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XVII Congreso de APSA

Balance del Congreso

Dr. Gerardo Herreros

Del 26 al 30 de abril del 2001 se realizó en Mar del Plata el Congreso Argentino de Psiquiatría de APSA (Asociación de Psiquiatras argentinos).

Cabe aclarar que APSA es una de las dos Instituciones Nacionales que congrega a los psiquiatras. La otra es la Asociación Argentina de Psiquiatras, AAP.

Este congreso se desarrolló en medio de, tal vez, tres crisis fuertes, por un lado una lucha política intestina en el seno de APSA, que no tiene nada que “envidiarle” a los problemas institucionales de los analistas. Esto hizo, en parte, que se postergara en un mes el evento que históricamente fue a fines de marzo. Por otro lado, la profunda crisis económica del país, la que se vio reflejada en la disminución de participantes, de apoyo económico por parte de la industria farmacéutica tanto en la organización, “regalos”, eventos, como en las becas para que los profesionales puedan asistir al congreso.

La tercera de las crisis nos fue comunicada por un miembro la comisión organizadora, quien nos decía que hay varios movimientos políticos dentro de la institución, movimientos “partidistas” de política nacional, movimientos que establecen diferencias entre los profesionales de la Ciudad de Buenos Aires y los del interior y movimientos que intentan tender lazos de unidad para con la otra asociación -estaba invitado el Dr. Néstor Marchant, presidente de la AAP-, orientándose a homologar a la gran sociedad de psiquiatras: La americana.

Si bien no nos fueron suministradas las cifras oficiales, el número de conferenciantes que figuraba en el programa fue de 1560 y los participantes rondaron entre los 4 y 5000. A mi modo de ver, ya que he asistido ininterrumpidamente por 6 años, el número fue menor que años anteriores, pero a pesar de esta disminución, tal cantidad de psiquiatras reunidos realmente es impresionante y la organización fue muy buena y prolija.

Tengo varias impresiones del mismo:

1) En primer lugar, algo del orden del exceso: exceso de mesas, exceso de trabajos, exceso de saber. Imagínese más de 15 salones operando simultáneamente durante 4 días desde las 8. 30 Hs. a las 21 Hs. Profusión de trabajos de todo tipo que tocaban todos los tópicos pensables vinculados con la Salud Mental, desde la inmunología hasta la denuncia a las estrategias de los laboratorios manipulando las prescripciones, pasando por la psiquiatría institucional, el conductismo, la sistémica, el psicoanálisis, la ética, la psiquiatría biológica, la psicofarmacología, la psiquiatría de enlace, la formación del psiquiatra, las organizaciones profesionales, la crisis económica, las obras sociales, etc. Hasta había una mesa con algunos piqueteros y con gremialistas. En ese sentido una característica de APSA, la apertura hacia todo discurso “psi” con las consecuencias favorables y desfavorables de esto. Por un lado un lugar que alberga y soporta discursos contradictorios permitiendo el diálogo; al punto que como mencioné, participé de un workshop donde se ponía en evidencia todo tipo de artilugios por parte de los laboratorios tendientes a condicionar la prescripción de determinados psicofármacos, laboratorios que por otra parte sostienen, alientan e impulsan estos congresos. Por otro, una torre de Babel teórica y práctica, confusa y compleja.

2) El mayor número de trabajos se centró en las temáticas de psiquiatría institucional, políticas de salud mental y problemas éticos (uno de los significantes convocantes)

3) Hubo un notable acercamiento a la Asociación Psicoanalítica Argentina -y al psicoanálisis en general-, puesto que había muchas mesas con miembros de ambas instituciones. Nuevamente, el resultado problemático y cuando digo problemático no significa ningún juicio de valor, sino una no tan reciente forma de entrecruzamiento discursivo que por un lado tiende a la confrontación de disciplinas que tienen como objeto sujetos diferentes. Pero por otro lado, en algunas mesas una tendencia al sujeto unificado y donde se confundían fenómeno con estructura en un eclecticismo que lejos de ayudar en la práctica, tornaban incierta y errática la dirección de la cura. Pareciera que algunos plantean una continuidad entre los referentes y que hay un eje que puede ligar, digamos a las psicosis alcohólicas, el fetichismo, las personalidades paranoides, los trastornos de la infancia y el desajuste social sin trastorno psiquiátrico manifiesto. Lo que se intenta ocultar (a mi modo de ver) es la ruptura de esa continuidad, el quiebre de los mismos por los cambios de problemática. Posicionados en ese “continuom” se pasa de la biología al psicoanálisis y de éste al terreno jurídico-penal, insensiblemente. Se produce así un efecto ideológico de borramiento de las diferencias que pasa desapercibido y que deja de lado el tema de las diferencias.

4) Por otro lado, me viene sorprendiendo y es una pregunta que formulé en algunos reportajes, el notable aumento de los trabajos psicoanalíticos, tanto teóricos como clínicos, en desmedro de los enfoques cognitivos y sistémicos. A modo de ejemplo, la palabra cognitivo la encontré 12 veces en títulos de trabajos, mientras que sistémico 4, contra las 25 veces que aparece psicoanálisis. Mi posición personal, que mencioné tanto en un trabajo publicado en Acheronta 12, como en la mesa redonda en la que participé, es: “A mi modo de ver hay un auge cada vez mayor del psicoanálisis, en contra de la idea de la muerte de éste. Mi hipótesis, tal vez reduccionista y localista de Argentina del impulso analítico tiene al menos dos ejes: En primer lugar la desaparición cada vez más veloz de la psiquiatría a favor de la neuropsicofarmacología, con lo cual el arte de la medicina y de los cuidados del sujeto se va transformando en un hecho de neurotransmisores con una reducción a la neuroquímica de los fenómenos de la clínica, por el otro la transformación moderna del malestar en la cultura. Quiero decir la rotación hacia un modo de lazo social vinculado más con el discurso capitalista ..., con lo cual el sujeto neurótico se encuentra cada vez más angustiado e incómodo. Así vemos una oferta cada vez más grande de todo tipo de respuesta y soluciones...”.
Esta posición de diálogo y confrontación por parte de los psicoanalistas con el discurso dominante (favorecido por APSA en este caso) deja de lado la compartimentalización y auto y heteroexclusión de hace unos años permitiendo a los analistas dar cuenta a la comunidad científica de nuestra práctica y eficacia, pero también nos hace caminar por la cornisa de hacernos partícipes en leyes y políticas de salud mental que están muy lejos del psicoanálisis.

5) Hubo una notable preocupación manifestada en muchas mesas, por las crisis a la que se enfrentan los psiquiatras. Crisis clínica pues está recomenzando un rescate de la relación “terapeuta - paciente” ante la falta de respuesta de ciertas conductas de sola prescripción farmacológica. Crisis económica pues a los pacientes se les hace cada vez más difícil económicamente acceder a las distintas alternativas terapéuticas. Crisis gremial, pues la psiquiatría sigue siendo la “cenicienta” de las disciplinas médicas inclusive en los montos de las prestaciones. Crisis en relación a las políticas de Salud Mental de los organismos oficiales y privados en torno a las coberturas de internación, duración de tratamientos e inclusión de nuevos fármacos en los vademécums.

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