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Número 1 - Noviembre 2000
¿Quien conduce?
Eduardo Holzcan - José Rehin

 

INTRODUCCION

Nos proponemos plantear el transcurso de un caso que muestra el trabajo de la psicosis y sus transferencias. Trabajo compartido en que ambos, médico y psicólogo, decidimos "sumirnos a la posición subjetiva del enfermo."

Desde espacios distintos, con una misma estrategia, acompañamos la vectorización de un recorrido por el lapso de aproximadamente un año.

EL CASO

Ana tiene 55 años y llega indignada a la admisión, refiere haber estado internada en la guardia un par de semanas. Nos enteraremos luego que se fugó de la internación.

Está exaltada y dice que lo que pasa con ella es muy serio. Ha escuchado una voz que le decía "te voy a matar", por lo que llegó hace un tiempo al hospital y fue internada.Dice tener pinchada su habitación por los vecinos de la fábrica contigua, estos controlan sus movimientos y actos, hasta su respiración. La espían además con un rayo láser. Dado que hizo muchas denuncias en la comisaría y no le creen, quiere ir a tribunales. Los policías podrían estar complotados en todo esto a través de sus antenas de comunicación. También unos gitanos estarían por matarla. Supone que esto estaría orquestado por su hermana, dado que la casa donde vive está en medio de un trámite sucesorio.

Dice estar en una trinchera matando cucarachas y haber nacido también en una trinchera en la Primera Guerra Mundial. Su apellido termina en "WAR" y la paciente conoce el idioma inglés.

Además manifiesta tener un revólver ("un bufoso") junto a su cama y que si esto no para, saldrá a hacer justicia con sus vecinos. Se le dice que hay otros caminos distintos al de la violencia, que en ese caso se la atenderá.

Se le preguntará por el trámite sucesorio y dirá: "Esa casa es el último testimonio de la presencia de mi padre en esta tierra, él la construyó con sus propias manos". Dirá también que ella ocupó esa casa luego de haber perdido múltiples propiedades en la Capital. La actual vivienda está ubicada en el conurbano bonaerense, es la casa familiar de orígen y está muy desmejorada. Ocupada por Ana hace un año, el trámite sucesorio dividirá partes entre ella, una hermana y los herederos de un hermano muerto. Su ex marido aportará el dinero para los otros herederos, haciendo que cedan su parte a la paciente y ésta se quede con la vivienda.

Dirá además que se niega a tomar medicación describiendo el malestar corporal que le provocaron los neurolépticos en su estadía en la guardia. Allí pudo dormir, pero no quería hacerlo a ese precio.

Accedimos a subsumirnos a su posición, pues dijo que quería hablar y de hecho podría no haber regresado luego de su fuga de la internación, y lo estaba haciendo, por su cuenta, a los consultorios externos. Agregará que durante su permanencia en guardia fueron citados su ex marido y su hija: "Al final arreglaron mejor los papeles acá, que los abogados."

Concurrirá en principio tres veces por semana, pedirá luego de unos meses venir dos y ultimamente sólo una vez. En ese tiempo se tratará de desviar sus denuncias policiales hacia el escenario del hospital, diciendo que en caso de urgencia concurra al mismo. Lo hizo en una sola oportunidad dado que no estando nosotros la quisieron medicar e internar: "No, no voy más ahí, se asustaron mucho los doctores cuando les conté, casi me internan de nuevo".

La primera mitad de cada entrevista relatará las molestias alucinatorias y sus estrategias frente a estas: se queda quieta y callada en la cama para que el tipo o los tipos piensen que se durmió, se cansen, desistan y ahí pueda ella dormirse. También les pone música para educarlos.

En la segunda mitad de varias entrevistas se le preguntará por la "sucesión" y su familia. Los perseguidores quieren saber donde está la plata. "Ellos piensan que tengo la plata de la sucesión y me quieren robar, pero la plata la tiene mi ex". Más adelante, la voz dirá "quiero mi casa".

Se abrirá aquí la posibilidad de historizar. Ana es la hija menor de un matrimonio de inmigrantes. Su madre tenía ya dos hijos de un matrimonio anterior. Habiendo enviudado se casa con el padre de Ana, quien no le da el apellido a esta última. Ana llevó el apellido materno hasta los 18 años en que avergonzada por esto pidió a su padre esa inscripción, cosa que fue finalmente hecha. Por esa época conoce a un joven y brillante ingeniero con quien pronto se casa. Ella cursaba por entonces la carrera de arquitectura, que nunca concluyó. Con un buen pasar económico, el matrimonio dura dos años aproximadamente; al poco tiempo del nacimiento de su única hija, su marido se va. "Ya tenía otra mujer, yo no entiendo lo que pasó, vino, se casó conmigo, me llevó y después me dejó con la beba".

Ana denuncia que a lo largo de estos años perdió muchas propiedades y que no sabe a dónde fue a parar aquel dinero. Trataremos de organizar estos hechos.Se citará a su ex marido y a su hija; esta última no concurrirá. El primero corroborará los dichos de Ana agregando que luego de la separación, esta fue muy desordenada con las cuentas; él toleró esto por la hija de ambos hasta que se desentendió del tema y varias propiedades fueron rematadas. Dice pasarle un dinero semanal y afirma que pagará las partes de la sucesión para que Ana sea propietaria de la casa en que vive. Con mucho temor para Ana llega ese momento. Traerá todos los papeles desconfiada del escribano y de su ex. Los revisaré con ella. Este tema se resolverá.

Ahora las voces no le anuncian su muerte pero la toman por puta. Le proponen que salga y los de la fábrica quieren dormir con ella. El dueño de la fábrica es un "tano bruto" que tiene plata "y como me ven sola se piensan que me pueden agarrar". Irá construyendo que ella contrasta con el barrio y que por eso quizá, llama la atención. Aparecerá la intención de los perseguidores de cogerla junto con la añoranza que tiene por su ex esposo. Llorará y se reirá sucesivamente al recordar el "infierno" de su matrimonio. Dirá: "Qué boluda que soy, ya lo perdoné, lo adoro sin condición, tengo que tener equilibrio emocional, estoy hecha pelota".

Además de los adelantos que va realizando de a poco en la casa, de un curso gratuito de inglés que nunca abandonó y de algunos alumnos particulares para apoyo escolar que trata de tener, me contará que las voces la toman por una cualquiera. Esto llevará a un recuerdo en que su padre alcoholizado la acusaba de eso. Profundiza aún más en otro recuerdo: su padre a los 80 años es abofeteado por el dueño de la fábrica contigua en su presencia. Ella no pregunta qué sucedió. La indago sobre esto y agrega que su padre ya mayor y viudo tenía varias "novias". Mujeres que en apariencia se cobraban de alguna manera los favores sexuales que le hacían sacándole cosas. Aquella bofetada pudo haber sido en este contexto, producto del arrojo del anciano en cuestiones sexuales. Allí le digo que el equívoco que guarda esa casa es herencia de su padre, que quizás en eso sus vecinos con ella se equivoquen.

Traerá presentes para las fiestas. Ultimamente dirá que "la gente de alrededor no sabe cómo llegar a mí". A la voz le dijo: "De tanto escucharte, ya no te oigo"; "tengo que implementar una retórica porque desde el insulto no va; con decirle hijo de puta, hijo de puta, no alcanza".Agregará luego: "A veces uno puede tomar un elogio por un insulto,ellos quizá quieren elogiarme, pero yo no los entiendo".

MOVIMIENTOS EN EL DEVENIR DEL TRATAMIENTO

Entendemos este trabajo como el armado de una metáfora delirante con trasformaciones y reinterpretaciones que han ido atemperando la deseperación inicial.

La iniciativa del Otro que comienza con la pesada carga del "te voy a matar" se desplaza hacia el insulto injurioso. Pretende luego arrebatarle su casa y sus objetos para tomarla finalmente en un cortejo sexual amortiguado.

Del temor a perder su vida o quitarsela al perseguidor, a la regulación de las relaciones con sus semejantes, se aloja el trabajo de Ana.

Un lugar posible para el analista entonces, como semejante y testigo de este trabajo, en una philia que toma al delirio como parcial, abriendo a otras parcialidades (el estudio de la lengua inglesa, las tortas que nos obsequia, los papeles que nos invita a revisar).

Un lugar que transforma la guerra delirante en política transferencial.

UNA LOGICA POSIBLE DEL ESPACIO PSIQUIATRICO

Si en la psicosis se trata de establecer cierta distancia entre el sujeto psicótico y el Otro, algún tipo de maniobra es llamada a este lugar, lugar vacante desde el punto de vista estructural.

La paciente llega arrasada y desanudada por sus perseguidores.

Puesto en juego su último bastión, se refugia en el hospital y dice que "es como una trinchera", la última trinchera, ya que su casa, a la que también alude como una trinchera, ya ha sido atacada por el Otro.

Su primer encuentro con el hospital, antes de fugarse, fue en la guardia, donde se la medicó de manera tal de producir un fuerte malestar en su cuerpo.

Al comenzar el tratamiento psiquiátrico, ella tiene posición tomada al respecto. "No quiero tomar medicación, me hace mal al cuerpo".

Surge la pregunta: ¿cómo operar con esto en caso de considerar que la requiere?, ¿de qué lado quedan las condiciones del tratamiento, del lado de la paciente o del psiquiatra?.

Ya en la guardia había sido "bombardeada" de medicación, ella no quería tomar nada. ¿Quedaba tal vez rechazar este tratamiento?.

Medicarla ante su negativa sería tal vez saber más acerca de su goce en el cuerpo que ella misma, cuestión complicada que conduciría irremediablemente al psiquiatra al lugar del Otro o perseguidor.

No medicarla de ser necesario, sería dejar lugar a su propio capricho.

¿De que se trataba entonces? Una otra maniobra es llamada.

Primer punto.Se ofrece el espacio psiquiátrico,como lugar posible.

Segundo punto.Se acuerdan condiciones con respecto al mismo.

Se la escuchará en este lugar siempre y cuando ella pueda decir cuándo está mal, de tal manera de habilitar algo de una intervención farmacológica. Aún así será complicado, pues en ocasiones en las que se sentía abrumada por las voces, continuaba negándose. Otra maniobra era convocada.

Se le extiende en esas oportunidades recetas con la medicación indicada, pero se dejaba a su consideración el acto de tomarla o no.

A veces accedía, otras no, y también a veces engañaba (decía que sí pero no la tomaba). Maniobra más que interesante frente a la iniciativa de algún Otro.

Entonces, se le ofrece un lugar, se establecen reglas de juego, medicación como recurso y la decisión no sólo del lado del médico sino también del suyo de hacer uso del mismo recurso. O sea se generan condiciones de posibilidad para un tratamiento posible.

Consideramos que la puesta en juego de la medicación en tanto significante está en relación a una posición ética con respecto a la dirección de la cura y no está más allá de la misma.

Poder realizar operaciones de lectura no está por fuera de un acto médico, o en todo caso, acompañan al mismo sin oponerse, son solidarios.

No se trata de reproducir en ese espacio lo que ocurre en un campo de batalla, un juego mortal, sino de ficcionarlo tal cual un juego de ajedrez, en donde priman las iniciativas estratégicas y no el poderío o la fuerza de algún bando.

Uno y otro, paciente y psiquiatra, prestados al juego transferencial que también propone un espacio como este, un intento de alojarla.

CONCLUIMOS

¿Quién conduce entonces en el trabajo con la psicosis?

En nuestro caso, la decisión de habilitar una subjetividad posible, estableciendo condiciones mínimas de mediación, sin entorpecer ni obstaculizar el decir psicótico. En palabras de Sun Tzu en "El arte de la guerra":

"Nada es más difícil que el arte de la maniobra. La dificultad en este terreno consiste en convertir un camino tortuoso en la vía más directa y cambiar la mala suerte en ventaja".

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