Estados Generales del Psicoanálisis |
Relaciones del psicoanálisis con lo social y lo político
Gilou García Reinoso
«Una vez que se disipó el ciego temor de que las pobres enfermas lo volvieran a uno loco... entonces fue posible ponerse a buscar el modo de elaboración que llevara a solucionar el problema."
Freud. Charcot 1893 (Amorrortu trad.)*
«La captatíon du sujet par la situatíon dans la formule la plus génerale de la folie, celle qui git dans les murs des asiles, comme celle qui assourdit la terre de son bruit et de sa fúreur".
J. Lacan. Le Stade du Miroir. Ecrits.
Más allá de la realidad psíquica del inconsciente - o en esa realidad misma atravesándola -, hay relaciones sociales, políticas, económicas, jurídicas, en las que se puede oír algo del inconsciente, a condición de poner el oído y vencer la sordera que nos puede proveer el confort de una, profesión devenida «posible", aunque trata con lo imposible.
En el artículo cuya cita va en el epígrafe, Freud nos muestra, a través de sus reflexiones acerca de Charcot, las condiciones que le permitieron avanzar en un campo de conocimiento nuevo, enigmático: tomar posición, mediante un trabajo sobre sí mismo, rechazando los mandatos ideológicos de la época, que impiden
pensar. Charcot, dice Freud, "era un visual, con capacidad artística, era capaz de mirar el «mal", de soportar verlo, de no sucumbir al "ciego temor". Recorría (en la Salpétriére): "esa selva de parálisis, de espasmos y convulsiones que no habían sido bautizados ni eran entendidos. "Faudrait y retourner et y rester".
Consagra su interés casi exclusivo a la histeria, la más enigmática de las enfermedades, que estaba en "total descrédito: "Ya no se quería creer nada en las histéricas". -
A través de Charcot, Freud toma posición, venciendo sus propios miedos. Con este acto de toma de posición derrumba varias barreras: piensa la locura como algo que puede alcanzarlo, como fenómeno y sufrimiento humano. Podrá mirar, y escuchar ese «otro", como semejante, como una voz extraña pero que no le es ajena. El "otro" es también el , "otro " de sí mismo y de cada uno:
Descubrimiento del inconsciente.
Esta posición es la que le permitirá trabajar sus propios sueños y abordar todos los fenómenos humanos, desde los más cercanos - la vida cotidiana, el chiste, el lapsus- hasta los más amplios fenómenos de la cultura. Su toma de posición en un campo desconocido, fue condición de su actitud investigativa. En aquellos momentos - escuchando y creyendo en las histéricas- construye la teoría traumática de las neurosis; la sexualidad como trauma en la raíz de los síntomas -tema que está lejos de haberse agotado.
Esto sucedía antes dé que él mismo "ya no creyera en su neurótica", evacuando las historias de incesto que éstas traían. Atormentado supera su angustia, pasando por alto la realidad del traumatismo y construye sobre este desconocimiento, la teoría de la realidad psíquica y de la sexualidad infantil. Des-conocimiento que resultó fecundo, operación de salvataje del padre -de su padre pero sobre todo del Padre -. Esto producirá sus frutos Y tendrá sus costos. El Otro, el Gran Otro del patriarcado, está a salvo. Pero en los comienzos Freud lo vuelve a encontrar: es Tótem y Tabú, la metáfora de la horda y el Narciso absoluto, y el crimen originario. Cuando razones políticas - en la subida del nazismo- lo llevan a retomar el tema del padre y de la ley, escribe el Moisés y el monoteísmo, "novela histórica". Es en este texto que equipara el crimen y el texto: "Lo difícil no es cometer el crimen o deformar un texto, lo difícil es borrar sus rastros.
Las razones de Freud para la operación de salvar al padre, ¿fueron teóricas?, ¿fueron producto de su propia relación a su padre?; o bien: ¿fueron también razones políticas?
Podríamos transponer las palabras de Freud y de Lacan que figuran en el epígrafe al campo de lo político Habría que tomar posición como lo hizo Freud por fuera del saber establecido enfrentando los riesgos que ello implica. La aceptación social del psicoanálisis lo instaló en un confort que las transformaciones socio-políticas y económicas actuales amenaza. Hoy el psicoanálisis está habitado por el malestar.
Hay crisis en el psicoanálisis. Esto puede ser productivo u disolvente. , Malestares de diversa índole dificultan una torna de posición creativa, para afrontar con mayor libertad los malestares nuevos en esta cultura
Uno de ellos - que no hay que callar, pero casi inconfesable, es que en tanto práctica social, el psicoanálisis, al pertenecer al campo de las «profesiones liberales" - en vías de desaparición- ve como ellas, amenazadas las condiciones tradicionales de ejercicio, lo cual da por resultado un nuevo repliegue en las prácticas de las instituciones - de formación, o sea de reproducción - con su clientela cautiva. En consecuencia hay un refuerzo de los discursos dogmáticos. Las instituciones tienen que subsistir políticamente.
Con pretexto de extraterritorialidad, los analistas parecen poder pasar por alto y no analizar las relaciones de su campo con el campo de las "leyes de la ciudad". Se privilegia lo instituido cercenando la capacidad de pensar más allá de lo ya sabido, en desmedro de la capacidad instituyente y la creatividad.
Los Estados Generales surgen del malestar en el psicoanálisis.
Encuentro esperado, encuentro necesario, novedoso. Inaugura una práctica, abriendo una puerta en las paredes que separan, a menudo celosamente, los ámbitos institucionales, cerrados sobre sí mismos y convocando a todos aquellos, que definiéndose como psicoanalistas no se agrupan en instituciones. Aquí cada uno será responsable por su palabra. El psicoanálisis trabaja y formaliza las formaciones del inconsciente. Inconsciente singular, pero constituido en una trama intersubjetiva donde la dimensión transindividual es constituyente.
El otro, el gran Otro, está siempre presente en la vida psíquica M sujeto individual.' Pero las condiciones estructurales no pueden ser absolutizadas hay formas históricas, sujetas a transformaciones.- Este encuentro puede plantearse como una propuesta de deconstruir mitos. Las unidades imaginarias, enmascaradas en fidelidades textuales y conceptuales, tienen función legitimadora de las instituciones, sostienen identidades coaguladas y coagulantes. Corren el riesgo de significar filiaciones excluyentes, verdaderas "bandas" que dejen fuera todo lo que sea oído como "otro' - diferencias que, en cambio, podrían ser productivas - Se podría plantear entonces, la compleja articulación de lo público y lo privado, lo colectivo y lo singular." Es importante trabajar los entrecruzamientos discursivos, y detectar los discursos hegemónicos, que amenazan con la excomunión a quien eleva una voz diferente, discordante con ellos. El psicoanálisis plantea más un campo de problemas que un campo de respuestas. Seria importante construir una referencia tercera que permitiera salir de las oposiciones y enfrentamientos binarios. Evoco aquí unas palabras de Todorov, que podrían ser el lema de este encuentro: "Prefiero buscar la Verdad a disponer de ella". Y más lejos: Entre el monólogo y la guerra elijo el diálogo". Cuando el saber se hace dogma y necesita oficiantes para su liturgia - poder político, sentado sobre lazos de Indole religiosa- el saber se estanca, se hace repetitivo, se cierra sobre sí mismo, y no permite avanzar sobre temas nuevos. Es necesario preservar la posibilidad de que el saber circule de otra manera, establecer nuevos lazos sociales que no constituyan nuevas unidades imaginarias. El debate - necesario - es quizás menos importante que el movimiento que impulsa y sostiene. Es una base ética para un intercambio Promueve la libertad de palabra, bajo un significante de la historia política que introdujo una mayor libertad para el sujeto y un cambio radical en el campo de lo político, con la vigencia de los derechos humanos.
Quisiera hacer aquí algunas reflexiones colocándome en la frontera incierta entre psicoanálisis y política, intentando articular las relaciones del sujeto al Poder, en otros términos la relación del sujeto al Otro, al Gran Otro, en sus figuras históricas. En términos de discurso, se trata de desmontar el discurso del Amo.
Tres escenas servirán de guía:
1) La escena en que se constituye el sujeto en tanto humano, con la mediación de la familia.
2) La escena de la transferencia.
3) la escena pública, escena de lo político. En especial en situaciones límite, en las que el Poder es Poder con mayúsculas, situándome en el campo de los Derechos Humanos. Reflexionaré a partir de estas tres escenas, haciendo trabajar el psicoanálisis fuera del consultorio, siguiendo un interés freudiano que ha sido bastante abandonado en las instituciones por razones que hacen a la necesidad de éstas de excluir, o por lo menos de no problematizar, un campo que es su campo de subsistencia. Se trata de aportar algo a la comprensión de lo que llamo los fundamentos subjetivos del Poder; es decir, los procedimientos por los cuales, apoyándose en procesos subjetivos inconscientes, el Poder logra capturar al sujeto, reeditando las relaciones originarias: la relación al Gran Otro, en sus figuras históricas, articuladas en discurso. En particular en las instancias jurídicas y políticas. Plantearé las articulaciones que ligan el sujeto al poder a partir de situ aciones excepcionales, para poder pensar, como psicoanalistas, las articulaciones de la Historia pública -política- con la historia singular, que se dice «privada».Todo lo cual, plantea cuestiones de orden ético que atañen al psicoanálisis, y en particular a las relaciones de transferencia en las instituciones analíticas; de esto - que es la secunda escena- diré sólo algunas palabras para articular la serie, pues pertenece más explícitamente a los temas de la clínica y de las instituciones. El campo de la transferencia es un campo de Poder, semejante al poder hipnótico y los fenómenos de masa. En él se encuentran - como obstáculo y como instrumento- los aspectos de sujeción y sugestión que reinan en aquellos. Lo que hace la diferencia es la posición y la función del analista que dispone, ahí, de un lugar privilegiado para desmontar - deconstruir - las relaciones de] sujeto al poder. Hay muchas alienaciones posibles en el uno a uno del dispositivo analítico donde la función de testigo debe ser preservada luchando contra las tentaciones del narcisismo y los espejismos del poder. El campo de transferencia (s) reedita las condiciones de la estructuración subjetiva en el campo del Otro, en las cuales la desproporción del Poder es desmesurada. Anuda varios temas que articulan los bordes de la clínica en la frontera de lo subjetivo y lo político: la creencia y el amor; el problema de la ley y de lo religioso, el poder político y las instituciones.
En el marco de una institución la transferencia amenaza prolongarse desplazada, haciendo muy arduo el trabajo necesario de desindentificación. Un trabajo institucional crítico se impone para no volver a fijar el deseo con sus efectos de masa paralizando la capacidad de pensar. Antes de proseguir quisiera aportar dos testimonios. - El primero se refiere a las circunstancias atravesadas por la asociación berlinesa durante el nazismo en ascenso. Presionada, la asociación acata las demandas de discriminación en relación con los analistas judíos. Primero, para que éstos no ocupen los puestos dirigentes, y luego, directamente, pidiendo su renuncia. Terminará el psicoanálisis, liderado por el hermano de Góring, integrado en el sistema del Reich. El segundo forma parte de mi historia. Sucede en Buenos Aires, en la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina), en 1969, en ocasión de un congreso que reúne filiales de la IPA en América Latina, con el tema: "Violencia y Agresión». La institución brasileña donde el congreso debía tener lugar, comunica que las condiciones políticas de¡ país no lo hacen posible. Brasil soportaba entonces una dictadura militar. Abierto el en APA, en asamblea, una parte de la audiencia propone cambiar de lugar dadas las circunstancias políticas amenazadoras. Otra parte, propone cambiar de tema. Sometido a votación gana por mayoría la propuesta de cambiar de tema.
La reflexión acerca de este episodio pasa por la ética:
"Cuando se cede sobre las ideas, se sabe cómo se empieza, pero no se sabe cómo se termina", dice entonces uno de nosotros. La brecha se fue abriendo cada vez más y culminó en noviembre de 1971 con la renuncia a la IPA de ochenta miembros en dos grupos Documento y Plataforma". Esto significó una apertura del campo M psicoanálisis a otras corrientes, al romper la pirámide que reinaba hasta entonces.
Las situaciones que comentaré más adelante, al trauma histórico, que atravesó la Argentina con la dictadura militar del 76, parecen hoy superadas. Pero han dejado marcas, no aún simbolizadas. Pero este malestar no puede detenernos. Si no nos atrevemos a extender las fronteras de nuestro conocimiento, no seremos sino repetidores de un saber convalidado. Y la repetición es testigo e instrumento de lo mortífero. Estamos demasiado impulsados a regirnos por la nueva ética de¡ nuevo orden: la ética que tal vez no sea sino lo censurado. Según los tiempos: por el saber, por la epistemología o por lo político institucional. Habría que recuperar la memoria, y como premisa no reducir a un planteo «científico" lo que es de orden ético y político, 1 comprometiendo la posibilidad de sostener subjetividades creativas. La historia no sucede fuera de nosotros. Nos atraviesa, nos marca. Historia singular e historia colectiva en su imbricación. Reconocer en sí los rastros y las marcas de la historia traumática es recuperar un texto grabado, memoria inconsciente, sin palabras, que es gravamen para nuestra subjetividad, y amenaza para la vida psíquica.
Hay una política del olvido, también en las instituciones del psicoanálisis, que es de alto precio para la subjetividad y para la vida social. Amenaza con sus retornos. Y la política del olvida convoca al olvido de la política, como dimensión del presente histórico. Como un aporte a la recuperación de la memoria, intentaré trazar un recorrido por situaciones limites ligadas al traumatismo histórico que atravesó la Argentina y que permitió implantar con un alto grado de' consenso el sistema actual de miseria y exclusión, coexistente, y ligado estructuralmente, al sistema de "crecimiento" económico - expansión de la prosperidad de una minoría poderosa Ya no tenemos dictadura, pero soportamos los dictados del discurso del poder, político y económico (su sucesor soberano). Parto de la hipótesis de que la construcción de la subjetividad - con sus incertidumbres y la marca del Otro - predispone o por lo menos expone, a quedar capturado por el discurso del Poder y a colaborar de esta manera a sostenerlo. Esto nos concierne a todos; el Poder promueve el consenso, suscitando la creencia. Emite discurso que propone la identificación, ligando el deseo a las representaciones que se le ofrecen, apoyándose en los procesos arcaicos de la constitución subjetiva. Estamos en democracia, democracia formal. Descansando en la representatividad, uno podría des-politizarse, paradójicámente, desinteresarse. Veremos, más adelante, que el desinterés en situaciones de violencia social explícita, como son las dictaduras, tiene función política. Tal vez lo tenga también en la democracia. Surgida del consenso, la política de la democracia pide consenso. El malestar en esta cultura no debe ser reducido; psicopatologizados, los procesos son cercanos a una de- subjetivación dulzona: los efectos de fascinación capturan al sujeto y lo uniformizan. Puede ilusionarse, con pertenecer al nuevo Todo: la "aldea global"; forma intimista novedosa de pronunciar el discurso del mito de la Unidad.
Habría que pensar las vías para recuperar una cuota de poder instituyente , o sea, alguna capacidad de esperar y, tal vez, producir alguna transformación, por lo menos en la posición subjetiva: que ésta pueda preservar una distancia con las ofertas de identificación masivas que se le ofrece porque permitiría un margen de espacio vacío para un ejercicio del deseo.
Se trata de pensar el grado de libertad o servidumbre y sus condiciones políticas.
Los psicoanalistas, muy ocupados de la historia singular individual, o de las condiciones -universales- de estructuración, han descuidado el encuentro con la Historia social y política, donde las figuras de¡ gran Otro ponen las condiciones para la subjetivación: dulzonas de adaptación o traumáticas de abolición. En situaciones límite, se hacen evidentes procesos que permanecen mudos en situaciones ordinarias. Y nos interrogan del traumatismo-histórico.
Las situaciones de extrema precariedad en las que no hay reconocimiento del sujeto y donde los lazos sociales se quiebran, a la captura por el discurso del poder que aterra y fascina al mismo tiempo. El Poder político como la transferencia, anuda amor, terror y creencia. Es decir, lo pulsional - libídinal o mortífero - se imbrinca con lo institucional y con lo histórico. Las instancias públicas ocupan el lugar del Gran Otro, en el que el sujeto se fundó, y que desde ahí amenaza fundirlo. La relación que establezca el sujeto con el discurso político tendrá la marca de las relaciones inconscientes con el Otro.
Las situaciones históricas a las que me voy a referir trazan un itinerario
Las ofertas de identificación van desde la que parece más anodina: el discurso común, las modas, los fetíches del consumo:hasta la más feroz por la cual el sujeto es directamente en engullido.
Trataré también de dar cuenta de que la propuesta identificatoria de absorción - dulzona o feroz- no es un proceso fatal. Tiene sus condiciones y sus límites, en la articulación de lo subjetivo con lo político.
Tres situaciones servirán para pensar:
1) Una situación de extremo desamparo social: habitantes de la calle en una gran ciudad. Marginales, tratados como deshechos a eliminar, ¿qué posibilidades identificatorias les quedan? Sólo mortífera, la identificación con un Otro desproporcionalmente poderoso -la sociedad que los excluye y parece desear su muerte - deseo de muerte del Otro que se inscribe en el inconsciente como dicurso del Otro sin mediaciones pesando sobre el sujeto, amenazando al sujeto con la abolición en identificación mortifera lo impulsa a desear la muerte del otro.
Abandonados a su suerte, sin otras posibilidades identificatorias que vehiculicen algún reconocimiento de otro en el que constituirse y reconocerse la pulsión de muerte se dispara;caerán en la psicosis o en pasajes al acto mortíferos para sí o para otros.
A raíz de una supervisión surgen algunas reflexiones acerca de la función del Otro como soporte narcisístico constituyente, mitigando la destructividad y sobre todo la autodestructividad que los habita. Curiosamente la vía de abordaje fue los sueños, pesadillas en su mayoría, como lo es el mundo de la marginalidad extrema. Ellos mismos se asombraban de Uque los sueños ocupen tanto lugar, cuando hay tantas cosas que traer.
El soñar - único espacio psiquico propio para estos seres sin referencia - puede ser escuchado, si hay un otro que pueda oír y permita la palabra. Los encuentros favorecieron algún acceso a la realidad, pudiendo ponerse a pensar acerca de la compulsión y la destructividad la de la sociedad y también la de ellos- reflexionando sobre la acción en vez de permitir que se dispare sola, en plena desligazón, pura pulsión de muerte entonces. En situaciones tan precarias la posibilidad de organizar fantasmáticamente la vida psíquica, es decir neuróticamente, se ve extremadamente dificultada: al no tener lugar en el otro, no es posible inscribirse en la trama social más que por la violencia. Están expuestos a sucumbir como sujetos, o a ser aniquilados en un círculo maligno de violencias imparables.
En esta situación el equipo terapéutico con perspectiva psicoanalítica interviene de manera positiva, creando un espacio para la palabra y posibilitando la expectativa de un lugar en el otro que permite cambios de posición subjetiva.
2) Otra situación más extrema aún se refiere a un militante encarcelado por largos años, sometido a toda clase de vejaciones y carencias. "Liberado", no logra reinscribirse en el circuito de sociedad civil. Es solicitado por las autoridades a pagar su encarcelamiento. Perdidos sus lazos sociales y sus referentes le será imposible responder al requisito. Al principio una distancia le es aún posible frente a la demanda del Otro; se rebela de palabra contra tal injusticia y denuncia el reclamo de pago como demanda imposible, efecto de' su encarcelamiento, haciendo responsables a las autoridades militares. Sin embargo, el tenor y el tono de sus respuestas a los reclamos, va cambiando". A medida que aumenta su desamparo, deja de enfrentarse, reconoce su deuda y va ofreciendo sacrificar todo lo que le queda para pagarla. En las últimas cartas pide disculpas e implora perdón reconociéndose culpable, agradeciendo que lo hayan albergado tantos años y le hayan proporcionado enseñanzas y ejemplos tan elevados. Un día es encontrado muerto en un río, donde según testimonios, acudía todos los días, mirando (¿o mirándose?) fijamente en el agua. Hecha la investigación, se encuentran, en su precario domicilio, las paredes llenas de inscripciones eufóricas con loas a los militares como salvadores de la humanidad!... Este caso es ilustrativo de un extremo de destructividad: la oferta identificatoria fue lograda de manera absoluta: el sujeto, fue literalmente. engullido por el Otro en identificación narcisistica mortífera. Trágica caricatura de un «Yo fuerte"-, es decir, capaz de adaptaciones tan costosas. En este caso extremo se confunde con el Otro - Superyó feroz- en un abrazo mortal, y desaparece. Reforzando, eso sí, el Poder de¡ Otro, en lo imaginario, pero también en sus efectos reales.
3) Se trata del procedimiento de las desapariciones. Procedimiento tristemente original que ya tiene su nominación universal: «desaparecidos" no se traduce.La desaparición no fue solamente una maniobra represiva, ni fue dirigida fundamentalmente a los militantes "subversivos". Mas allá de ello sirvió para sembrar el terror y producir el silencio. Videla - el dictador- decía en un discurso: "No están ni vivos, ni muertos, no hay desaparecidos". No había de qué hablar...
Pero el procedimiento se extiende a toda la ciudadanía. Apuntó a "matar la muerte". Hizo desaparecer no sólo las vidas, los cuerpos, sino también la muerte; la muerte en tanto núcleo de lo simbólico constituyente. Apunta a la muerte subjetiva y se dirige a la población entera.
El Poder convoca a desaparecer las desapariciones.
Los slogans recorren la ciudad: Yo no sabía",- Por algo habrá sido",- "No te metás",- Yo argentino"- «Somos derechos y humanos". - Desde el discurso común se transmite un discurso del Poder que promete la Unidad sobre la base de la desmentida, exhortando a la pasividad y al borramiento de la función subjetiva. Busca la construcción de un colectivo resistente (en el sentido psicoanalítico del término)y complaciente o cómplice políticamente. Seria importante poder trabajar la lógica de este montaje de resistencias. El poder exige sacrificios: no sólo los desaparecidos son ofrecidos en sacrificio por las políticas del olvido: la adhesión o la indiferencia dejan al ciudadano ciego, sordo, sin palabra propia, ecolálico. Se borra como sujeto. Y paradójicamente, con su creencia contribuye a crear la omnipotencia del poder: este, desde el lugar que ocupa - el del Gran Otro primigenio- convoca a la identificación masiva. Si no se le puede poner un límite, manteniendo una distancia, a pesar de la angustia, no podrá el sujeto ciudadano - psicoanalista o no - seguir pensando la Historia en la que debe tomar posición. Las consecuencias pueden ser catastróficas como se vio en el caso 2, mencionado más arriba, y también pueden serlas para el conjunto de la ciudadanía aun que pasen desapercibidas. El discurso de¡ Poder decretó olvidar, borrar,(desaparecer las desapariciones) o sea que impuso una operación de despojo de la filiación y de la historia, singular y colectiva, que toma su e5<presión culminante en el secuestro de niños y la usurpación de la identidad. Pero en el espacio de saturación mortífera donde cada uno tiene marcado su lugar, en esa inmovilidad, las madres (de Plaza de Mayo) empiezan a circular, abren un espacio.
La función de las madres es simbolizante, convoca a recuperar la memoria.
Con su intervención discordante, interrumpen el mandato de silencio y olvido, y hacen oír una voz cuya inadecuación es la de la emergencia del inconsciente, del saber inconsciente que habita la ciudad, aplastado por el discurso de la Unidad y de la omnipotencia; logra decir lo indecible, para quien quiera oír. Discurso loco"', que dice la verdad, desafiando irónicamente la lógica del sentido común, y lo hace estallar. Su insistencia y el vacío en el que cae su reclamo pone en, acto un "sin sentido" cargado de efectos explosivos. "Locas" porque dicen la verdad, pero no locas porque no hablan solas; se hacen oír incluso fuera de las fronteras. Por encima del mutismo y la sordera, con su acción y su discurso, denuncian al mismo tiempo la tragedia y el cortejo de imposturas que la hace posible. Si no se puede recuperar la memoria, la palabra, el riesgo es del retorno en lo real de aquello que no pudo ser simbolizado. Las madres pudieron decir No y, rescatando el símbolo de la negación, ayudaron a recuperar un margen de libertad. La intervención de las madres en la plaza pública, conjuntamente con la acción de otros organismos que dieron asistencia a las víctimas, y la acción de las abuelas luchando para recuperar a los niños secuestrados y privados de su genealogía, constituye un capital simbólico de gran alcance ético. También es ejemplar la intervención psicoanalítica que describí en relación a los habitantes de la plaza (en el punto l). El trauma histórico destruye los lazos sociales y aplasta la subjetividad, con niveles de gravedad variable.
El trabajo en Derechos Humanos interesa al psicoanálisis. Los D.H. no son meramente tarea humanitaria, pueden ser tarea humanizante; colaborar a crear las condiciones para ser humano. Es decir, sujetos, y sujetos de su vida, no reduciendo su existencia a un destino de objeto/por maltrato o exclusión, o también por masificación complaciente. El sólo hecho de testimoniar, transforma "el ruido ensordece la tierra con su furor", en gritos y silencios humanos. Al poder ser oídos, éstos se transforman en palabra, en llamado y en acciones solidarias subjetivantes. Ofrecen una posibilidad de inscripción en la cultura, a sujetos que habían sido excluidos del orden del Derecho. Todo sujeto debería tener derecho a ser instituido, es decir, a ser sujeto de derecho, tener derecho al Derecho y a la ley en sus aspectos simbólicos e históricos. Tener la posibilidad de un lugar en el otro, en un gran Otro no absolutizado. En esas condiciones, el tejido social se hace soporte, trama de inscripción y red de circulación, mediando entre el sujeto y el poder del Otro.
Se dice que hay un antes y un después de Auschwitz: culminación simultánea del progreso y de la barbarie política. El intento de los tribunales, internacionales para juzgar los crímenes contra la humanidad ofrece alguna esperanza. Su función simbólica es de terciar en los enfrentamientos" El límite de su acción es político sin embargo. Los hechos históricos nos interrogan acuciantes. Toda inscripción es fragmentaria, desprovista de sentido, portadora de angustia y productora de efectos, pero significante de un texto transmitido y censurado: huellas, escritas pero no leídas; Constituyen un texto a trabajar contra resistencias, conscientes e inconscientes; este desciframiento permitirá escribir otro texto: historizar. Más que en el registro del saber es un trabajo de la verdad que nos compromete como sujetos. Por todo ello, los Estados generales son necesarios, para recuperar el poder instituyente del psicoanálisis y de los psicoanalistas.
Blanchot decía: "Je ne sais pas mais je sais que je vais avoir su"
ANEXOS
* La idea guía es Igualdad y libertad. No parece promover la "fraternidad", ésta se diluye en una igualdad, que es más uniformización que reconocimiento del otro: éste a su vez se diluye en la indiferencia: cada uno es igual a todos. La cuestión de la libertad es problemática, tiene sus condiciones. En la igualdad formal, que sostiene la democracia, no es efectiva: la desigualdad de oportunidades es flagrante y los procesos de exclusión van en aumento vertiginoso. Lo público pasa a ser lo numeroso y la igualdad queda desmentida, así corno la singularidad. El modelo es estadístico: la media por habitante, es una abstracción para, cada uno. La singularidad queda ahogada en la numerosidad. Hoy los fenómenos de masificación se logran por los medios de comunicación que transmiten mensajes performativos y modelos de identificación. El sujeto tiene que pagar su inclusión en el sistema simbólico y también en el socio-político, sin lo cual será excluido. Pagará consumiendo bienes y deseos. El interés individual plantea el intercambio y la prosperidad. Culminación del sueño iluminista. Hoy, la actividad económica va quitando espacio al poder político y se autonomiza. El mandato al sujeto singular, de excelencia y eficacia, se exacerba: recordemos la sabiduría de las tarjetas de crédito: "Pertenecer", reza American Express. Pertenecer es el ser del tener. Se interrumpió la dialéctica, coagulada la identidad en el tener. De lo contrario, se deja de ser: excluido, el que no tiene no es.
** La relación al Otro, poderoso, es constituyente y deja sus marcas, El sujeto humano, sujeto de lo simbólico, dividido, es impulsado por la herida constituyente a buscar siempre nuevos caminos para su deseo, con la ilusión siempre renovada de poder rellenar el agujero que lo constituyó deseante y sufriente. En el desamparo originario, la primera operación lógica constituyente es la alienación: identificación primaria decía Freud -masiva- en la cual el sujeto incipiente está fusionado con el Otro. Este proceso de alienación primigenia provee la ilusión -retrospectiva- de omnipotencia, que es en realidad la omnipotencia del Otro , imaginaria, en la que se aliena. Marca que quedará en él para siempre, ofreciendo dificultades para ser simbolizada, y que expone al sujeto a "adorar dioses oscuros" (J. Lacan), y a responder a los discursos dogmáticos del poder (P. Legendre). Estas son las bases de la utilización política del clivaje arcaico. El ciudadano responde a los llamados del discurso del poder, que lo seducen, y capturan su deseo. Se hará fácilmente repetidor y difundirá los mandatos por los que quedará definida su posición de sujeto-objeto en el discurso político. Los procesos sociales hacen un llamado al amor para mantener la cohesión, la unidad. Y la contraparte del amor es el odio, amor a muerte- que se tratará de dirigir hacia todo lo que sea otro, amenazando la Unidad, Estos procesos forman parte de los procesos "normales", o más bien de "normalización" que tienen su precio. El proceso de constitución subjetiva es frágil y está lleno de riesgos. A través de las ofertas de identificación, el que tiene el poder de suscitarlas, obtiene obediencia y sacrificio. El mayor problema para el poder es la desobediencia: como sujeto de deseo, puede ser incontrolable, disolvente, explosivo para el orden. Por ello el Gran Otro multiplica su oferta: la seducción primero, el discurso emitido desde ese lugar del poder - político y simbólico- tiene su peso de convicción. Si la seducción no tiene eco, recurre al mandato efectivo, la amenaza o a la exclusión:' escupido, el sujeto está devaluado, vaciado, aplastado su deseo, y culpabilizado, merced a la resonancia que encuentra en la culpabilidad inconsciente constituyente.