hombre de los Lobos. Ésta tendrá en cuenta, seguramente, los aportes de los novelistas, poetas, mitopoieticos, dramaturgos... como parte de sus materiales y no excluirá, por supuesto, la presentación novelesca del resultado ni renunciará a conexiones pertinentes con la trama cultural y del lenguaje.

Este punto es de la mayor importancia porque, como dice Derrida, no se encuentra en...

...el " 'estilo' del Verbier ninguna de las maneras que se imponen hoy en tal o cual discurso frances: en el ágora psicoanalítico38, fuera de él o en esa zona intermedia que se extiende tan rápidamente. Ni en su simplicidad más expuesta, más serena ... más sonriente (conozco la sonrisa paciente de de los autores, su lucidez indulgente y despiadada a la vez, efectivamente analítica, ante el dogmatismo y la estereotipia, la fanfarronería y el seguidismo teóricos, la busqueda del efecto a cualquier precio [...]) ni en el refinamiento elíptico de la sutileza más arriesgada, este "estilo" se asemeja a nada de lo que un lector francés espera reconocer de un programa para tranquilizarse.

Comenzamos a ver lo que puede haber irritado a Lacan en el prefacio de Derrida. Esta manera un tanto superficial de arrojar a cualquiera que no aceptara que el producto de Abraham y Torok manifieste, más allá de su particularidad literaria, una "lucidez... efectivamente [psico]analítica", al pantano de los dogmáticos, fanfarrones, estereotipados, buscadores de efecto..., resulta un aparato de presión chantajista que distribuye claramente los adeptos y los enemigos de la sutileza, en vez de plantearse la posibilidad de que se trate simplemente de localizar la particularidad del discurso que se está produciendo y su discutible pertinencia, como producto de una elaboración psicoanalítica con los límites del anudamiento propio del ternario lacaniano.

En suma, lo que parece sintonizar con Derrida en el texto de Abraham y Torok, es la coincidencia con su propio proyecto, no psicoanalítico (no tiene por qué serlo), de este trabajo como...

... un lugar asintótico de convergencias para todas las traducciones y traiciones posibles, aproximacion interminable del idioma, interminable para el texto "original" mismo... [itálicas mías]

Como vemos aparece este rasgo de la interminabilidad que Derrida postula como un axioma para todo proyecto analítico, en el que él incluye al psicoanálisis. Por lo tanto los aspectos que encuentra en el trabajo de Abraham y Torok resultan productivos para una proliferación textual que permite multiplicar al infinito las asociaciones, de un modo interminable...

Derrida señala entonces la producción del verbario como un diccionario en varias lenguas en el que cada una de estas se articula con las otras en los ángulos del trazado de sus líneas rotas en sus correspondencias. Todo dependerá de la habilidad con la que se las manipule, habilidad que en el caso de Abraham y Torok Derrida califica de agilidad asombrosa, en los límites de lo increible. Son sus propios términos, subrayemos (F:32). Los recursos, entonces se multiplican:

1) El relato incluye su propia historia (la del relato) y coloca en escena a los autores del relato;

2) La novela, tanto en el sentido de la novela familiar como la de las guerras y revoluciones que atraviesan la vida del Hombre de lo Lobos;

3) El poema, en el caso del Hombre de los Lobos, como recurso de las lenguas, de las voces, suyas y de todos los analistas que intervinieron, conocidos o no por él;

4) El mito, entendido como reconstrucción de un origen inmemorial; y

5) La traducción, que Derrida define, en este caso, como "circulación entre las escrituras, marcas corporales, verbales o no, que forman un corpus, poco más o menos [...], idiomático y reclaman la producción de otra escritura de traducción".

Desde nuestro punto de vista no puede haber discrepancia: todos estos recursos son útiles y pertinentes para la fabricación de un caso. Podríamos agregarles, si no se los considera ya incluídos en la referencia a la historia, la consulta de todos los aspectos de la crónica periodística, y de cualquier otra fuente (dichos testimoniales, tradiciones orales, etc.), que rodean los acontecimientos a los que hace referencia el analizante y que aparecen en las versiones variadas del caso. El problema aparece, para nosotros, cuando no se toma en cuenta el límite, el conjunto de restricciones que impone psicoanalíticamente el discurso del analizante al abanico de asociaciones que vienen en el lector o en el analista a partir de esos materiales. En cambio en Abraham y Torok las únicas restricciones están constituídas por un punto de partida y un punto de llegada, procedentes de su intuición inicial. Podemos observar, en efecto, cómo

1) el término tieret presente como vocablo mágico, (teret en 1971-2) organiza la búsqueda del hilo que habrá de conducir a él a partir del otro extremo que consiste en

2) algo observable e interpretado en el discurso, la seducción por parte de la hermana.

Pero tal restricción, en este escrito, se refiere más a la terminación de la reconstrucción del caso que a la terminabilidad del psicoanálisis en cuanto experiencia. Así, Abraham y Torok escriben:

... "después de un largo encaminamiento regresivo (à rebours: a contrapelo) esperamos encontrar al fin un momento cero hipotético" (V:90)en una convivencia, reconocen, "no en persona, como los pacientes en el diván..." [V:77] [itálicas mías].

Donde la afinidad entre Derrida y Abraham y Torok aparece, pero sobre todo, explícitamente con Nicolas Abraham, es en los puntos donde la especificidad de su práctica de psicoanalistas puede disolverse. Si Derrida habla primero de él como de alguien en quien... "el analista, el teórico del archi-psicoanálisis39 y el poeta-traductor [F:47] son indisociables", luego llegará a recordar su expresión de 1962 en una conferencia pronunciada en un coloquio en Cerisy-la-Salle sobre el tema "Arte y psicoanálisis"40:

Esta transcripción analítico-poética no pone al autor presunto de un texto sobre el diván, sino más bien a la obra misma. Nicolas Abraham insiste en ello a menudo "el paciente privilegiado [sic] no es otro que el poema [...] la obra de arte y no el artista".

Como vemos estamos en plena dimensión del "psicoanálisis aplicado". ¡Cómo no habría de irritarse Lacan para quien, como ya vimos, no hay otra aplicación del psicoanálisis que la del que se realiza en la experiencia clínica y que, por otra parte, considera que una obra se crítica, no se psicoanaliza!

Notas

1 "...tengo respeto por los sabios. Tal vez haya uno que habría encontrado algo que iría contra mi experiencia".

2 Literalmente: "Lo no sabido que sabe de la una metida de pata se ala a morra". Ver diez ensayos de traducción / transliteración en M. Pasternac, "La traducción: una consistencia en el ternario del pasaje de lenguas", Artefacto nº 3, México, 1992, pág. 41-70.

3 Es interesante que haya en este punto diferencias entre tres versiones que hemos consultado: 1) En la versión "Cho" y en Ornicar 14, 1978, está registrado como una pregunta: "¿acaso considera él [J-A. M.] que lo que yo "dije" [jaspiné] en el curso de mis 25 años de seminario tenía esa marca [de convicción contagiosa]?"; 2) En la versión "G.T". aparece (lo cual parece ser un error de esta versión) como una afirmación: "... porque él considera que... tenía esa marca"

4 El lector buscará infructuosamente muchas de estas formulaciones en el seudo-establecimiento, es decir en la redacción censurada que J-A. Miller presenta de esta sesión del 11 de enero de 1977 en Ornicar 14, Pâques 1978, Paris, Ed. Lyse, páginas 4 a 9. Compárese con las transcripciones de la versión "Cho" y la versión "G.T.".

5 "Diálogo" que en el psicoanálisis es en realidad es un "monólogo" de un "âme à tiers" (alma de tercero), una materia, [une matiére], como dice Lacan jugando con la homofonía, donde hay un sólo sujeto en juego, pero en una relación bicorporal que soporta un recorrido "S-a-a'-A" (en la escritura del llamado esquema L: Sujeto - yo - otro/objeto - Otro [Cfr. J. Lacan, Escritos, México, Siglo XXI, 1984, pág. 47]), entre yo, otro imaginario y Otro simbólico.

6 "Les choses du reste trouvent leur place tout de suite à se souvenir de ce qu’il y a, pour le seul sujet en question (qui est, ne l’oublions pas, le psychanalysant), a savoir" [las cosas por lo demás encuentran su lugar de inmediato al recordar lo que hay, para el único sujeto del que se trata (que es, no lo olvidemos, el psicoanalizante), que saber]; J. Lacan, "Proposition du 9 octobre 1967, première version", Analytica 8, París, Ed. Lyse, 1978, pág. 11 [Hay traducción española, de Irene Agoff, en Ornicar? nº 1, Barcelona, 1981]

7 Hay cierta tendencia a traducir "semblant" en español por "semblante", que en efecto, es una de las formas de la apariencia. La ventaja, conservar la literalidad, la desventaja, que "semblante", en español, es una apariencia vinculada sobre todo con el rostro. Como siempre que se trata de traducción la opción implica cierta perdida.

8 S. Freud, Entwurf einer Psychologie, in Aus den Anfängen der Psychoanalyse, Ed. de M. Bonaparte, A. Freud y E.Kris, Londres, Imago PublishingCo., pp. 371-466 [Ed. castellana, Proyecto de psicología, Buenos Aires, Amorrortu Ed., 1976, 323-446]

9 Cfr. J. Allouch, Lettre pour lettre, Erès, Toulouse, Erès, 1984, p.161. [Hay edición castellana: Letra por letra, Buenos Aires, Edelp, 1993, p. 153]

10 Cfr. J. Lacan, "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Escritos, México, Siglo XXI, 1984, págs. 773-807.

11 N. Abraham y M. Torok, Cryptonimia, Le verbier de l'Homme aux Loups, págs. 75-247 [citado en adelante en el texto así: V: y el número de la página], con un prefacio de J. Derrida, Fors, págs. 7-73, [citado en adelante en el texto así: F: y el número de la página]; París, Aubier Flammarion, Colección La philosophie en effet, Anasemies, 1976.

12 Vide infra las consideraciones sobre la metapsicología de Abraham y Torok. Cfr. además V: 89, nota 2 para la noción de Yo, y V:91, sobre incorporación, " [a] los otros... sólo puede instalarlos en él, como lo hizo con su hermana" (que nos permite, dicen Abraham y Torok, "hablar el inconsciente del caso"). Entonces Abraham y Torok podrán sostener que "el Hombre de los Lobos no podía ofrecer otra cosa en el análisis que sus diversos modos de no ser él mismo"... como si esos modos no formaran parte de algún modo de ese "él mismo" que ellos mitifican en una profundidad de lo que sería su auténtica identidad...

13 J. Lacan, "Observación sobre el informe de Daniel Lagache: «Psicoanálisis y estructura de la personalidad»", Escritos, op. cit., págs. 627-664.

14 "He puesto el acento en esta inclusión... de todo amor objetal... como una ampliación del yo, es decir como una introyección".

15 Es decir, por lo menos dos años antes de lo que Abraham y Torok llaman "estar en compañía de él".

16 N. Abraham y M. Torok, "Introjecter-incorporer", Nouvelle revue de psychanalyse, nº 6, Otoño 1972, París, Gallimard, págs. 115-116,

17 "Así" remite en el texto que precede a la "bóveda secreta", "cripta" donde "reposa, viviente, reconstituido a partir de recuerdos de palabras, de imágenes y de afectos, el correlato objetal de la pérdida, en tanto persona completa, con su propia tópica, así como los momentos traumáticos, efectivos o supuestos, que habían vuelto impracticable la introyección", Ibíd, pág. 116.

18 La interpretación no expresa la verdad del lapsus sino que la desencadena, dicen nuestros clásicos...

19 N. Abraham y M. Torok, "Le mot magique de l'Homme aux loups. Incorporation, hystérie interne, cryptonimie", Revue Française de Psychanalyse, París, nº 1, 1971

20 Como se verá, hay una ligera modificación en la escritura de este término en 1972. En el Verbier... (1976) será escrito tieret.

21 R. Mack Brunswick [1928], "Suplemento a la ‘Historia de una neurosis infantil", in El Hombre de los Lobos por el Hombre de los Lobos, Buenos Aires, Nueva Visión, 1971, pág.197 (citado en el texto en lo sucesivo "NV:" seguido por el número de página).

22 Si hay un "Hombre de los Lobos sí-mismo clandestino"... ¿quién es el que ahora es designado S. P.? Sabemos que estas iniciales, que terminarán revelándose como las de Serguei Pankejeff, tenían en el texto de Freud la importancia de su deletreo como "espe", Wespe, avispa... etc . Cfr. S. Freud, Obras completas, Tomo XVII, Buenos Aires, Ed. Amorrortu, 1979, pág. 86.

23 Alusión a la referencia popular a las modificaciones en la nariz como reveladoras de la actitud del mentiroso.

24 No olvidemos que Hermana o Padre son nombres propios, no lugares en la genealogía.

25 The Wolf-man by the Wolf-man, New York, Basic Books, 1971. Hay edición en lengua española: El Hombre de los Lobos por el Hombre de los Lobos, Buenos Aires, Nueva Visión, 1971, trad. Marta Guastavino (incluye textos de A. Freud, M. Gardiner y un "Suplemento" de R. Mack Brunswick).

26 J. Lacan, Escritos, op.cit., págs. 227-310.

27 Notemos que, ya en tren de asociar, podrían haber citado la palabra inglesa "sister" (hermana).

28 Recordemos la anotación de Derrida sobre el objetivo de salvación..

29 No es una ironía ni una interpretación de nuestra parte, está escrito así por ellos: V:116, línea 1.

30 N. Abraham y M. Torok, The Wolf Man's Magic Word, Minneapolis, U. of Minnesota Press, 1986.

31 Itálicas mías. Aquí, como vemos, está el uso del diccionario.

32 J. Nogueira y E. Turover, Diccionario ruso-español, Moscú, Ed. Enciclopedia Soviética, 1967

33 "Hermanita ven a frotarme el pene" es la frase clave, dicen Abraham y Torok (V:116).

34 En F:30, Derrida dirá que es un código.

35 Dejamos de lado en esta ocasión el hecho de que lo latente está ya en lo manifiesto de la misma manera que lo "profundo" está, de cierto modo, en la superficie, más exactamente al modo de la transliteración... pero no en el estilo de la lexicografía recorrida por la mirada en las páginas del diccionario

36 J. Derrida, Résistances de la psychanalyse, París, Galilée, 1996.

37 J. Allouch la llama así; "... la publicación "derridiana" del Verbier de l'homme aux loups..." en El psicoanálisis, una erotología de pasaje, Córdoba (Argentina), Litoral, 1998, pág. 128.

38 Marco con negritas esta frase, escrita en 1976, cuando Lacan dominaba la escena del discurso francés en el "ágora psicoanalítico". Quizás este "ninguneo", como dicen los mexicanos, salvaría a Lacan, paradójicamente, de la responsabilidad que él parecía adjudicarse.

39 Definido como la sistematización del programa "anasémico" destinado a definir de manera sistemática la ley de las conversiones semánticas [F:45]. Vemos en el Verbier... una muestra de este sistema. Podemos notar un indicio de la afinidad mencionada entre Derrida y Abraham en el uso de designaciones con el prefijo "archi-".

40 Esta conferencia fue publicada diez años más tarde: N. Abraham, "Le temps, le rythme et l'inconscient. Réflexions pour une esthétique psychanalytique", Revue Française de Psychanalyse, París, julio de 1972.

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