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XVIII Congreso Argentino de Psiquiatría
III Congreso Internacional de Salud Mental

"Psiquiatría Ecología y Calidad de Vida"
18 al 22 de Abril 2002 Mar del Plata

  "Un reconocido psiquiatra y los cacerolazos"

Fuente: Diario "La Capital" de Mar del Plata. 21 de abril de 2001.

El tema ocupó una mesa expositora en el Congreso de Psiquiatría. Uno de sus integrantes dijo que la depresión actual es un buen síntoma para salir de la crisis.

Por Daniel Della Torre

Miguel Angel Matterasi es médico psiquiatra. Y director del Hospital Borda en Buenos Aires. Entre las actividades científicas que desarrolla también preside la sección "Medios Masivos de Comunicación y Salud Mental", que depende de la Asociación Mundial de Psiquiatría.
Estuvo en Mar del Plata para participar del Congreso Argentino de Psiquiatría. Y en ese marco lideró un simposio nacional cuyo tema central fue: "Los cacerolazos: ¿repetición o cambio?".
Para explicar ese singular método argentino de protesta, Matterasi opinó sobre la salud mental del pueblo en general y de reacciones grupales en particular. Cree que hay que diferenciar a la protesta de la violencia irracional. Y que la mayoría de los argentinos negábamos la realidad que se estaba viviendo en el país antes de diciembre y ahora "reacciona con sorpresa".

-¿Cómo percibe el estado mental del pueblo argentino en conjunto?

-Creo que estamos en un buen momento...

-¿...un buen momento?

-Sucede que lo veo deprimido. Antes era maníaco. Pasaba del llanto a la euforia con mucha facilidad. Pero ahora está "down".

-¿Entonces?

-Sólo se puede cambiar después de una depresión. Y creo que esto en función de la actualidad, aún confusa, es auspicioso.

-¿Que significado le da usted, en este contexto, a los "cacerolazos"?

-Tengo mis reservas. En realidad hubiese querido ver qué pasaba con esta gente que ahora golpea cacerolas cuando desaparecían argentinos durante la última dictadura militar, torturaban en la Esma y situaciones por el estilo. O que hizo o hace por los ex combatientes de Malvinas sobre quienes se percibe una dramática indiferencia. Me parece que por un lado esta reacción actual es auspiciosa. Una forma de decir que estamos acá y no somos tan ovejas. Sin embargo, no me hago demasiadas expectativas porque los argentinos tenemos mucho por aprender todavía...

-¿En qué sentido?

-Más que nada por la falta de conciencia social y de solidaridad que se nota en gran parte de la comunidad. El individualismo y el temor, que fueron fomentados, es lo que prima.También hay que diferenciar entre la protesta y la violencia irracional.

-¿Se pueden generar cambios sin violencia?

-Está el ejemplo de la hermana Marta Pelloni que con marchas de silencio por la muerte de María Soledad Morales terminó con el feudo que era la provincia de Catamarca. Y también Ghandi que bajó a un imperio sin golpear a una sola persona. La violencia está al servicio de otros intereses.

-¿El "cacerolazo" sólo se relaciona a la clase media argentina?

-Sin lugar a dudas. Aquí aparece una suerte de principio que dice "yo soy mi circunstancia". A un sector de la clase media le tocaron el bolsillo y reaccionó. Todo lo que pasa y pasaba en el país hasta entonces le era, de alguna manera, indiferente. Mucha gente vivía adentro de una burbuja. Los que pensamos sabíamos que vivíamos adentro de una burbuja. En el exterior todo el mundo se preguntaba cómo hacíamos para mantener la paridad un peso igual a un dólar.

-¿Quiere decir que existía una actitud negadora?

-Sí, y a partir de esa negación se aprovechaba una coyuntura. Pero después surgió una reacción de sorpresa casi desde la ingenuidad. Y a partir de allí la irracionalidad impulsiva.

-¿Somos negadores los argentinos?

-Esto es fácilmente visible. Y hay un caso paradigmático: Diego Armando Maradona. Nadie discute que es un líder potente y fuerte del pueblo argentino con habilidades deportivas de real excelencia. Pero como persona es la antítesis de un paradigma. A "Dieguito" se le perdona todo aún viéndolo en un alto estado de deterioro, alcoholizado, drogado, etc., etc. Es la imagen y figura de la transgresión. Y a todo esto hay que sumarle que la cancha de fútbol más que una expresión deportiva parece un espacio abierto a la violencia contínua y a la no aceptación de las reglas. Esto es sólo una parte que demuestra cómo funciona el pueblo argentino.

-Pero usted reconocerá que las generalizaciones no siempre son positivas...

-Estoy de acuerdo. Porque existe aún una reserva pensante, reflexiva y pujante. Y puedo dar fe de esto a partir de mi experiencia en el Hospital Borda. Hay quienes trabajan por el otro por el único interés de trabajar por el otro. Pero acordemos que no es la mayoría.

-¿Cómo entiende al "cacerolazo" desde la psiquiatría?

-Lo tomaría como unidad para llevarlo a grupo. Como unidad diría profundo individualismo, desprecio por el que está abajo y rivalidad por el que está arriba. Aunque por éste último hay planos de identificación cuando se quiere ser como él. En la individualidad aparece el aislamiento, la negación y la burbuja hasta que alguien pisa el pie. Mientras se lo pisaban a los demás, no había protesta. Veo una instancia positiva en esto ya que al menos se dice "¡ay...!". Aquí aparecen personas sumidas en la indiviudalidad que al menos se está agrupando. Si esto estuviera organizado...

-¿No lo está?

-Se está desinflando. Al principio fue interesante. Pero a medida que empezaron a devolver algunos ahorros, ya los "cacerolazos" no fueron tan importantes.

-¿La negación, el individualismo y el hedonismo, por ejemplo, tienen que ver con este sistema político y económico?

-Son realidades del sistema global. En la Asociación Mundial de Psiquiatría, presido desde hace muchos años una sección que está directamente relacionada con los periodistas: "Medios masivos y salud mental". Vengo notando que el grupo de Davos dice que hay seis mil quinientos millones de personas en el mundo. Y hay dos mil quinientos millones que están afuera del sistema y ya no interesa que sean incorporarlos ni siquiera para explotarlos como antes. Mil quinientos millones ganan dos dólares cada uno, y mil millones un dólar. ¿Nos podemos sorprender de lo que pasa socialmente? Para esto se necesita embotar. Y para embotar, medios de comunicación embotadores y que engañen. Como en la película "Mentiras verdaderas". Este es un sistema perverso y nadie debería sorprenderse de muchas cosas...

-¿Que rol juegan entonces los medios de comunicación en un fenónemo como el de las cacerolas?

-Hay una película de James Bond en la cual en el enemigo ya no son los comunistas o los tradicionales que solía tener el agente 007. Su enemigo pasó a ser el que domina los medios. Hay una escena en la que un periodista llega con una buena noticia. Entonces su jefe pide que lo despidan ya que considera que para el medio "las malas noticias son las buenas noticias". Por eso en Argentina las cacerolas vienen como anillo al dedo. Esto acapara la atención del mismo modo que la violencia en general.

-¿Los medios sobrestimulan condiciones naturales del hombre?

-Teodoro Adorno trabajó mucho sobre la consciencia corrupta de la sociedad en términos generales. Hay todo un proceso de mimetización y de identificación con el opresor. Por consiguiente se reacciona en consecuencia entre la acción y la reacción.

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